17/09/2010 Málaga - Gatwick - Reading - Bath.
Una noche que bien podría describirse en uno de los capítulos de "Los misterios de Udolfo" de Anne Radcliffe. Llovía, tronaba y los relámpagos iluminaban la ciudad dormida. En cada flash parecía retratarse el final del verano, aunque viviendo en Málaga, nada más lejos... en esta ciudad no se habla del final del verano hasta bien entrado noviembre. (Aún nos queda mucha manga corta que regastar). La lluvia golpeaba furiosa las persianas. 4:30 de la madrugada. Hora de sueños. Hora de descuento hacia mi próxima aventura: Bath. Al fin me duermo. Sueño.
Despertador. 6:45. Lluvia. Bus. Centro. Amiga. Tren de cercanías. Aeropuerto de Málaga. 9:00. Hora de embarque: 9:30. Salida del vuelo: 10:10. En un par de horas: Gatwick. Un par de horas más y al fin: Bath. Esos eran los planes, pero no siempre salen redondos. Esta fue una de esas ocasiones. El vuelo sufrió un retraso de 5 horas. Indignación. Indiganción. Más indignación. Mucha más y.... Volvemos a empezar: Aeropuerto de Málaga. 9:00. Hora de embarque: 14:30. Salida del vuelo: 15:00. Amiga sentada con desconocidos en fila 16. Aquí, la bloggera, lo mismo, en fila 17. A mi izquierda un tipo alto y serio lee una revista de negocios en inglés. Parece interesado. Lleva unos gemelos plateados con un escudo. Enfoco la vista como si se tratara de prismáticos, primero un ojo, luego el otro y lo veo claro: Harvard Business School. A mi derecha una chica, también seria, de pelo largo y oscuro lee a Federico Mocchia. Es la primera vez que no llevo algo para leer en el avión. Me quejo de mi suerte y cierro los ojos. Cruzamos España. Cruzamos Francia. El mar del Norte. Un niño llora. Llora. Llora. Insoportable. La azafata canturrea en inglés cuando habla. Dice "zeeeenkiuuu". Nadie interesante. Un chico levanta a un bebé en alto. Rubio. Su compañera guarda cierto parecido con Jennifer Gardner. NO. Sí. Puede. No. En nada. Un señor enorme ocupa dos asientos. Otro hombre, parecido a Toni Curtis, (D.E.P. Toni Curtis), se contonea por el pasillo. Lleva el pelo pintado. Un español habla en voz alta. Muy alta. No he leido a Mocchia, pero mataría por quitarle el libro a mi compañera de viaje. ¿Cómo he podido subir al avión sin un libro? ¡Yo! Descendemos. Una pasajera lleva una flor rosa y extraña en la cabeza. Camiseta de leopardo. Pantalones de licra negros. Sé que a partir de poner un pie en la gran isla inglesa, tendré que volverme más de una vez para observar alguna camiseta, algunos zapatos, una diadema o una pésima combinación de ropa adornada con un sombrero alocado y un corte de pelo sicodélico. No soy fashion victim, pero sé reconocer a los horteras en cuanto los veo. Llegamos a Inglaterra. On time. North Gatwick.
Tren hacia South Gatwick. On time. Train Station. Nos atiende un chico español. Serio. Tren para Bath a las 18:03. Hacemos tiempo acercándonos al Upper Crust. No hay papeleras. Pregunto por ellas a un responsable de la estación. Me indica un "poyete". ¿Ahí? -pregunto. Sí, ahí. Responde. Me quedo, literalmente, muerta. Lo dejo sobre el poyete sintiéndome una "guarra" por dejar papeles de bocatas por ahí tirados, pero órdenes inglesas son órdenes inglesas. Mi zumo de manzana sabe a piña. O a uva. O a piña y uva. Salimos para Reading con extrema puntualidad inglesa. Atrevasamos la campiña con un sol radiante. Los árboles y los prados tienen una gama de verde que sólo reconozco en Inglaterra. Tras varias paradas, todas puntuales, atravesamos el sur de Inglaterra y llegamos a Reading. Media hora de parada. Un servicio. Una chica rubia se pone un postizo frente a un espejo minúsculo. Se maquilla y nosotras nos ponemos ropa de invierno. Ya no estamos en Málaga y el verano ha quedado lejos. Hace frío.
El tren procedente de Paddington, (Londres), llega con unos minutos de retraso. Se clava en las vías, gime, exhala humo y pasajeros. Subimos otros. Todos de pie. Algunos sentados en el suelo, entre los vagones, leyendo. En primera clase los asientos tienen pequeños televisores. A la media hora de camino nos agenciamos un par de esos asientos. Trasteo las teles. Encuentro series. Comedia. Friends. Me río con Mónica y Chandler, con Joey y Rachel, con Phoebe y Ross. Recuerdos. Recuerdos. Recuerdos. Después Glee, el piloto. No podemos ver más de 5 minutos. Una chica se maquilla los ojos, las pestañas. Su novio la felicita.
21:05 Bath Spa. Destino. On time.
¿De verdad he llegado a Bath? ¿El Bath de Jane Austen? ¿El Bath de su Persuasion? ¿El Bath de La abadía de Northanger? ¿El Bath de MOll Flanders? ¿De verdad estoy en Bath? ¿Yo? ¿La que leía todos esos libros e imaginaba a la sociedad inglesa paseando por sus calles de la era georgiana? ¿De verdad es Bath?
Hace bastante frío. Tiemblo. Una hilera de taxis nos recibe. Guardamos cola. Tiemblo de nuevo. Ahora es la emoción. El reconocer un sueño ante la propia vista. Observo el cartel mientras llega nuestro turno: Bath Spa.
Cruzamos los dedos. Queremos un taxi típico inglés. Finalmente es un Peugeot como hay cientos en España o en Francia, pero con el volante al otro lado. El tipo, rudo, serio, guarda las maletas en el maletero y le damos la dirección. Brock Street, junto a The Circus.
BATH... las calles de Bath... la oscuridad nos muestra una ciudad marrón/gris , de edificios bajos, cargada de historia, con apenas gente en sus calles. El bed and breakfast es un edificio del siglo XVIII antes el que debió pasar Jane Austen cientos de veces en sus paseos. Vivía a apenas dos calles. Llamamos al timbre. Nadie. Nuevo intento. Nadie. Iluminación escasa. Una chapa en la puerta, en dorado. Brock. Intento telefónico. El teléfono suena dentro. Nadie. Noche cerrada. Frío. Nadie. Risas nerviosas.
Llamada a un número personal. Atienden en un inglés cerrado. Indicación: Restaurante The Circus. Tras un malentendido conseguimos nuestras llaves. Al fin entramos en el edificion georgiano. Es como abrir la puerta de un fotograma y adentrarse en una película de época. Realmente estamos en un hotel de época, en lo que antaño fue una casa de una familia georgiana. Suelo enmoquetado en verde. Escaleras pintadas en blanco. Una o dos habitaciones por planta. Tenemos la "suit". ¡Guau! ¿Qué diría Jane Austen? No sé. Nosotras "lo flipamos", aunque el término no quede apropiado en una época en la que ahora estamos, porque realmente ese momento y ese lugar eran el siglo XVIII inglés y nosotras una "okupas" de un tiempo futuro.
Paseo por The Circus y Gay Street, una de las calles donde vivió Jane Austen y donde se encuentra su museo. Fotos con un león perteneciente a una exposición en Bath 2010. Iluminación escasa. Cansancio. Volvemos al hotel. Fotos. Ducha. Para encender la luz del baño no hay interruptor. Una cuerda cuelga del techo en un baño moderno a la par que enmoquetado. Tiramos de la cuerda. Se enciende la luz.
Me duelen un poco las mandíbulas. Excesos del día. Supongo. Apagamos la luz. Cerramos los ojos. Sueños en Bath.
2:38h Madrugada en Bath. Mi cara. Baño. Luz tirando de la cuerdecita. Mirada al espejo. Mi cara hinchada. Muy hinchada. Sobre las mandíbulas. En los oídos. En las amígdalas. Tiemblo. Mareo. Taquicardia. Vuelta al espejo. Horror.
To be continued...
I.M.G.
Fotografías propiedad de Isabel Merino González. (Bath 17/09/2010)
Isa, me encanta tu crónica.
ResponderEliminarLos flashes con los que nos vas mostrando tu viaje,me han hecho viajar contigo...
La habitación es preciosa. Espero las siguientes partes con crónica detallada y fotos.
Abrazos
L;)
Loli, qué viaje más ajetreao el de Bath, jajaj, pero bueno, lo anecdótico da para muchas escrituras y lecturas. Ya sabes en qué acabó ese Horror del final, jajaj.
ResponderEliminarMañana me voy a Londres, por quinta vez, me flipa esta ciudad. Voy a descansar un poquito, a ver un par de musicales y unos castillos que me quedan pendientes, a comprarme unos discos que no hay aquí y de vuelta sigo con mi crónica de Bath. De Londres no creo que haya.
Besitos
Isa
Qué bueno recorrer esas calles con tanta historia y, encima, parar en una casa georgiana!
ResponderEliminarUna suerte enorme, espero más relato.
Saludos.
Hola Luciana, sin duda el relato de Bath no ha hecho más que comenzar, en el siguiente capítulo haré hincapié en The Promenade, que es la cabalgata, "The Parade", con la gente vestida de época. Fue una auténtica pasada. En cuanto vuelva de Londres, os sigo contando. Gracias por leerme.
ResponderEliminarUn besito
Isa
Querida Isa,
ResponderEliminarSiento unas ganas locas de ir a Bath. Estoy planeando un viajecito de fin de semana, que a mí me pilla a un par de horitas en tren (vivo en Inglaterra, por si no lo había dicho).
Esos "hotelitos" maravillosos te hacen soñar, sí.
Ojalá pueda vivir esa experiencia pronto.
Besos.
Hola Eleanor, acabo de llegar de Inglaterra hace hora y pico. He estado en Londres por quinta vez. Me encanta esta ciudad. Si vives a pocas horas de Bath, te recomiendo que no te lo pierdas. Y más, si eres seguidora de Jane Austen o de la época de la regencia.
ResponderEliminarUn beso y ya nos contarás tu excursión cuando vayas.
Voy a deshacer la maleta...