martes, 22 de febrero de 2011

Me voy a Berlín


Me voy a Berlín, en un par de días. Cogeré el vuelo de las 6:30 y durante 4 horas, el tiempo que dura el trayecto hasta la capital alemana, me preguntaré por dónde comenzar a deshojar la ciudad. Echo un vistazo a la guía:


(La guía es importante. Suelo llevar una o dos. Mis favoritas son la Top Ten. Las he usado en Venecia, Verona y en Viena, por ejemplo. La Citypack me fue fantástica en Praga. Para Londres he usado varias, pero es que a Londres voy a menudo y tengo al menos 5 guías diferentes: Anaya Touring Club 3D, Anaya touring club pocket, Geoplaneta, etc. La de Lonely planet me vino fantástica para Roma y Florencia. La de Bath fue difícil de conseguir. De París tengo otro par.... Total, que a la hora de comprar la guía de Berlín, me decidí nuevamente por la Top Ten de El País Aguilar).


Lo primero que leo al abrir la guía es que Berlín se divide en 7 zonas, además de los distritos Grunewald y Dahlem, el sureste y la cercana ciudad de Postdam, con sus maravillosos palacios.


La guía señala por orden de preferencia los Top Ten que hay que visitar:


1. Puerta de Brandeburgo y Pariser Platz

2. Reichstag

3. Untger der Linden

4. Postdamer Platz

5. Museumsinsel

6. Kurfürstendamm

7. Kaiser-Wilhelm Gedächtnis-Kirche

8. Schloss Charlottenburg

9. Kulturforum

10. Zoologischer Garten


Pero no sólo estas diez cosas destacan en Berlín. Me pregunto quién se encarga de enumerar los top ten de las cosas, por regla general mis top ten no suelen coincidir demasiado con los top ten de cualquiera, no sólo en cuanto a las ciudades y sus monumentos, si no en todo. Si alguien me hace elaborar una lista de algo, siempre hay quienes coleccionan listas, mis top ten suelen ser siempre dispares a lo esperado. Tal vez, tengo gustos muy particulares, no sé. Cuando vuelva de Berlín os contaré, si en esta ocasión, mis top ten coinciden con los de la guía o cuáles han sido.


No quiero volver sin conocer a Nefertiti, eso lo tengo muy claro, es un objetivo mío particular. Al igual que el Pergamonmuseum. Soy una entusiasta de la Historia Antigua y este es de los museos de arte y arquitectura antigua más importante del mundo. Sólo con ver la puerta del mercado de Mileto, el altar de Pérgamo o el templo de Atena y la puerta de Ishtar, ya habrá merecido poner un pie allí.


Cuando estudiaba 3º de B.U.P. cayó el muro de Berlín. Fue un tema idóneo y facilón para la Selectividad del año siguiente, aunque yo la hice en Septiembre, por "físicas" de la vida y me tocó hablar del Cólera y la búsqueda de un antídoto. Sin duda, iré a ver lo que queda de muro, aunque no sea de lo más importante que apunte la guía.


Mi amigo, llamémosle P., me dejó hace unos días la película "Good bye, Lennin" (2003). Altamente recomendable. Basada en la época en que cayó el muro, octubre de 1989. Una mujer, orgullosa de sus ideas socialistas y dirigente del Partido Socialista Unificado, cae en coma viviendo en la República democrática alemana. Ocho meses más tarde despierta y su situación es muy delicada. Lo que más podría afectarle sería que cayera el muro de Berlín y el triunfo del capitalismo en su adorada Alemania Orienta. (Cosa que ocurrió mientras estaba en coma). Su hijo, hace todo lo posible para que ella no se entere de lo ocurrido y para ello monta una serie de falsos telediarios en los que escribirá su propia historia del país, convierte su apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de último bastión del socialismo en el que su madre vive creyendo que nada ha cambiado. Lo que empieza como una mentira piadosa se convierte en una gran estafa cuando la hermana, los vecinos, conocidos, etc, se encargan de mantener la farsa para que la madre crea que nada ha cambiado, ¿pero hasta cuándo podrán mantenerla? Ahí entra en juego una enfermera, Lara, de la que se enamora el hijo: Alex.


Volviendo a Berlín, a sus palacios, museos, parques, plazas, barrios, historia... y hablando de historia... pienso en el innombrable y no lo nombro, pero sé que me acordaré de él en algún rincón de esa inmensa capital alemana. Sé que ahora hay un garaje en el lugar en el que se quitó la vida. Me pregunto por qué no se la quitó antes. Antes de que todo aquello empezara. Y sé que Berlín está reconstruida sobre las cenizas de la antigua, y que me encontraré muestras de que todo aquello ocurrió, un día, muy lejano, pero ocurrió y pisaré cicatrices en el suelo de sus calles y alzaré la vista para ver el nuevo día y el sol, (frío porque estaremos a unos -8ºC, que para una malagueña es como ir a la Antártida), iluminará el cachito de rostro que se me pueda ver entre el gorro y la bufanda y las orejeras y la rojez de la nariz, y me dirá, que fue testigo de todo y que aún duele y que seguirá doliendo siempre. Y que no olvidamos.


También visitaré edificios modernos, aunque como dice mi amigo P. y comenta mi amiga P., yo soy más de "lo antiguo" y que por eso me gusta tanto Venecia, por ejemplo. Y es cierto. Aunque hay cosas nuevas y modernas que también me llaman la atención. Eso sí, el hotel me lo he cogido del siglo XIX y bien inglés, (hasta su nombre), aunque esté en Alemania. No puedo traicionar mis quereres.


Me haré mis excursiones, cogeré el U-Bahn, el S-Bahn, autobuses, tranvías y bicicletas, y me patearé las calles que la nieve me deje pisotear. Y dispararé al menos quinientas veces la cámara. Unas veces usaré el flash. Otras, no. Y tripodín vendrá conmigo, como siempre. Y me ayudará a inmortalizar imágenes que otros antes inmortalizaron, pero a mi manera, a mi propio encuadre de las cosas. Mi mirada es singular cuando mira algo que llama su atención. Mi cámara va a juego conmigo y me entiende perfectamente. Somos una, ella y yo.


Me recomiendan la cerveza. Dicen que ni en 48h seguidas acabas de probar las clases diferentes de cerveza que existen en Alemania. Yo me encojo de hombros y digo que no me harán falta tantas horas, si acaso le pegaré un buchito a una. No me gusta la cerveza. Pero me gustan los pasteles, los dulces, el chocolate, y en Berlín hay un buen surtido de cafeterías, pastelerías, chocolaterías y todos esos lugares tan dulces que tanto me gustan. Tomaré café vienés, capuccino y hasta té, si lo hay. Y si me encuentro la tarta Sacher, tened por seguro que aunque sea vienesa, me la comeré en Berlín, igual que hice en Praga. Necesito su receta: YA.


Por supuesto que entraré a una taberna, es ahí donde le pegaré el buchito a la cerveza que me sirvan. Después de haber estado en la mejor taberna de Praga, y tener los mejores recuerdos de ella, junto a mis amigas, las hermanas M.DR. no puedo dejar de entrar a otra y volver a cantar nuestra canción del viejo pirata a viva voz, con alemanes coreando el estribillo. Por Dios, no, no me perderé eso.


En fin, todo esto y más me espera en Berlín en un par de días. Mientras acontece, ¿teneis alguna sugerencia que me pueda llevar conmigo? Sería de agradecer.


Hasta entonces, pasadlo bien, disfrutad del puente de Andalucía, los que sois de aquí, y al resto, ya vendrán otros puentes para vosotros. Ya mismo.


GUTE NACHT.



I.M.G.




miércoles, 16 de febrero de 2011

Tres Grandes Novelas Epistolares

Me gustan las cartas. Adoro las cartas. El trazo que usas especialmente para mí
cuando me escribes. El color de la tinta. Los picos de las emes y las enes, la
forma en que alargas los rabillos de las "pes", las "des", las "jotas" y las
"efes" y las "ges", también las "as" que nunca cierras y que a veces parecen
"ces". Me gusta tu manera de arremolinar palabras, de no saltarte ninguna tilde
o de pedir disculpas cuando lo haces. Me gusta ese ingenio que usas cuando me
llamas de mil maneras diferentes siendo todas ellas sinónimos de mí. Me gusta
cuando rasgo el sobre y huele a ti. Me gusta escoger el lugar donde leer tu
carta e imaginar el lugar que escogiste para escribírmela. Pensabas en mí y
pienso en ti. Estamos en nuestras cartas...

Alguna vez escribí esto a alguien. No llegué a enviar esta introducción de carta, ni mucho menos la carta entera. Me gusta atesorar mis propias cartas. He enviado más de las que he recibido, de eso estoy segura, pero también guardo muchas más de las que he echado al buzón. Algunas llegaron a algún concurso, un par de ellas ganó algún premio y otra, viajera, está esperando.

Una de mis entradas, a principios de este blog, está dedicada a las cartas. "Se mueren las cartas", llamé a esa entrada. Es cierto que se mueren y que renacen de otra manera, tal vez. Hoy quiero rendirles homenaje de nuevo, pero a través de tres novelas epistolares que he leído recientemente por recomendación de dos amigas. Llamémoslas S. y P.

Si no me hubieran maravillado. No estaría hoy sentada en mi escritorio, al abrigo de una estufa, escribiendo sobre ellas para vosotros y para mí. Ahora toca recomendarlas:

1. Paradero Desconocido. (Kressmann Taylor)


Mi amiga P. me sugirió esta misma mañana esta novela epistolar de muy pocas páginas. La leí del tirón, en apenas una hora.

Escrita en 1938, (poco antes de que comenzara la 2ª Guerra Mundial), por la autora Kressmann Taylor, (seudónimo de la autora estadounidense Katherine Kressman), y que fueron publicadas para la revista Story.

Paradero desconocido constituye un testimonio lacerante contra el nazismo a través de las cartas de dos amigos íntimos: Martin y Max.

Martin Schulse, alemán, vuelve a Alemania con su mujer y sus hijos y Max Eisenstein, judío norteamericano permanece en Estados Unidos al frente del negocio de ambos dedicado a la venta de obras de arte. La novela comienza con cartas cordiales entre íntimos amigos y socios. Dichas cartas nos mostrarán el cambio que se procesa en Martin con la subida al poder de Hitler. El tercer personaje de la novela es Griselle, hermana de Max y ex-amante de Martin, (judía también), que aunque no escribe ni recibe ninguna carta, será el punto de giro de la novela, donde comienza la verdadera trama. Cuando leais en una de las cartas el binomio "paradero desconocido", se os pondrán los vellos de punta, como me ocurrió a mí. No podréis dejar de leer estas cartas ni de volver a horrorizaros con lo que ocurrió en Alemania. Un libro corto que tiene mucho dentro. Absolutamente recomendable. De los mejores libros epistolares que he leído.


2. 84 Charing Cross Road (Helene Hanff).


Hace muchísimo que mi amiga P. me recomendó este libro. Mi amiga B. también me lo sugirió estas navidades. Perezosa de mí antes un libro fino, (sí, a la gente le da pereza los libros gordos y a mí los delgaditos), había ido posponiendo su lectura hasta que ayer hice un repaso de mis libros pendientes y me dije que al fin llegó el día de leer 84, Charing Cross Road.


Como buena amante de Londres, (procuro visitarlo al menos una vez al año), y de los libros, yo también suelo perderme por Charing Cross Road. Me gusta husmear en las viejas bibliotecas, oler los libros, acariciar lomos viejos y acartonados, descubrir mil tonos de color entre el blanco y el amarillo. El efecto del tiempo no es el mismo según el papel del que se trate. Los ácaros no dejan de roer las páginas más abandonadas, pero las letras, no, las letras no las tocan. Sólo nosotros somos capaces de devorarlas.

¿Y de qué trata esta novela corta epistolar? Son cartas. Cruces de cartas. Cartas que comienzan en la época posterior a la finalización de la 2ª Guerra Mundial y que continúan sus idas y venidas a través de los años, entre una amante de los libros norteamericana y el encargado y los trabajadores de una librería londinense de Charing Cross Road, en el número 84.

En algún lugar leí que se trata de la historia de dos almas solitarias unidas por una pasión: la lectura. Helene Hannf y Frank Doel se escribieron cartas durante 20 años y jamás se conocieron. De alguna manera yo también he vivido esta historia. Yo también estuve allí. Yo también me emocioné. Yo leí todos aquellos libros. Y, por supuesto, yo también quise a toda esa gente y viví en el 84 de Charing Cross Road.
Altamente recomendable.


3. Carta de una desconocida (Stefan Zweig).


Mi amiga S. no dejó de recomendarme este libro ni un sólo día hasta que lo leí. Como en los casos anteriores, la novela es corta, epistolar, y se lee casi del tirón. En esta ocasión no es un cruce de cartas como ocurre en los dos libros señalados más arriba. Se trata de una única carta escrita por una desconocida al que fue el amor de su vida y padre de su hijo muerto.
Stefan Zweig nos plantea en su libro la cuestión del amor no correspondido, del endiosamiento y la idealización. Carta de una desconocida es una historia deliciosa y cruel a la vez.
Una mujer se enamora perdidamente, siendo apenas una niña, de un escritor mujeriego, egocéntrico, vanidoso e ignorante del amor que ella le profesa a lo largo de toda su vida. La carta es una declaración de amor y a la vez una despedida.
A través de esa carta dirigida a su amor, la desconocida, nos revela los momentos más relevantes de su vida, condicionada por ese amor no correspondido.
Zweig explora el oscuro terreno de los sentimientos, tan irracionales, como sorprendentes.
¿Es posible amar a alguien que no sabe ni que existimos? Supongo que a la mayoría os surgirá algún nombre, tal vez un compañero del colegio a quien aún recordais de vez en cuando, quizá cada mañana a las 11 y 25; tal vez una compañera de Instituto que hacía que te sonrojaras cuando os cruzábais en el pasillo; quizá el vecino de al lado, al que conoces de toda la vida y al que miras cuando no te mira. Cada uno tendrá su caso, su amor idealizado, que en ningún caso es o ha sido real, pero ahí está. De lo que sin duda debemos huir es del amor enfermizo. Como decía una vieja amiga: "las obsesiones son malas". Que amores como el de esta novela, vivan sólo ahí, entre páginas, para que huyamos de ellos, de los amores enfermizos.
Como me dijo alguien de quien mucho aprendí y a quien tengo en gran estima, llamémoslo J., todo debe ajustarse a una medida: a la justa medida. Ni más. Ni menos. La justa medida.
Espero que disfrutéis estos libros tanto como los he disfrutado yo. Si ya los habéis leído no dudeis en dejarme vuestra opinión. Y si no los habeis leido pero vais a hacerlo, cuando los termineis, hacedme una visita y contadme. Me encanta intercambiar opiniones sobre libros. Como suelo decir cuando algo me gusta mucho: Me flipa.
Mi buzón siempre os espera :-)
I.M.G.






miércoles, 9 de febrero de 2011

Contra el viento del norte y Cada siete olas


Para quien no lo conozca, y yo no lo conocía hasta hace apenas un par de semanas, este escritor se llama Daniel Glattauer es austríaco y dicen que ha resucitado la novela epistolar con un inteligente diálogo a través de correo electrónico. Nada más actual.

Según palabras del propio Glattauer, decir que se ha escrito una novela de e-mails no supone una gran publicidad, ya que puede remitir a lenguaje basura. Sin embargo el éxito llegó con la publicidad menos esperada y más eficaz: el boca-oreja.

A mí me llegó por mail, que es una forma más actual, y a la vez similar, del boca-oreja. De bandeja de entrada a bandeja de entrada. Y yo ahora os lo paso a través de mi blog.

Cuando Alfaguara se encargó de la edición en español, su novela epistolar a base de correos electrónicos, había vendido ya un millón de ejemplares en alemán en tiempo récord, teniendo en cuenta que la novela y su secuela, vieron la luz durante el 2010. Ambas dos:

- Contra el viento del norte.

- Cada siete olas.


Contra el viento del norte es una novela de amor. Es irónica, es divertida, es entrañable y a veces es capaz de ponerte de los nervios, pero en todos los casos es diferente a las novelas que había leído y eso me pareció un gran punto a su favor, porque me gusta leer de todo y luego opinar, comparar, divertirme, aprender, recomendar, etc, etc.


No sé si es bueno o malo o si debo contarlo o no, pero me leí la novela entera el mismo día que la empecé. Era incapaz de dejarla sin terminarla. Al final pensé que era porque tal vez soy más cotilla de lo que pienso, pero luego deduje que no, que me gustaba, que me enganchó de principio a fin y que tal vez me sentí identificada unas veces con Emmi y otras con Leo en algunos de sus mensajes a un desconocido. También me pareció interesante la propuesta. No sólo el amor por correo electrónico, chat o cualquier medio virtual, si no el hecho de abordar un tema de tanta actualidad. ¿Cuánta gente se enamora virtualmente sin conocer, por lo menos al principio, siquiera la imagen de su enamorad@? ¿Cómo y por qué somos más capaces de contar nuestra vida o sentimientos a personas que nos son desconocidas? ¿Por qué alguien con pareja que se declara feliz busca ilusiones o "algo" en una relación virtual? ¿Por qué siempre, al final, queremos conocer a la persona que está al otro lado?

La novela tiene más de 250 páginas y la trama comienza con un error. Sólo hay correos electrónicos entre dos personas. Una chica y un chico. Emma y Leo. Y aunque pueda parecer que da pereza leer tantos correos, la verdad es que es una novela dinámica, vivaz, divertida, y sobre todo, como os decía, que engancha al lector. ¿Acabará la pasión virtual en amor real? ¿Se puede sostener algo así durante mucho tiempo? ¿Se puede llevar doble vida? ¿Cuál es la más verdadera?

Emmi escribe a Leo creyendo que su correo es el de una revista a la que quiere darse de baja. Con la respuesta casual de Leo surge entre ellos una chispa, que como leí en algún lado, prende el resto de la historia. Se crea un vínculo de dependencia que a más de un@ le sonará familiar. ¿Quién no ha estado frente al ordenador esperando un correo en su bandeja de entrada de alguien que le importa? ¿Y un sms que no llega? La novela transita entre la amistad, el amor y sus límitesy cuestiona sobre qué estamos dispuestos a sacrificar por lo que creemos será nuestra felicidad. Como leí en un artículo, todo aderezado con humor irónico y elegante. Nada más cierto.
La novela bien podría acabar en la página última, donde se suele poner la palabra FIN. Sin embargo, la historia continúa para quien quiera otro final, para quien quiera seguir indagando en esa relacion, para quien quiera, en fin, seguir enganchado y conocer la resolución. Así pues Cada siete olas es la secuela de Contra el viento del Norte. ¿Se puede leer una novela sin la otra? ¿Hay un orden? Me pregunta alguna amiga.
El autor comenta que se puede leer una sin la otra. Leer la segunda solamente o leer sólo la primera, pero no leer la segunda y luego la primera, porque la segunda sigue a la primera. Menudo trabalenguas más tonto acabo de escribir. El caso es que si vais a leerleas, y bajo mi opinión, deberíais hacerlo por orden. Así os resultarán más intensas.
Cuando terminé Contra el viento del norte agradecí a la amiga que me había el libro, llamémosla B. para no dar nombres, que me hubiese pasado también el segundo. Y como el primero, Cada siete olas, engancha desde el principio. Comienza donde termina el primero y crece en intensidad a medida que lo sigues leyendo. Aun cuando el desenlace final se sabe de antemano que sólo puede ser A o B, estás deseando llegar a él y ver si realmente es A o si por el contrario es B y si la resolución final estará a la altura de la historia que tanto te ha enganchado.
Yo soy de las que ha quedado satisfecha tanto con el final del primer libro como con el final del segundo. Además, me declaré durante los dos días que estuve leyendo los libros, "yonki de ambos". Por supuesto, también me enamoré de Leo Leike. ¿Cómo no?
¿Es buena literatura? pregunta alguien. ¿Qué es buena literatura para ti? le respondo con otra pregunta. No sé. Responde. Nabokov. García Márquez. Kafka. Ah, vale. No, no se trata de eso, respondo. Pero si quieres leer un libro divertido y que no es el típico best seller además de estar bien escrito, pues puedes probar. No te defraudará. Pienso. Una opinión como otra cualquiera. Yo lo recomiendo, igual que otros me recomiendan cosas a mí. Puede gustar o no, pero como todo, ¿no? A mí con la literatura me ocurre como con la música. Si una canción me gusta, me gusta, da igual que el grupo me caiga mal, que no sea el estilo que suelo oir, etc. Con un libro me ocurre lo mismo. A mí me gusta leer, aprender, divertirme, etc. Y por eso procuro leer de todo, bueno, malo, correcto, incorrecto... aunque bien es verdad que con los años me he vuelto más selectiva y tiendo a alejarme de los best sellers... pero eso no quiere decir que no lea alguno o que los desprecie, para nada, porque sé el trabajo que hay detrás en todo los casos.
Total, que estos libros son una sugerencia y si los leeis o habeis leido espero vuestras opiniones al respecto.
Os dejo unas opiniones del escritor, sacadas de alguna página de internet cuyo nombre no recuerdo:
En algún momento me di cuenta de que funcionaba. Cuando se
escribe una cosa y funciona, uno se da cuenta, lo siente, y además disfruté
mucho escribiendo, la historia fluía. La escribí los fines de semana porque mi
trabajo como periodista me ocupaba el resto del tiempo.
Sabía que quería escribir una historia de amor, pero
sólo tenía claro que la estructura se basaría en el intercambio de correos y
esto lo supe cuando llevaba el borrador a la mitad.
Los personajes, especialmente la impulsiva Emmi, tienen
retazos de algunas amigas y conocidas, y el argumento se basa en conversaciones
recurrentes que he tenido a lo largo de los años.
En mi grupo de amigos hablamos mucho de relaciones. Siempre
hay algún amigo con problemas. Estas conversaciones sobre cómo son los hombres y
las mujeres, y por qué unos actúan de una manera u otra son algo habitual para
mí.
En la novela apuesto por la imaginación en la relación de Leo
y Emmi, sin que el nivel caiga jamás a un intercambio de correos eróticos. De
forma intencionada lo evité. Está bien hablar sobre asuntos eróticos, pero es
mejor no nombrar todo por su nombre.
No tengo problema en que tachen mi escritura como
entretenimiento en lugar de literatuta. Con todo el respeto de la llamada alta
literatura, la mayoría de esas obras son muy elitistas y escritas para un
público muy reducido. Hay muchos libros escritos para un grupo muy pequeño de
personas. Me alegro por los libros que se pueden leer en un verano y de los que
guardes un buen recuerdo. Lo que no puede ser esa literatura es trivial o
estúpida.
Glattauer ha vendido más de dos millones de ejemplares y ahora puede vivir exclusivamente de la literatura, aunque reconoce que echa de menos el ajetreo de una redacción.
Tanto Contra el viento del norte como Cada siete olas tienen su correspondiente versión teatral, en Viena, con éxito de crítica y taquilla. Y las productoras hacen cola para comprar los derechos paara adaptar la historia a la gran pantalla. ¿Quiénes serían los protagonistas? Mis amigas y yo misma ya sabemos quiénes serían nuestros Emmi y Leo en el cine. ¿Cuáles son los vuestros?
Espero que os gusten y ya me comentareis. Me interesa vuestra opinión. Siempre.
I.M.G.