


Tú te quedas en casa, que hoy voy a disfrutar como antes, sin llevar casi nada a
la playa.
Tú te quedas en casa, que hoy voy a disfrutar como antes, sin llevar casi nada a
la playa.
1. Como ya se habrá tenido ocasión de
observar, es costumbre del destino disponer extrañas citas.2. No pienses nunca en mí si no es
riendo.3. Suceden cosas que son como preguntas.
Pasa un minuto o tal vez años, y después la vida responde.4. Y al final, América.
Eso sí que no tenías
que habérmelo hecho. No me lo merezco. Yo me llamo Pehnt, y sigo siendo
aquel
que se quedaba tumbado en el suelo para escuchar la voz de los tubos,
como si
puediera llegar de verdad, cuando en realidad no llegaba. Nunca
llegó. Y ahora
yo estoy aquí. Tengo una familia, un trabajo y por la noche
me acuesto temprano.
Los martes voy a escuchar los conciertos que dan en la
Sala Trater y oigo
músicas que en Quinnipak no existen: Mozart, Beethoven,
Chopin. Son normales y,
sin embargo, son hermosas. Tengo algunos amigos con
los que juego a las cartas,
hablo de política fumándome un puro y los
domingos salgo al campo. Amo a mi
mujer, que es una mujer inteligente y
bella. Me gusta llegar a casa y
encontrarla allí, sea lo que sea lo que haya
sucedido en el mundo ese día. Me
gusta dormir a su lado y me gusta
despertarme junto a ella. Tengo un hijo y lo
amo, aunque todo haga suponer
que de mayor será agente de seguros. Espero que
sea un buen agente y que sea
un hombre justo. Por la noche me acuesto y me quedo
dormido. Y tú me has
enseñado que eso quiere decir que estoy en paz conmigo
mismo. No hay nada
más. Ésta es mi vida. Sé que no te gusta, pero no quiero que
me lo escribas.
Porque quiero seguir acostándome, por las noches, y quedándome
dormido.
Cada uno tiene el mundo que se
merece. Yo tal vez haya comprendido que el mío es este de aquí. Lo que tiene
de
extraño es que es normal. Nunca se ha visto nada parecido en Quinnipak.
En
Quinnipak se tiene en los ojos el infinito. Aquí, las pocas veces que
miras a lo
lejos, miras a los ojos de tu hijo. Y es distinto.
No sé cómo hacértelo comprender, pero
aquí vivimos resguardados. Y no es algo despreciable. Es hermoso. Y, además,
¿quién ha dicho que hay que vivir necesariamente a la intemperie, siempre
asomados al cornisón de las cosas, buscando lo imposible, escudriñando todas
las
escapatorias para evadirse de la realidad? ¿Es que de verdad es
necesario ser
excepcionales?
Yo no lo sé. Pero me aferro a esta
vida mí y no me avergÜenzo de nada: ni siquiera de mis botines. Hay una
dignidad
inmensa, en la gente, cuando sobrelleva sus propios miedos, sin
trampas, como
medallas de su propia mediocridad. Y yo soy uno de ellos.
Mirábamos siempre al infinito, en
Quinnipak, los dos juntos. Pero aquí no hay infinito. Así que miramos las
cosas,
y con eso nos basta. De vez en cuando, en los momentos menos
pensados, somos
felices.
Me acostaré esta noche y no me
quedaré dormido. Será culpa tuya, viejo, maldito Pekisch.
Te abrazo, Dios sabe cuánto te
abrazo.
Esta ha sido mi lectua de Tierra de cristal. En este cuando, de mi vez en cuando, mientras lo he leido, en los pasajes y en las frases menos pensadas, he sido feliz.
Andrés Iniesta dedica su gol a Dani Jarque.
El capitán Iker Casillas levanta la copa del mundo junto a sus compañeros y el entrenador: Vicente del Bosque.
El famoso Pulpo Paul que predijo que España ganaría este partido, se ha convertido en el pulpo más famoso del mundo. No ha errado en sus predicciones en los partidos de este mundial. Sin duda, él también pasará a la historia.
Para conocer qué ocurre en España en estos momentos sólo hay que pasearse por las cadenas de televisión, por las de radio, por las calles de España o entrar en cada una de las casas. La celebración no sólo queda en casa, es a nivel mundial. Hoy España está en el hogar, en la cabeza y en el corazón de todos. (Bueno, de los holandeses es probable que no, pero si son justos y valoran el partido y la forma de jugar y cómo se han dado las cosas esta noche, deberían estar también con la ROJA).
Hoy voy a contar cómo lo he vivido yo. Ya que es un día histórico no quiero preguntarme el día de mañana qué fue lo que hice o dejé de hacer en este día. Jamás pensé que si tuviera un blog hablaría de fútbol, pues no soy futbolera, pero héme aquí. El equipo español ha logrado no sólo ganar el mundial, si no emocionarme hasta tal punto de estar aquí escribiendo sobre ellos en lugar de estar acostada, pues mañana trabajo y a una hora bien temprana. Pero ¿cómo dormir en un día histórico? ¿cómo dormir cuando Málaga entera retumba, palpita, suena, levita, trasnocha, celebra, baila, canturrea, toca el claxon, explota fuegos de artificio y se baña en el mar y en las fuentes? Imposible. Mi manera de celebrarlo es escribiendo cómo viví yo la final.
No he visto ningún partido del mundial al completo, tan sólo unos minutos de cada uno. He ido siguiendo los marcadores y confieso que generalmente no tenía ni idea de qué día se jugaba un partido ni contra quién hasta horas antes, y preguntando a mis compañeros de trabajo. Me preguntaba cómo el fútbol mueve tantas masas y por qué despertaba tanto interés. Muchos amigos me han contestado a la pregunta. Yo lo comparo a lo que yo siento cuando estoy en un concierto o cuando veo la final de alguna serie que sigo. En este caso se me ocurre un concierto de Mecano o de Madonna y una final de Lost. Sí, tal vez no lo consideren comparable, pero yo me hago una idea si lo comparo con ellos. Me hacía ilusión que ganaran hoy, porque hoy día 11, (aunque por la hora que he empezado a escribir, pondrá en la entrada día 12), nació mi sobrino Alejandro hace 3 años. Es mi sobrino mayor, el primero, y mi ahijado, y su fecha de nacimiento es histórica para mí y de las más importantes de mi vida, por lo que me hace especial ilusión que esta fecha sea ahora un hecho histórico para toda España. El 11 de Julio. (Cabe recordar que tenemos en la historia varios días 11 malditos. Guardo un minuto de silencio por ellos y tampoco los olvido jamás y espero que no vuelvan a sucederse ni en días 11 ni en ningún otro. Jamás).
El día amaneció entre nublado y nebloso en Málaga. Parecía que la tendencia de la niebla marítima se esparcía hacia el este, así pues tras recoger a una amiga en su casa, tiramos para el oeste. Acabamos en la playa de Santa Ana, en Benalmádena. El día se tornó magnífico. Soleado. Espléndido. Preludio de algo importante. Durante todo el día había signos de cocerse algo importante en el ambiente. Los vendedores ambulantes o playeros, paseaban banderas, bufandas y camisetas españolas por la playa. Se oían pitos. Ondeaban las banderas en los balcones de los hoteles de la costa, en las tiendas de chinos, en los bares, en las antenas de los coches, en las ventanas... de cada 5 personas, 3 vestían la roja por donde quiera que pasaba. El agua estaba transparente, templada, las piedras del fondo redondas, blancas, naranjas, negras. El sol quemaba, la brisa acariciaba. Bajo la sombrilla el día era perfecto. Salimos tarde de la playa. Me esperaba la caravana de mi vida a la entrada de Málaga. Paré a repostar por si acaso. La sorpresa fue encontrarme la salida más limpia y despejada de mi vida. Ni siquiera había aglomeración de coches a la altura de Plaza Mayor. Ni siquiera tuve problemas al aparcar en casa. Los coches circulaban con sus banderas, pitando moderadamente, dirigiéndose al centro, a los bares, a casa... a celebrar. Una caravana de motocicletas del telepizza ondeaban las banderas al viento. Todos de rojo. Todos con la roja. Me duché rápidamente.
No tenía intención de ver el partido, pero quería verlo. Era como romper mis principios. No soy futbolera. No debo verlo. Pero es HISTORIA. Sí, pero no te gusta el fútbol. Buuuuf. Me acomodé en la terraza con mi madre. Charlábamos de todo un poco y con el rabillo del ojo seguía el partido. La patada en el pecho a Alonso me dejó sin respiración. Cené en el descanso del primer tiempo. El partido estaba siendo flojo y a la vez una carnicería donde los holandeses regalaban patadas y zancadillas por doquier y el árbitro, un armario empotrado de 2x2 gritaba mucho y hacía poco. Colección de tarjetas amarillas para los naranjas y una roja también. Lo merecían. Se merecían muchas más. NO me gusta el juego sucio, ni dentro ni fuera de un estadio. Me fui a la salita y vi el segundo tiempo al completo, yo sola, disfrutando por primera vez desde los mundiales del 82, del fútbol. Sí, yo, esa que no quiere saber nada de fútbol. Esa que cambia de canal. Esa que al mirar a esos chavales piensa que esta generación tiene unos chicos mucho más monos que la que le tocó a ella. Alonso, Nadal, Casillas, Cesc Fábregas... muy monos todos. Y me jode que no estén jugando con la roja, van de azul marino. Les queda bien. Pero nuestro color es el rojo y pienso que igual la suerte la da también el color. Y termina el segundo tiempo y no quiero que vayamos a penaltis. Deposito mi confianza en la prórroga. España se come los nudillos, las manos, las muñecas. Málaga está en silencio, sólo se oye el partido, en todos lados. Por el ojo patico, por la terraza, en la radio, en la televisión. Sólo España y Holanda. Hoy no existe otra cosa. Estoy deseando que marque Iniesta. A mi parecer este chico es el que mejor lo está haciendo. NO entiendo de fútbol, pero lo animo y pienso que no es muy alto, ni muy guapo, pero quiero que sea él y tiene que ser él quien marque porque está dando su vida en el partido, su alma. Y si no es él que se Fábregas, aunque haya salido casi al final, por Villa. Y pasan 15 minutos de la prórroga y todos nos vemos en los penalties y yo no quiero. Son divertidos, pero no son justos y menos para la final de un mundial. Y cruzo los dedos y no los pienso descruzar hasta que termine. Pienso que el alma futbolera que tuve de niña ha vuelto y se ha apoderado de mí de nuevo y sufro con la roja, como todos. Y me siento más española que nunca. Y hago una promesa cuando parece improbable que nadie marque: si gana, me compro la camiseta. Y lo digo para mí. Y el partido sigue igual. Y lo digo en voz alta, mientras calmo a mi perra que está asustada por algún cohete que han tirado por ahí los aficionados. Y entonces no sé cómo el balón se acerca a la portería contraria y hay varios jugadores naranjas delante, y sólo dos azules, uno tiene el balón y se lo pasa a Iniesta e Iniesta chuta y... GOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!! El gol de la victoria a escasos minutos del final.
Todo el mundo grita, petardos, cohetes, el suelo retumba, el piso parece celebrarlo también. Siento que yo también he marcado ese gol. Levanto las manos. Grito. Y entiendo a los futboleros. Si yo me siento así, ¿cómo se sentirán ellos? Y se acaba el partido y ya sólo hay lágrimas por todos lados, sonrisas y lágrimas, como en la película. Y mi madre se viene a la salita y como tontas observamos el televisor y hablamos de que nos emocionamos más con cosas alegres que con tristes, que con las tristes cuesta llorar. Y pienso que mi prima Maribel también estará limpiándose las lágrimas y diciendo, ay, qué tonta. Pero es así, todos los españoles, como con las uvas, estamos haciendo lo mismo a la vez. He vuelto al redil. He vuelto a la manada. Estoy emocionada. Me llama mi amigo Rafa. Le envío un sms de vuelta, y otro a mi amiga Patri. Las dos queremos la camiseta de España YA. Y me dice que nos vayamos mañana a Madrid a celebrarlo. Y en caliente digo que claro, mañana en frío diré que tenemos trabajo y que hasta el fin de semana no podremos hacerlo. Y le mando un sms a Fernando, mi compi, y otro a Pedro, mi compi de escritura. Y me quedo viendo los comentarios en la tele mientras todo el mundo abandona sus hogares y tira para el centro. Mis amigos están en la plaza de toros, donde el Ayuntamiento ha puesto una pantalla gigante. Y los pitos no cesan, ni los cohetes, ni los gritos, ni los ooooooooeee, ooooooooooeee, oeeee, oooeeee, ni los España, ra, ra, ra, ni los CAMPEOOONES, CAMPEOOONES, OOOEE, OOEEE, OOEEEE, etc, etc. Y veo a la Reina decir que hemos jugado mejor que todos, y veo al Príncipe emocionado y a Letizia que tiene mucho qué decir, y veo a Nadal, a Plácido Domingo, a Morgan Freeman, a Shakira, a Gassol y a Iker Casillas que es entrevistado por su novia Sara Carbonero, y para acallar la boca de todos, le pega un morreo que ella no se espera pero desea. Y todos volvemos a gritarle a Casillas: Viva la madre que te parió!!! y aparece su madre y dice que su padre también tuvo que ver, y luego aparece su hermano Unai y después Andresito Iniestra, tan humilde y buena gente como siempre. Y se emociona y me vuelvo a emocionar con él y esto es un no parar y decido que por una vez en la vida y sin saber, voy a hablar de fútbol, que tengo que hacerlo y me vengo para el cuarto cerca de la una, cuando debería llevar una hora dormida pero a sabiendas que es imposible dormir por el ruido y las celebraciones, y empiezo a escribir esto sin saber qué decir o qué poner. Sin duda toda esta palabrería no aporta nada, sólo la visión de alguien que no ama el fútbol pero que hoy ha sentido como si ese sentimiento le corriera por las venas. Extraña cosa. En fin, este ha sido el final del mundial para mí. Hoy día 11 de julio de 2010. Ya es 12 y seguiremos celebrando toda la semana, y recurriremos a este día todas las veces que haga falta de aquí a la eternidad.
ENHORABUENA AL EQUIPO ESPAÑOL DE FÚTBOL:
SOIS LOS MEJORES DEL MUNDO.
GRACIAS POR HACERME SENTIR ALGO QUE TENÍA DORMIDO EN MÍ Y QUE JAMÁS PENSÉ QUE VOLVERÍA A SENTIR. TODOS SOMOS LA ROJA.
I.M.G.
He seleccionado los 5 primeros que me han venido a la mente, después de leer infinidad de comentarios, habrá tantos como lectores lo hayan leído, obviamente.1. Seda es la historia de la certeza de la propia suerte. En
ella se percibe una atmósfera de abandono al destino cuyos personajes lo asumen
como se asume la realidad.2. Alessandro Barico ha escrito la novela de un sacrificio,
como a veces es el amor o las cosas cercanas que nos rodean.
-"¿Cómo es el
fin del mundo? -le preguntaron.
Invisible3. Me han dejado la novela de Baricco "SEDA",
afortunadamente! Es un Bluf, una pérdida de tiempo leerla y un aburrimiento
total, a su favor que es corta. (No estoy de acuerdo, pero es una opinión como
otra cualquiera, claro)4. Es curioso cómo una historia tan breve, con un contenido
aparentemente simple y en ocasiones descarada e intencionadamente repetitivo,
puede plantearme tantas incógnitas a la vez...5. Un whisky doble para el alma
1. No le gustaban los asuntos serios y un adiós es un asunto
serio.2. Volverán. Siempre es difícil la tentación de volver.3. Había un por qué, pero no me acuerdo. No se recuerdan
nunca los porqués.4. Tal vez, la vida, a veces, te cambia de una forma que no
hay más que decir.