miércoles, 30 de junio de 2010

álbum de familia

En esta página tengo por costumbre, (poca aún porque la creación del blog es relativamente reciente), y tendré, hablar de libros, de los que leo, de los que me llenan, de los que comparto, de los que aprendo algo... en esta ocasión, y ya que hago publicidad de tantos, quisiera publicitar el primer libro de relatos que salió al mercado literario escrito por mi grupo: puntoYseguido. No voy a extenderme más que en cualquier otro ni voy a colgar montones de fotos de su presentación y de su andanza, sólo quiero que lo conozcais a él más que a sus autores, sólo deseo que querais leerlo y que nos conteis, una vez leido, vuestras impresiones. Sin duda, todas, buenas y/o malas, nos servirán para seguir mejorando. Gracias.



álbum de familia, es el primer libro publicado por el grupo literario malagueño punto y seguido, grupo del cual formo parte. La idea y los primeros borradores de los 6 relatos que componen el libro surgieron durante el fin de semana, ( febrero de 2008), que pasamos en El Hotel cortijo de la Reina, situado en los Montes de Málaga.


La propuesta de trabajo consistía en escribir un relato basado en una imagen. Cada uno de los miembros de punto y seguido aportamos para la ocasión una fotografía familiar antigua, en blanco y negro. Introdujimos las fotografías en un sobre y cada uno de los miembros cogió una al azar sin saber a quién pertenecía y sobre ella trabajamos. Las 6 fotografías aparecen en el libro como portada del relato al que pertenece.



Lo interesante de la propuesta y también el desafío era elaborar un relato de una imagen. En cada imagen se puede observar a una o más personas, se puede sobreentender una época y un lugar, un estado de ánimo, etc. Cada persona imaginará un relato distinto y a unos personajes distintos al mirar las fotografías, pero en álbum de familia, están los que imaginamos nosotros, lo que nosotros pensamos que se escondía tras ese momento captado por la cámara. Elaboramos la portada y contraportada de nuestro libro y propusimos el siguiente prólogo:




"Hay un tiempo en que siempre sonreímos en las fotos. Miramos
a la cámara y sonreímos como si fuera eso lo que ella espera fotografiar.
También hay otro tiempo en que somos reservados y posamos con un calculado desdén. No quedan sonrisas, sólo expresiones ausentes de aparente despreocupación, intentos de evitar la cámara que nos retrata en contra de nuestra voluntad, Por fin hay otro tiempo en que decidimos mostrarnos como somos... "


"... A los protagonistas de estos relatos les sucede algo parecido. Muestran y ocultan algo. De hecho, antes de ser personajes, fueron personas de carne y hueso...".



puntoYseguido

El 6 de Marzo de 2009 presentamos nuestro libro en la librería Prometeo de Málaga, con gran afluencia de público y gran aceptación del libro.

La publicación, el diseño de portada y grafismos han sido elaborados por punto y seguido.

PuntoYseguido.2008. Depósito legal: MA-01125-2008.

Nº de Registro: 2008999001082743.




Los miembros de puntoYseguido son, de izquierda a derecha, el día de la presentación de álbum de familia:



- Mauricio Ciruelos

- Isabel Merino

- Miguel Núñez

- Pedro Rojano

- Inmaculada Reina

- Andrea Vinci.

03/06/2009 Librería Prometeo (Málaga)


Desde hace más de un año venimos promocionando nuestro libro. Ahora mismo estamos inmersos en el siguiente proyecto, que saldrá probablemente antes de que finalice este año 2010. Para el nuevo proyecto, el grupo cuenta con un miembro más, Loli Pérez, que ha elevado el número de participantes a 7, el número mágico. Gracias Loli, por hacernos crecer en todos los sentidos.


Os dejo los principios de cada uno de los relatos que componen álbum de familia. Si quereis seguir leyéndolos sólo debeis pedirnos un ejemplar a la siguiente dirección de correo electrónico: punto-y-seguido@googlegroups.com (El precio del libro, que consta de 6 relatos repartidos en 66 páginas, es de 3€).


1. Sonrisas en el papel (Autora: Andrea Vinci) Fotografía de Inmaculada Reina.


En una época de mi vida llegué a pensar que jamás abriría esa caja. Me
perturbaba cuando la ponía sobre mi falda y amagaba con abrirla. Cada vez que lo intentaba me decía: ¿Para qué?, si mirar esas fotos no lo va a
resucitar.

2. Exhumación (Autor: Mauricio Ciruelos) Fotografía de Andrea Vinci.



Hoy he asistido por segunda vez al entierro de mi única hija. El primero
fue hace cincuenta años y más que un entierro aquello fue un burdo
enterramiento, sin ceremonia religiosa ni último adiós, e improvisando como ataúd una tosaca caja de madera. Aún recuerdo aquella noche...

3. La Guerra (Autora: Inmaculada Reina) Fotografía de Isabel Merino.


He olvidado el abrigo y el bolso, pero cruzo los brazos con las manos bajo las axilas y aprieto el paso. Aunque no sé adónde voy, llego a casa de mi padre. Mi madre, en el umbral de la puerta me mira un segundo. Qué ha pasado, me pregunta.

4. Diccionario de Inexistencias (Autora: Isabel Merino) Fotografía de Mauricio Ciruelos.

Encontré a mi padre sentado en su butacón. Parecía diez años mayor. Su figura esquelética se perdía dentro de su batín de lana a cuadros. Después de abrazarlo me preguntó por el Diccionario de las Inexistencias.

5. Días en la ventana (Autor: Miguel Núñez) Fotografía de Pedro Rojano.


Lina no recordó su aniversario. Fue a la peluquería como todos los viernes, compró comida para el fin de semana y tendió la ropa de dos lavadoras. Los niños jugaron en su cuarto toda la tarde, Lina los llamó para que ayudaran a poner la mesa. Desde la ventana de su dormitorio vio encendidas las luces de la calle y una luna redonda que asomaba encima de los tejados.


6. La noche de la final (Autor: Pedro Rojano) Fotografía de Miguel Núñez.


Salvador ha muerto, dice una voz desconocida al otro lado del teléofno y Pepo advierte un precipio como de montaña rusa. Quiere llorar, y cree hacerlo cuando se descuebre en el espejo del salón de pie, junto a la mesa de libros, mirando sin mirar al frente. No siente lástima...



Os animamos a seguir leyendo nuestros relatos.

Nos han leido, entre otros, Andrés Neuman, Jose Carlos Carmona, Jose Luis Ordóñez, José Antonio Garriga Vela, Sergio Chejfec, Camilo de Ory, Almudena Grandes, Rafael Chirbes, Manuel Rivas, Vicente Luis Mora, Esther Tusquets, Espido Freire, Juan Bonilla, Menendez Salmón, Patricio Pron, Marcos Giralt Torrent, etc etc. Amén de nuestros lectores más anónimos, que no por ello menos importantes, nuestras familias, amigos y conocidos. Un libro empieza a caminar cuando está en las manos de quienes quieren leerlo. Dejemos que siga andando.


Entre las críticas recibidas cabe destacar que a muchos les ha parecido triste en su conjunto en su primera lectura. Nosotros apuntamos la crítica para que el siguiente sea de una temática mucho más variada. Otros nos han señalado que el relato número dos debería haber ido al final del libro, pues una vez leido no invita a seguir con el resto. Creemos que es un error tratar de igualar un relato a otro, pues ninguno guarda parecido entre sí, ni el autor es el mismo. Otros en cambio, han sugerido que ese segundo relato es el mejor. Como veis, para gustos los colores, por muy tópico que sea decirlo. Cada relato tiene muchísimas lecturas e impresiones diferentes, tantas como lectores los devoren. Nosotros tenemos las nuestras propias, ¿coincidirán? Si los habeis leido no dudeis en enviarnos vuestras impresiones. Os responderemos gustosamente y las recibiremos con gran satisfacción.


GRACIAS.


I.M.G.
Isabel Merino firmando álbum de familia
Libreria Prometeo 06/03/2009








Nota de última hora: Podeis adquirir álbum de familia también a través de la librería Proteo, Prometeo a través de su página web y en Prometeo ocasión de Málaga en Calle Carretería. Los primeros ejemplares en venderse esta navidad de 2010 saldrán a 1€. Cantidad limitada. Espero vuestros comentarios.
















miércoles, 16 de junio de 2010

Se mueren las cartas



El espectacular y fascinante avance
de las tecnologías está acabando casi totalmente con la exquisita costumbre de
escribir cartas; de coger sobre, pluma y papel, sentimientos e ideas y hacerlos
llegar como un trozo de vida a otra persona. Quizás con borrones ya imposibles
de corregir, con faltas de corazón y ortografía, un trozo que será macerado
largo tiempo con otros trozos de vida en sacas de correo después de un largo
viaje en trenes, barcos o aviones.

El hecho de doblar o rasgar un sobre
y de sellar una carta también desaparecerán. Pronto será extraño ver un buzón en
la calle o cruzarse con un cartero y, lo más terrible, que se nos olvidará cómo
era escribir a mano. Nuestra caligrafía personal será sustituida por la de una
máquina perfecta, sin faltas, sin pulso, sin alma.


Así empieza el libro CARTAS & caligrafías de LITORAL, (Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento).

Siempre me gustó escribir cartas, para mí y para otros, (mi abuela O. me las dictaba para mi tío A. de Toulousse). Me gustaba empezar escribiendo la fecha, tal como me habían enseñado en mi colegio. ¿Qué es una carta sin una fecha o sin una despedida? Es un velero sin velas, una sopa sin cuchara, una bicicleta sin manillar. He escrito cientos de cartas a lo largo de mi vida, casi todas a mano. He recibido también unas pocas. De eso hace mucho, mucho tiempo. Ahora recibo y envío mails. Y sólo de vez en cuando envío alguna postal. Me doy ese lujo cuando estoy de viaje. Escojo cuidadosamente el bolígrafo con el que voy a enviarme, pues siempre es uno el que se envía cuando escribe a mano, prefiero la tinta negra, ni muy fina ni muy gruesa. Siempre dejo sangría al empezar, tras poner el nombre de a quién va dirigida. Suelo personalizar, jamás envío dos postales iguales, ni la foto, ni el contenido, a veces ni siquiera la letra. Tampoco las escribo en el mismo lugar. Una veces los trazos salen inclinados hacia arriba, otros hacia la derecha, otros salen redondos y la mayoría de las veces afilados, con las mayúsculas grandes. Un poco yo. No le envío postales ni cartas a cualquiera.


Recibir una carta


Recibir una carta cuando se espera la llegada de una mujer

una carta de mujer

de mujer nacida de poema

abrir la carta como quien despega un deseo

leer la carta como se recita un universo

besar la carta como se busca el color de un poema

plegar la carta en la cartera como se prohija una rima

quema el sobre de la carta como se viaja al interior de África

archivar la carta con otras cartas como a la enferma con otras enfermas

acordarse de la carta cuando se duda de la selva

olvidarse de la carta como cuando se nos muere una época

y de otra mujer olvidada nos nace el salvador poema


Gerardo Diego



Cada día abro el buzón al llegar del trabajo, a mediodía, generalmente sólo encuentro publicidad: clínicas dentales, ventas de pisos, tarotistas, grandes almacenes, restaurantes, etc. No suelo mirar la publicidad, ni siquiera llega a subir a casa, junto a los buzones hay un lugar específico para ella. La deposito ahí. Otros días encuentro cartas del banco, del Ayuntamiento, (algún tipo de recaudación), de algún concurso literario al que me he presentado o de alguna ONG en la que participo. Ninguna me saca la sonrisa. Cuando llego a casa dejo todos los sobres en la cocina. Ninguno me ha creado la ilusión o el cosquilleo que sentía cuando recibía una carta o una postal. Pero esas ya no llegan nunca. Ya no se estilan. Nadie tiene tiempo. No van acorde con los tiempos. Y yo pienso, ¿por qué tenemos que perder todas la viejas costumbres? Sin darme cuenta, yo también las voy perdiendo.


Y me gusta escribir a mano. Me quedan las dedicatorias de los libros, (cuando firmo alguno), de los cumpleaños, (cuando se compran tarjetas). No puedo extenderme mucho, pero siempre ocupo el mayor espacio posible. Tengo la letra grande, me excuso, pero no es sólo eso. Es que me gusta coger el bolígrafo, la pluma, el lapicero, me gusta agarralo con tres dedos, tres, y apretar la punta contra el papel y dejarme fluir, dejarme improvisar. Me gusta escribir a mano, sí, y son tan pocas las veces que ahora lo hago, que necesito extenderme, expresarme, derramarme en la caligrafía.


Guardo cada carta recibida, cada postal, cada felicitación de cumpleaños o Navidad como se guardan en el corazón los grandes momentos y a los grandes amigos, y me los encuentro cuando reabro el sobre, cuando despliego el papel, cuando me encuentro su letra, pequeña, mediana o grande, emocionada, o altiva, enojada, o amorosa, cariñosa o superficial, directa y sincera, y evoco el momento en que escribieron esas letras pensando en mí, para mí. Eran y era. Son y soy. Y me emociono. No somos los mismos, pero ahí estamos, perennes, en un trozo de papel, desparramados, entre tachones, entre recuerdos que traen otros recuerdos.



¿Cuándo fue la última vez que alguien os escribió una carta? ¿Cuándo fue la última vez que escribísteis una? ¿A quién se la enviásteis? ¿Por qué? ¿Cuál fue la causa de que justo esa carta la escribíeseis a mano? ¿Y la última postal? ¿Enviada o recibida?
Entre todos comprobaremos, que las fechas que daremos a estas respuestas, serán de hace mucho tiempo.
Una lástima.



Se muere la caligrafía, se mueren las cartas...




I.M.G.


martes, 15 de junio de 2010

Vuelve ANA TORROJA (Sonrisas)




¡¡¡ Vuelve Ana Torroja !!!

¡¡¡ ATENTOS !!!





Qué regalo de cumpleaños.... ¡QUÉ REGALO!
(Aún quedan 3 días para mi cumple y varios para que empiece a sonar SONRISAS en la radio, pero QUÉ REGALO saber con certeza, que Ana vuelve).
Tengo mono... I confess... mucho, mucho, mucho...

lunes, 14 de junio de 2010

Monday, June 14 - Woodlane Park (Hampshire).

Tía Harriet ha partido temprano. Habría querido despedirme de ella, pero después de lo sucedido no me ha parecido apropiado. Cuando regrese me habré marchado. No sé si volveremos a vernos. Me apena. Mentiría si escribiese lo contrario en este diario que ha de partir conmigo. He de hablar con tío Edward. He de mostrarle mi gratitud por estos años y he de hacerle entender que mi marcha obedece a razones que nada tienen que ver con ellos. Con toda seguridad tampoco volveré a ver a mi tío querido. Mi vida ha de comenzar de nuevo. Lejos de Woodlane Park y de los Cooper. Voy a recoger mis cosas.

sábado, 12 de junio de 2010

Andrés Neuman y yo


He nombrado a Andrés Neuman en casi todas mis entradas anteriores, pero ¿quién es Andrés Neuman? El "escribidor", el "escritor", el "poeta", el "viajero", el "personaje", el "autor", el "narrador", el hombre, SONRIENTE.



Para saber un poco de él, sólo hay que poner su nombre en google y aparecen: Resultados 1 - 10 de aproximadamente 1.930.000 de andres neuman. (0,19 segundos)



Imposible leerlos todos para saber sobre este escritor. Os remito a la wikipedia para tener una idea. O a su página web: http://www.andresneuman.com/curriculum.htm





Pero quién es para mí Andrés Neuman, o Andresito, como dice una amiga argentina. Mejor empezar por el principio. Trataré de ser breve, ¿lo conseguiré? Sí, yo también lo dudo mucho.


Conocí a Andrés en marzo de 2009, vagabundeando por la red, buscando un autor de nuestros tiempos que no conocieran mis compañeros de "punto y seguido". Quería llevar a nuestro segundo encuentro literario, en Hotel Casa Convento La Almoraima (Castellar de la Frontera-Cádiz), un relato desconocido por el grupo de un autor igualmente desconocido por el grupo y a la vez actual. Me pareció complicado, sobre todo por Inma y Miguel, que lo conocen todo. De repente apareció su nombre: Andrés Neuman. Me gusta el nombre de Andrés y el apellido Neuman me remitió a Paul Newman. Bonito contraste. Un binomio fantástico.


Indagué. Encontré un relato: Una raya en la arena. (Alumbramiento. Edit. Páginas de Espuma) y otro: La felicidad. Me parecieron dignos de ser desmembrados por mi grupo. Y eso hicimos.



El domingo, antes de marcharnos de la Casa Convento, en el patio de la misma, a la luz del sol del mediodía y tomando algún refrigerio, les leí a mis compañeros ambos relatos, (como se observa en la foto de ese momento, sí son mis manos y sí son los folios que llevé con lo que os he contado) y después tratamos de desmembrarlos, de buscar la historia oculta, el por qué de los personajes y de sus actuaciones, el por qué de las comas y los puntos y aparte. Más tarde, hablamos de lo poco que sabíamos del autor, que además, era menor que todos nosotros, del año 77, argentino y español, como nuestro grupo. Así conocimos a Andrés Neuman. Por casualidad. Aunque ¿quién cree en las casualidades? Tenía que ser así.



Empezaban nuestros cruces de caminos. Pocos escritores que conozca han hecho de una frase una novela, en este caso de terror y dedicada a Fernando Iwasaki. (pág 111 de Alumbramiento). No desvelo más.



Ahí podría haber quedado todo, pero seguí indagando y me perdí durante días en su página web, cuyo enlace he puesto al principio. De ahí me fui a una de mis librerías favoritas y me compré uno de sus libros de relatos: Alumbramiento. Me lo bebí en prácticamente una semana. Hice lo que no suelo hacer, coger un lápiz y analizar cada uno de los relatos y escribir mis impresiones en el libro. Sobre todo analicé qué tipo de narrador usaba y por qué, cuál era el tema del relato, su singularidad, la historia que nos contaba, cómo la contaba, y la historia oculta. Traté de hacer un análisis completo de sus relatos y ahí creo que fue cuando tatué el nombre del autor en mi memoria y en mis quereres literarios.

En una primera lectura, el que más me gustó fue el relato epistolar llamado Las cartas de los tristes. En una segunda lectura, durante un raro acceso de lucidez, (lo parafraseo en su relato Héroes, del mismo libro), observo cómo cada relato de Alumbramiento tiene una misión. "El héroe sabe que su urgente deber es combatir a los malvados donde quiera que estén, y sale a la calle dispuesto a todo. Mira a un lado y a otro. Avanza, retrocede. Pero no divisa a nadie en apuros". La misión de sus relatos tiene como objetivo al lector. Cuando lo termino, lo observo y él me observa. Abro los ojos y la boca al mismo tiempo. Exclamo un "Oh" con ambos. Oigo al libro reirse y taparse la boca a la vez. Cuando vuelvo a mirar la portada, el libro exclama: Misión cumplida. Y yo lo devuelvo a la estantería, a la balda inferior, donde puedo cogerlo y releerlo cada vez que se me antoje. Como el mismo Neuman dice en su Dodecálogo de un cuentista, narrar es seducir. A mí me sedujo, sin duda.



Un mes más tarde de haber leido Alumbramiento, mi compañero Miguel nos contaba que Andrés había ganado el premio Alfaguara 2009 con su libro "El viajero del siglo". ¿Coincidencia? ¿Casualidad? No sé, pero Neuman se empeñaba en seguir en nuestras vidas. En mi vida. Y Andrea se compró "Érase una vez Argentina". Si en cualquier vida hay varias novelas ocultas, ¿cuántas vidas se ocultan en una novela?


Finales de Enero de 2010, Neuman instalado en nuestras vidas y aún sin conocerlo, pero conociéndolo a la vez. En una librería a la que acudo a menudo, merodeando entre libros, como siempre, lo reconozco de lejos. Me acerco. Observo la foto. Es él. Junto al calendario de eventos en el que aparece su imagen, se apilan un montón de libros de la editorial Alfaguara: El viajero del siglo. Lugar de la cita: 11 de febrero. FNAC - Málaga. 20h. Saco mi agenda de mujeres del teatro y apunto la fecha con rotulador rojo, para no olvidarla. Es jueves. Coincide con nuestra reunión de grupo. Coincide con el cumpleaños de Pedro. Escribo en nuestra página: Viene Neuman a FNAC, tenemos que cambiar nuestra cita al miércoles. Podemos celebrar el cumple de Pedro allí. La propuesta es aceptada. Nos vemos el miércoles en la reunión. El jueves estoy nerviosa en el trabajo. No veo la hora de terminar y salir pitando para FNAC. La carretera se convierte en un rally para llegar a tiempo. Esquivo las obras, (cosa difícil), acelero en ámbar, pido disculpas por no pararme en los pasos de cebra, llego al párking del Málaga Plaza. Me reúno con mis compis en primera fila, a las 20:15. Neuman no ha llego aún. No he olvidado traerme Alumbramiento. Tampoco la cámara de fotos. (Aunque hoy tenga los rizos revueltos y cara cansada, sin maquillar, con las pecas emborronadas. No tengo un buen día físico, pero sí anímico).


Y al fin aparece, contando su propia odisea para llegar. Lo esperaba más alto. Lo esperaba más serio. Lo esperaba más vestido de otra manera. Me encanta que sea todo lo contrario a lo que esperaba. Es simpático, cercano, encantador. Me deslumbra su sonrisa. (Desde entonces mi sobrenombre en alguna parte privada de la red es "Dazzled" (Deslumbrada). Su porte es bohemio o casual o sencillo. Saco la cámara y no me atrevo a hacerle fotos desde la primera fila. No quiero perderme ninguna de sus palabras. Habla argentino-andaluz, más bien argentino-granaino. Nos cuenta anécdotas de su llegada y su tardanza y así nos da una primicia del libro que está preparando: Cómo viajar sin ver. Una crónica relámpago, una visión literaria, en tiempo real de la geografía entera del español. Andrés se juega su conocimiento del mundo, en un parpadeo, en un recorrido vertiginoso por 19 países de Latinoamérica. Pero de este libro hablaré más adelante, pues lo estoy leyendo ahora mismo. (Hoy he viajado por Lima y esta noche lo haré aQuito).



Y Andrés comienza a hablar de El viajero del siglo. Y empieza a hablar del siglo XVIII, del siglo XIX, de Jane Austen, de las hermanas Brontë, de Henry James, de la Europa Napoleónica, de la era victoriana y yo me siento Julia Roberts en Pretty Woman, cuando Richard Gere la lleva a ver una òpera, cuando la acompaña a Rodeo Drive, cuando le coloca en su delicado cuello aquel collar, cuando al final de la película la sorprende con flores. Igual. Son mis "monotemas", mis gustos literarios y los trata en su novela. Y yo ya quiero tenerla y comprarla y leerla, pero antes él me la cuenta, a pinceladas (uso me en lugar de nos, porque ya no hay nadie en FNAC, ni mis compis de punto y seguido , ni Antonio Soler, ni David Leo, ni la gente que merodea por los pasillos.. nadie, sólo El viajero del siglo y yo). Lee la primera página y nos presenta a Hans y nos dibuja, a lo lejos, al sur del camino: Wandernburgo. No voy a hablar del libro, porque no soy quién, aunque ya lo haya leido, aunque me lo bebiera en apenas dos o tres semanas. Lo mejor es oír hablar a Andrés sobre él:


1. El viajero del siglo por Andrés Neuman: http://www.youtube.com/watch?v=8_3VfT_n-yk&feature=related




El libro está lleno de frases que te hacen pararte a reflexionar sobre ellas. Voy a compartir tres que me llamaron especialmente la atención:


1. Cualquiera que se haya mudado sabe que los cambios de lugar traen cambios interiores.

2. Todo lo que yo sé lo he aprendido viajando, o sea, mezclándome con extraños.

3. No hay nada más insoportable que sufrir en la carne lo que se ha ensayado demasiado en la mente.

Y Andrés sigue hablando con pasión de su libro, en FNAC-Málaga, el 11 de febrero. Ha tardado 6 años en escribirlo, incluyendo 2 de documentación. Lo vende de maravilla, sólo hablando de él con pasión. Llega el turno de las preguntas. Levanto la mano. Pregunto sobre el narrador y él se queda encantado con la pregunta y me la agradece. Siguiente pregunta. Levanto la mano. Pregunto por los personajes y la elaboración de fichas. Sonríe. Responde encantado. Otra pregunta. Levanto la mano y nos reímos. Pregunto por el borrador y la reescritura, después por el comienzo y por la estructura. Él bromea con estar dándome una clase de escritura. Le hago un par de fotos. Anoto sus comentarios en un cuaderno. Piensa que soy periodista. Nada más lejos. Loli se anima a hacer un par de preguntas. Después Andrea. Neuman lee otro pasaje de su libro y nos presenta a Sophie, un personaje que no es de cartón piedra y que enamorará a Hans.


Se terminan las preguntas. Toca el turno de las dedicatorias. Subo la primera. Nos sonreímos. Nos damos dos besos. Le pido que me firme Alumbramiento. Le muestro cómo lo he trabajado y he estudiado cada uno de sus relatos. Se muestra encantado. Me lo agradece en la dedicatoria. Es diestro. Firma con pluma negra. Le falla la tinta desde que estuvo en Alemania. Dice que reescribo y mejoro los libros. Me vuelve a dar dos besos. Nos hacemos una foto. Salimos mal. Los dos. Pasan mis compañeros. Vuelvo a la fila. Ahora llevo El viajero del siglo. Me recibe con otra gran sonrisa. Le regalo nuestro libro álbum de familia, dedicado por Andrea y por mí. Se muestra encantado. Lo agradece. Le cuento cómo lo descubrí. Me da las gracias por descubrirlo. Ríe de nuevo. Me dice: Hola Isa. (Sonriendo, siempre sonriendo, con los ojos y con la boca). Me firma una nueva dedicatoria y comenta que mi curiosidad merece una novela , un monumento y más de un personaje. Nos reímos. Le pido otra foto. Le muestro la anterior. Está de acuerdo en que hay que repetirla. La repetimos. La mira. Me pregunta si estoy conforme. Hago un gesto que ya empieza a conocer, sabe que no estoy satisfecha. Se ríe de nuevo y se me acerca. Me arregla los rizos del flequillo, se toma la libertad de tocarme el pelo, (él no sabe que no permito a nadie hacerlo). Nos reímos. Me llama coqueta entre risas y yo recuerdo a mi profesor de Filosofía de 3º de BUP, al que llamábamos El Rey, por su parecido con nuestro monarca, cuando decía que las coquetas también son muebles. Me dice que si la repetimos. Por corte le digo que no, que está bien. Pero podría estar mejor, sin duda. Nos despedimos, pero yo no quiero irme. Mis compis tiran de mí. Inma se ríe diciendo que me ha tocado el pelo. Alguien comenta que se ha creado un buen feeling entre los dos. Yo me lamento pensando en que pasará mucho tiempo hasta que volvamos a vernos. Me quedo con su última frase: Gracias por descubrirme.


No voy a compartir la foto.


Y le dan el premio de la crítica por su novela El viajero del siglo.


Y busco fechas de su vuelta a Málaga y no las encuentro. Y hay un grupo de fans en facebook y me apunto.


Y me compro Cómo viajar sin ver en cuanto sale, el pasado mes de Mayo, y lo tengo de nuevo en casa y me cuenta una noche que Despedirse es un modo de ensayar la muerte, pero también cierta clase de resurrección, y que volar es empezar a aterrizar, y que muchos argentinos no dicen Sí, dicen obvio y que no sabe muy bien por qué, pero cuando sale a la calle en Santiago de Chile, se imagina a Bolaño riéndose de él.




Y Loli decide ir a la Feria del libro de Madrid y yo no puedo porque tengo que ir a recoger mi premio del X Certamen de Declaraciones de amor de Málaga. Y Loli se encuentra con Andrés Neuman. Y charla con él y sus sonrisas y le habla de mí Loli le comenta por que no he podido ir y él dice, sin dejar de sonreir: Claro que me acuerdo de Isa.







I.M.G.




















































lunes, 7 de junio de 2010

Y dices que no te quiero




Podría empezar por el principio, pero sería demasiado previsible el final, por lo que en esta ocasión empiezo por donde habría de acabar: Lo conseguí. Una vez más. Por tercera vez. Un nuevo premio literario. El segundo en la misma categoría. Gracias.






Y ahora desde el principio, sin ser breve ni escueta, hoy no, ¿cuándo es miércoles? Ni idea.
Hoy no:






Lo supe en Abril, a finales, qué más da el día. Era impar, eso sí. Llevaba días mareando internet, buscando mi premio. Esta vez, como la vez primera estaba segura de mi recompensa. La segunda fue una sorpresa. Hoy hablaré de la tercera, de esta última vez, de esta vez que ahora me atañe y me ilusiona.



Y dices que no te quiero.



Y dices que no te quiero es el título. ¿Qué más podría ser? El final del relato epistolar, (la carta, para hablar claro), sí, también. Fue Inma la que me dijo que no le cambiara el título, que le gustaba. Yo no estaba segura si era correcto comenzar un relato, pues todo título puede ser un comienzo, de la misma manera que termina. Hala, ya os he jodío el final. Espero y no desespero en que hayais leido el relato en cuestión antes de leer la crónica de su premio, y si no, bueno, siempre podeis probar a pedírmelo o a pedírselo a las bibliotecas de Málaga o a alguien de cultura de nuestro Ayuntamiento. Como decía otro alguien cuyo nombre no recuerdo y que no es Alonso Quijano, ni es de La Mancha, pedid y se os dará.


Escribí la carta. La escribí y la envié al concurso.
No la escribí y la envié al concurso tal cual, no. El proceso fue más lento y más selectivo. Primero me senté varias veces en mi escritorio, después escribí un primer borrador, luego un segundo y un tercero y lo di a leer a mis compañeros de grupo literario, (punto y seguido) y a un par de amigas que siempre están ahí y que leen todo lo que pongo en sus manos o delante de sus ojos. Después me peleé varias veces con la carta, con la protagonista y con el destinatario de la misma. Quien no se bajó jamás del carro fue Kafka. El principio permaneció intacto. Cuando estuvo lista le añadí el detalle que toda carta escrita por mí debe tener, su fecha, su hora de comienzo y su hora de finalización. Ninguna es al azar y todas tienen que ver demasiado conmigo. I confess.

La fecha límite de entrega debía ser el 14 de febrero, estuvieras o no enamorado, creyeras o no en San Valentín.
Yo me bajo del carro en ambos casos.
Salí del trabajo tarde, como siempre, y me fui a Correos, a la oficina del Carrefour Alameda. No suele haber nadie a esa hora. 20:10 minutos. Una cola de 6 personas. Pues sí, ese día había gente. 20:20 empiezo a mover el pie nerviosamente. La gente de la cola se queja. La chica parece nueva. 20:30. Somos los mismos. La cola no se ha movido. 20:40 Miro el reloj por duodécima vez. Resoplo. Repaso mentalmente lo que tengo que decirle a la chica. 21h. Todos queremos poner una hoja de reclamaciones, pero no lo hacemos. 21:10, sólo me queda una persona delante, casi puedo tocar el mostrador. 21:25 Llevo más de una hora y ha llegado mi turno. No me siento los pies. Seguramente se habrán hinchado y no podré sacarlos de las botas.

Buenas qué tal. Hola, quiero un sobre blanco tamaño folio. NO TENEMOS. ¿Cómo? (Ella no lo entiende, voy a enviar un relato, por triplicado, a un concurso literario y los relatos junto a la plica deben ir en un sobre blanco dentro de otro sobre blanco que ya llevo yo). NO TENEMOS. Escuche, esto debe ser anónimo y va con unas reglas, ni puedo poner mi nombre, ni puede ir en un sobre verde. VAYA A UN ESTANCO Y VUELVA MAÑANA. Meto los relatos y la plica en el sobre que llevo. Me contengo para no gritar y hablo apretando los dientes:

¡Si no gano será culpa de Correos!,
le digo en un tono casi amenazador. No suelo usarlo nunca. A veces dudo si es mío o lo he tomado prestado, pero lo tengo y hago uso de él. La chica no parece asustada. Me marcho conteniendo la ira que me ha generado y pienso que si no gano, jamás sabré si el sobre llegó a su destino, pero...



GANÉ.



Me llamaron a casa, al teléfono fijo, dos meses más tarde (Abril, como dije antes). Luego me enviaron un correo. Después hubo varios más. Papeleo. Burocracia. Seguridad. Fecha de entrega del premio: 05/06/2010. Un premio géminis, como yo.


Y dices que no te quiero.

Publicidad en casa, entre familiares, amigos y conocidos, en mi grupo literario, en alguna red social, se crea un evento, se invita a un montón de gente, se mandan sms. La entrada a la entrega de premios es gratuita, es un sábado, a una hora normalita. Sabes quiénes estarán allí antes de que lleguen, sabes quiénes no estarán antes de que contesten o no lo hagan. Todos tenemos nuestras prioridades. La lectura y la escritura, desgraciadamente, no lo son de mucha gente. Empiezan a llegar algunas excusas en formas de mensaje de texto. Se agradecen. Otras no llegan nunca.

Y estoy feliz.
Feliz e ilusionada. Y voy en autobús a recoger mi premio, con mis padres. Ellos sentados enfrente, yo pensando en que tengo que esforzarme más. La próxima vez tiene que ser un primero. Hay que apuntar a la Luna. Y pienso en Jane Auste, en Stevenson y en Henry James. Pienso en Andrés Neuman, (cuándo no), y en Charlotte Brontë, y en Virginia Woolf, y en Margaret Mitchell, y en José Luis Ordóñez, y en Ana Torroja, (vale, no escribe, pero pienso en ella), y en Pedro Rojano, y en Miguel Núñez, y en Mauricio Ciruelos, y en Loli Pérez, Andrea Vinci e Inmaculada Reina. Y pienso en Patri, en Belén, en Ana, en Men, en Nuria, en Ani, en mi hermano, en mis sobrinos, en mi prima Maribel, en mis Tatas, en mis abuelas, en mis hermanas que no leen ni les interesa mucho nada de esto, y pienso en que por las noches, mientras yo trato de escribir, los demás ven la tele, charlan en el sofá o toman el fresco en una terraza.


Y pienso que me merece la pena.
Que abandoné y regresé. Que se lo debo a la chiquilla que escribía sus historias a bolígrafo azul (qué horror) en libretas de cuadritos (qué horror de nuevo). Y entonces sonrío y aprieto el timbre. El autobús está llegando al parque. Suena el teléfono y es Pedro. Sonrío. Trata de engañarme con una broma. Sonrío más aún. Estoy feliz. Él lo sabe. Compartimos la felicidad de las letras. Mi premio también es suyo. Me doy una vuelta por la feria del libro, me hago unas fotos y tiramos para el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga. Son las 12:50. Habíamos quedado a las 13h.

Y subo con mis padres por las escaleras y veo al fondo, junto a las cristaleras a Inma. Y le sonrío. Y soy tan feliz como cuando he hablado con Pedro. Detrás se ve la fuente de las Tres Gracias. Mis compis de punto y seguido, la mitad, están. (La otra mitad, de alguna forma, también).


Y me preguntan quién soy, los de las bibliotecas y el Ayuntamiento, y digo:
Soy el segundo premio.
A partir de ese momento, ese se ha convertido en mi nombre.

Soy el tercero, me dice la chica sevillana, ¿has visto ya al primero, al pamplonica? no, yo soy el segundo ¿y usted? finalista. Y así seguimos un rato. Y luego llegan mis amigas y soy feliz otra vez. Y Andrea, y otra ola de felicidad. Y mis amigos de Madrid. Sonrío a las fotos. Y llega Pablo Aranda y quiero abrazarlo pero me contengo. Le tengo un cariño especial a este escritor y a su sonrisa. Me da la enhorabuena y me sonríe cómplice. Recuerda nuestro último encuentro en la presentación de El anorak de Picasso, de Garriga Vela. Me dice que Garriga no va a venir. Le digo que lo sé, que me lo contó, que está de promoción en Barcelona. Nos sentamos. Los ganadores en primera fila. En la tarima, cada uno en su sitio, Pablo Aranda, un representante de Cultura del Ayuntamiento, una profesora de Literatura de la Universidad y el representante de las Bibliotecas. El discurso es dinámico, fresco, simpático y llega al público. Todos sonreímos más de una vez.


Pablo cuenta cómo le llegan, tras una primera preselección a cargo de las bibliotecas, más de cien relatos que ha de leerse y puntuar. Su casa se ve empapelada por todos ellos. Luego tiene que buscar los que le gustaron, releerlos y volver a puntuar. Una vez hecho esto, se reune con los otros miembros del jurado que han pasado por lo mismo. Cada uno lucha por ver su relato elegido, como ganador. Discuten, pactan, etc. Y finalmente: el pamplonica el primero, la malagueña después y por último la sevillana. 3000. 800 y 400. Más estatuilla. Más libro editado. Más lote de libros Litoral.

Y mención especial a los finalistas.



Periodistas. Fotos. Amigos. Fotos. Finalistas. Fotos. Premiados. Fotos. Risas. Fotos. Premios. Fotos. Cartel. Fotos. Comentarios. Fotos. Hasta el año que viene. Fotos. Nos despedimos. Fotos. A comer. Fotos. (No son los Oscars, lo sé, pero... fotos, para nuestro momento de gloria).



Después cada uno lo celebra a su manera. La mía fue la que esperaba y la que quise.
Perfecta.






Gracias a los que leyeron mis borradores, a los que me dejaron que se los leyera, a la chica de correos aunque tardara una hora en atenderme, a Pablo por sus risas, a mis compis, de punto y seguido y de mi dpto contable, por todo. A vosotros por haber llegado leyendo hasta aquí, a mis amigas por no dejar de serlo y por serlo cada día más.
A esa ilusión cabezona que no me deja retirarme de esto.






Salimos en la prensa: Diario SUR, La opinión, en europapress, en Málaga hoy, diario de Navarra, etc, al día siguiente. (En La opinión decían que soy torremolinense, pero no tengo ni familia allí. Yo soy de Málaga-Málaga).






Hasta el próximo. Habrá. Seguro que habrá.
No voy a rendirme.






¡A por el primero!









Posdata 1: Que Andrés Neuman me recuerda.



Posdata 2: Que Inma salió en el programa de lectura de Canal Sur 2 ayer. Que nombraron dos veces a nuestro grupo: punto y seguido. Que salió nuestro libro en pantalla: álbum de familia. (Y qué guapa estaba Inma).
Posdata 3: Que Andrés Neuman me recuerda ;-) (O.O)





álbum de familia (Primer librito de relatos de punto y seguido)

(Si aún no lo tienes, sólo has de pedirlo: punto-y-seguido@googlegroups.com)




Nota de prensa del diario SUR de Málaga







I.M.G.









martes, 1 de junio de 2010

Diecisiete


Y llego a casa y me autoconvenzo diciendo que ha sido un día magnífico y que el sol de junio brilla sobre mí y me convierte en estrella de un viaje alucinante. Pero es mentira. Es mentira y lo sé.

Me he puesto a hacer la cuenta mientras subía los escalones del portal. Primero son seis y luego cuatro. Después llega el ascensor. Hoy está constipado o algo parecido, la cabina está desubicada en el espacio y en vez de bajarme en el segundo lo he hecho en el segundo y un tercio. Al menos las puertas se han abierto. Las puertas siempre se abren para los que quieren entrar. O para los que quieren salir. Yo hoy no sé si entrar o salir.

Y decía que me puse a hacer la cuenta y los números salían redondos: diecisiete. Curiosamente un número que me encanta. Impar. Compuesto por dos impares. Primo. Compuesto por el solitario y el número mágico. Tal vez un poco yo misma, cuando a veces me lo creo, cuando me levanto con el pie derecho si es que hay manera de levantarse con un solo pie. Es difícil acertar a la pata coja mientras apagas el despertador y dijes ¡joder, joder, joder!, que empieza un nuevo día y antes de levantarte de la cama cuentas las horas que faltan para volverte a acostar y le sumas las que vas a dormir y sigues sumando hasta que llega el viernes a las tres y te das cuenta de que sin querer, por mucho que empieces a odiar los números o por mucho que haga que los odio, la vida está llena de ellos. Me encantaría despertarme a las A y XZ en lugar de a las 7:51. De verdad. Seguro que me iría mejor. Es un presentimiento.

No he encontrado relojes de esos. ¡Mierda! Habrá que patentarlos. Me compro el primero. Se lo pediré a los Reyes, cuando se decidan si existen o no.

Ah, que sí, que no me desvío, que son 17. Las cuentas son claras. 5 por un lado. Jodidos 5. Al principio fueron divertidos, al final también, pero los de enmedio... buuuuf. Total, que 5. A esos le sumamos 2. Y aparece el primer par, ¡aplausos! Ya tenemos los 7 primeros. Aún quedan 10, los más tediosos.

Ahora he decidido que no quiero hablar de ello. Le echo la cremallera al horizonte y abro uno nuevo. Son las B y FH. ¡Sí, señor, la mejor hora del día!

Y quiero dejarlo. De una vez. Dejarlo.

Dejarlo. Y quiero. De una. Dejarlo. Vez.

Dejarlo.

No me gusta mi trabajo, hala, ya lo he dicho. No se me ha escapado. Ha sido queriendo. Y sé que hay crisis. Y que es el peor momento. Y que no hay que mirar para atrás, sólo para adelante. Y que no hay que arrepentirse de torpes decisiones. Y que quieras o no, te ríes también, y te echas tus ratitos de cháchara o merendola o desayuno. Tenemos chocolate con almendras, con lacasitos, con nueces, blanco, negro. Para colgar la desidia del perchero del archivo hay que tener todas esas tabletas en el armario de los AZ. Le robamos cachos. Reponemos a diario. Que falte lo que sea en el almacén, pero que no nos falte algo con lo que endulzar el día. Eso nunca. ¿Has probado las de alto porcentaje en cacao? Son las mejores.

Y escribo correos a mis amigos y sé que no debo quejarme porque una adolescente a la que casi no reconozco decidió que las ciencias eran lo guay. Sí, eran lo guay para hacer el gilipollas de 9 a 20h cada día sentada en el escritorio de una oficina, aporreando el teclado, desgastando números, echando a arder calculadoras, preparando informes, generando balances. Y ¡uy! ¿quién es ese chaval? ¿Es nuevo? Es del edificio de enfrente. Moreno. Como a mí me gustan. Y nuestros coches andan haciendo amistad en el parking, ejem, terrizo. El mío se ha presentado, el otro, bien coqueto lo ha ignorado. Y tiene una pegatina de "Bebé a bordo" y digo: hostia, la hemos cagao "again". Mira p´al suelo, mira p´al suelo, que aquí no hay más que mirar, pero levanto la barbilla sin querer y veo al tipo de la mochila. Perenne. Siempre en la entrada. Esperando. No saluda a nadie. Cree que es invisible tras sus gafas. Mira a un lado y a otro y luego se recoloca la mochila en el hombro. Sale su novia. Se miran. Caminan juntos hasta el coche. Silencio.

Silencio como en el bar donde desayunan. Yo no suelo ir allí, pero antes iba. Y los observaba. Ella comía un bocadillo y bebía café. Él comía miradas y bebía besos en el dorso de su mano. Callados. Siempre callados. Un amor extraño. Les dedico un relato. Pulmón. Ella se asfixia con él y él no puede respirar sin ella.

Y son diecisiete años. Y me acuerdo del estribillo de una canción de mecano y la tarareo: ya no puedo más y quiero salir pronto de aquí. El resto de la canción no viene a cuento, sólo me sirven esas frases. Y las tarareo. Y las tarareo. Y las tarareo.

Y me joden muchas cosas y veo un anuncio en internet. Y decido que hay que renovarse o morir. Renovarse. A la noche desempolvaré los viejos archivos del ordenador y cuando encuentre el documento word que narra mis vivencias laborales lo adjuntaré a esa página de letras. Eso haré. Sin duda.

No encuentro el documento word.

Y me pongo a ver una serie. Es nueva. Cougar Town. Su protagonista es Courtney Cox. (Mónica de Friends). Me gusta esa actriz. Veo el piloto. Me hace gracia el principio. Me río irónicamente. En voz alta. JA. JA. JA. Eso sucede cuando la veo estirar los pellejos de los codos, mover la barriga como si fuese un flan y observarla buscar lo que antaño fueron tríceps en sus brazos. Por un momento me he visto a mí misma en unos años. Me ha dado vértigo. Me he agarrado a la silla. He dado unas vueltas. Me he mareado. Y he pensado: diecisiete. Diecisiete años.

Y Courtney que ahora es Jules y no Mónica Geller, (confieso que he buscado a Mónica en Jules), tiene la crisis de los 40. Otro número, ya veo. Quiere vivir los 20. Los 40 son los nuevos 20. Esa es su leyenda. No la comparto. ¿O sí? Son unos 20 diferentes. No como los viví. ¿Y como los viví? No sé. Los viví. Es lo que cuenta. Y en su momento. Es lo que cuenta también. Fueron divertidos. Me creía mayor. (Risas en voz alta: JA. JA. JAAAAA). He visto dos capítulos. Entretenidos. No me llenan. (Echo de menos Lost, y V-2009 y miro para la estantería y pienso que debería re-ver Friends, las 10 temporadas, o las 5 de Alias, o las de Remington Steele o las que le gusten a esta narradora que no soy yo o que es sólo una parte de mí. E insisto en que ni todo es verdadero ni todo es falso. Para qué entretenernos en etiquetarlos).

Y llega la hora de dormir, o de leer, o de dormir, o de leer. Debería escribir. Y entro al blog y me pregunto si es un blog y si alguien va a molestarse en leerlo. Y busco en Internet las palabras "Andrés" "Neuman" "pareja". Absurdo, lo sé. Sentía curiosidad. Me pasa cuando leo un libro suyo.

Cómo viajar sin ver. ¿No es eso lo que hago a diario? Porque cuando viajo veo y mucho. Bastante. Viajo de verdad. Él lo hace por latinoamérica. Yo por Europa. Hoy por mi cabeza.

Y me canso y se me cierran los ojos y pienso que mañana empezamos de nuevo. Y el despertador suena a las 7:51 y tengo que hacer la cama antes de irme. Y tengo que buscar los 50 euros que olvidé en el pantalón que eché al canasto de la ropa sucia.

Diecisiete.

Me pesan. Ahora mismo me pesan.

Y sonrío y enseño los dientes. Los cepillo. Arriba y abajo. Los molares. Premolares. No tengo muelas del juicio aún. Los colmillos. Los afilo. Y cojo de la estantería el libro de Bram Stoker, que me he acordado. Y la lengua. Y los incisivos. Diario de Mina.

Y recuerdo la casa de Bram Stoker en Chelsey. La encontré sin querer, caminando por ese barrio de Londres, yendo a cualquier parte, volviendo de cumplir otro sueño, otro capricho. Y no sabía que Bram había vivido en Londres.

¿Me persigno?

Es hora de acostarse.

Y recuerdo la cara de tonta que se me ha quedado esta mañana cuando he ido a pedir algo que me pertenece por derecho. Y me enfado. Todo el día. Se me retuercen las cejas hacia abajo, se me inflan los mofletes. Se me achican y achinan los ojos. Se vuelven más oscuros. La tez más pálida. ¿Soy Jekyll o Hyde?

Le pregunto a Stevenson. Se encoge de hombros. Mira hacia otro lado. Le sigo la mirada. La isla del tesoro. Y recuerdo mi infancia. Mis notas. Mi premio. La isla del tesoro. Jim.


Diecisiete.


Son suficientes.





I.M.G.