Algunos entendidos de poesía, líbrenme a mí de esa carga pues a veces no la entiendo, sólo la siento, consideran a Walt Whitman como el padre del verso libre.
Podría dar datos de la biografía de Whitman, bien sacándolos de la wikipedia, bien rememorando viejas clases de literatura, bien sacándolos de las notas biográficas que suelen acompañar a su Canto a mí mismo, o bien viajando a su tumba ubicada en el cementerio de Harleigh en Candem y transcribir lo que él mismo me contara a través del ulular del viento, pero no voy a hacerlo. Considero que la mejor manera de nombrar a Whitman, o de, tal vez conocerlo un poco, es a través de su Hojas de hierba.
"La prueba de un poeta es que su país lo absorba sentimentalmente de la misma forma que él absorbió a su país" (prefacio de Hojas de Hierba 1855).
¿Qué mejor homenaje, se me ocurre hoy, que transcribir algunos extractos de Canto a mí mismo (Hojas de Hierba), para hablar de este autor, que al igual que Baudelaire con Las flores del mal, sólo escribió un único libro de poesía: Hojas de hierba, que en su versión definitiva cuenta con 390 poemas, (siendo el Canto a mí mismo, uno de ellos, quizá el más conocido, alabado y criticado).
León Felipe dijo de él:
No tiene otro título ni rótulo a la puerta,
No es doctor,
ni reverendo,
ni maese...
No es un misionero tampoco.
No viene a repartir catecismos ni reglamentos,
ni a colgarle a nadie una cruz en la solapa.
Ni a juzgar;
ni a premiar,
ni a castigar.
Viene sencillamente a cantar una canción.
CANTO A MÍ MISMO (Walt Whitman), extractos escogidos:
Yo me celebro y me canto,
Y de lo que me apropie te debes apropiar,
Pues cada átomo mío te pertenece.
Ando vagabundo e invito a mi alma a que tam-
bién lo haga.
Ando vagabundo y me tiendo a mis anchas a mi-
rar un tallo de hierba estival.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, se formaron
de este suelo, de este aire.
Nacido aquí, de padres cuyos padres aquí tam-
bién nacieron, al igual que sus padres.
A mis treinta y siete años, con una salud per-
fecta.
He empezado a vivir, y sólo espero no dejar ya
de hacerlo hasta mi muerte.
Que se callen ahora las escuelas y credos
Me sirvieron y nunca he de olvidarlo
Acojo el bien o el mal, dejo que todo hable sin
importarme el riesgo
A la naturaleza sin frenos con su energía origi-
naria.
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He oído lo que decían los charlatanes sobre el
principio y el fin,
Pero yo no hablo del principio y del fin.
Jamás hubo otro principio que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora,
Y nunca habrá otra perfección que la de ahora,
Ni más cielo, o infierno que éstos de ahora.
Instinto, instinto, instinto,
Siempre el instinto procreando el mundo
Surgen de la sombra los iguales, opuestos y com-
plementarios, siemrpe sustancia y crecimiento,
siempre sexo,
Siempre una red de identidades, siempre distin-
ciones, siempre la vida fecundada....
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Soy por igual del viejo y del joven, del necio
y del sabio,
Indiferente y atneto a un tiempo con los demás,
Maternal y paternal a la vez, niño y hombre,
Formado de una materia tosca y de una materia
delicada.
Ciudadano de la Nación de muchas naciones, no
menos de las grandes que de las pequeñas
Soy del norte y del sur, soy un ranchero indolente
y hospitalario de orillas del Occoni....
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Soy el poeta del cuerpo y soy el poeta del alma,
Sé de goces de cielo yde horrores de infierno
Injerto los primeros a mi ser, los aumento, y
dejo los segundos para decirlos en un idioma
nuevo.
Soy el poeta de la mujer no menos que del hom-
bre
Y digo que es tan noble ser mujer como hombre,
Que no hay nada más noble que ser la madre de
los hombres.
Canto a la exaltación o a la soberbia,
Bastante hemos rogado, bajado la cabeza,
Y afirmo que el tamaño no es más que desarrollo.
¿Has superado al resto? ¿Llegaste a presidente?
Es una nimiedad, cualquiera podrá alcanzarte
y luego ascender más arriba...
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¡Basta, basta, basta!
Ando aturdido, ¡atrás!
Dadme un poco de tiempo, que pueda reponer-
me del golpe, de los sueños, del vértigo fatal
y los bostezos.
Estoy ante un error que suele ser corriente
¡Si pudiera olvidar las burlas, los insultos!
¡Si pudiera olvidar los llantos y los golpes
de clavos y martillos!
Si pudiera mirar con otros ojos mi propia cruz,
mi corona de espinas...
Ya recuerdo...
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¡Poetas del futuro! ¡Oradores, cantantes, músi-
cos del porvenir!
No será este presente quien debe justificarme y
responder por mí
Sois vosotros, la nueva generación autóctona y
atlética, continental, más grandes que todas las
conocidas
¡Arriba! que vosotros debéis justificarme...
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A ti, quienquiera que seas...
¡Toma! .....
Me ofrezco a ti, en todo y para todo, me ofrezco
a mí mismo, prometiendo no dejarte jamás,
De lo que doy fe firmando con mi nombre
Walt Whitman.
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Oda de García Lorca a Walt Whitman:
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Queda aquí clausurado mi mes dedicado a la poesía: Borges, Neuman y Whitman, la lectura de sus poemas me ha acompañado todo enero.
¿Quién sabe qué nos deparará Febrero? De momento un viaje para saludar a un gran amigo, un buen amigo, Londres, salgo a tu encuentro, una vez más, con los brazos abiertos.
I.M.G.