Mostrando entradas con la etiqueta Espido Freire. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Espido Freire. Mostrar todas las entradas

lunes, 6 de diciembre de 2010

Festival Eñe (12-13Nov. Madrid) 7ª Parte

Cuando deseo algo de verdad, de una u otra forma, se me aparece una oportunidad. Desde el día anterior me quejaba de haber perdido la oportunidad de conocer a Laura Espido. Supongo que tenía tantas ganas de decirle que me impresionó que se me ofreció la posibilidad de hacerlo. No desperdicié el momento.
Espido Freire sonríe ante mi entusiasmo. Le cuento que estuve en su conferencia del día anterior y cómo salí de la misma con una nueva visión y un nuevo aprecio. Le cuento que tenía una impresión equivocada sobre ella y que eso ha hecho que me pierda la mayor parte de su trayectoria. Eso acaba de cambiar.

Estábamos enmedio del hall, Espido, Alicia (su amiga), y yo, a medio camino entre el baño, el bar, la librería y una especie de reservado. Allí nos dirigimos para hacernos una foto y para que yo le dedicara mi librito de "álbum de familia". Allí, en un rincón, Alicia se ofrece a hacernos la foto. Sonríe diciendo que está acostumbrada. Son amigas desde hace 18 años. Por un fugaz momento pienso en las amigas que tengo desde hace tanto tiempo y sonrío. De repente es como si estuvieran allí conmigo, charlando con Laura y Alicia también. Todas sentadas en aquella especie de damero rojo y blanco, charlando sobre nuestra generación.

Espido me pide que le dedique "álbum de familia". Me observa atrapar el bolígrafo con los tres dedos, como si tratara de evitar que se me escapara, apretando la punta fuertemente sobre la hoja. La situación me parece cómica, yo firmándole a Espido y ella atenta a mis palabras. Debería ser al contrario. Le explico que quisiera haber tenido un libro suyo allí para que me lo dedicara ella a mí. Le resta importancia y me invita a seguir. Me quedo en blanco. Sonríe y me deja sola con su amiga unos momentos. Le pregunto qué querría Espido leer en una dedicatoria. Y su amiga me dice que algo con cariño, con mucho cariño. Yo quiero ponerle algo especial, el momento es único y tal vez irrepetible. Al final soy yo misma y me vuelco en mis palabras para dejar un poco de mí y para que quede por escrito que me equivoqué con ella. Alicia me pregunta mi horóscopo. Géminis, digo. Ella sonríe y mueve la cabeza como diciendo: evidente, no podía ser de otro modo.



Cuando volvemos a estar las tres juntas hablamos de Jane Austen, de Chawton, de Steventon, de Bath, de Charlotte Brontë y de que me es imposible encontrar los libros que Espido dedicó a Jane Austen y las Hermanas Brontë porque están descatalogados. Alicia me sugiere eBay. Espido sugiere algo mejor... Me emociona y doy las gracias. Empezamos a despedirnos.

No quiero quitarles más tiempo. Ya se marchan, pero aún charlamos algo más, sobre algunas cosas que tenemos en común, sobre Andrés Neuman, y sobre temas que nada tienen que ver con la literatura, pero que nos unen. Nos despedimos con la mano.



- Isa, encantada -me dice antes de marcharse. Atraviesa el hall y sale.



Desaparecen por las escaleras.



Me quedo en el mismo sitio que me la encontré. Quieta. Saboreando los instantes que acabo de pasar. Encantada. Pienso que aún me queda visitar Winchester, donde Jane Austen está enterrada. Anoto en mi cuaderno: Leer todos los libros de Espido Freire. Empezar por los cuentos malvados y seguir con Irlanda.



Nos parecemos, pienso camino de la sala Fernando de Rojas, donde a las 17:30 comienza un diálogo de altura entre Manuel Rivas, el gran escritor gallego, y Juan Cruz, escritor y uno de los periodistas más influyentes del ámbito cultural. Entre otras cosas hablarán de la última novela de Rivas, Todo es silencio, sobre las fronteras y el narcotráfico.



La conferencia ya ha empezado cuando entro. Me siento en la última fila y me quejo en silencio de que las fotos saldrán desenfocadas y lejanas. Una mujer lee poesía. Todos la escuchan con atención. Yo saco mi cuaderno y recuerdo que Miguel, mi compañero de puntoyseguido, me dijo que era importante darle nuestro librito a Juan Cruz, ya que la primera frase, que lo define, es de este autor, de su libro Ojalá Octubre:


Las mismas fotos dicen cosas distintas a medida que pasa el tiempo


Un espontáneo, del público, pide permiso y lee una poesía en voz alta. El público aplaude. Los autores empiezan a hablar del abandono, de los niños, y Manuel Rivas hace hincapié en recordar el cuento de los músicos de Bremen, que son animales que no se pelean entre sí, que han perdido las cualidades prácticas para sus dueños, que han perdido el falso afecto y sufren el abandono. Recuerda su primera casa en una calle estrecha, muy cerca de la Torre de Hércules. Cuenta anécdotas de su infancia y de la inocencia de los niños. Cucaracha. Alfombra. Camioncito. Música. Pasacalles. Monstruos. Primeros miedos: Gigantes y cabezudos (Los Reyes Católicos).

Juan Cruz toma la palabra para decir que entonces todo era verdad, que cuando eres niño, todo es verdad.

Manuel Rivas sigue hablando de animales y de miedos y Juan interviene para decirle que le regaló a Almunia el libro de Rivas: En salvaje compañía. El público ríe. Juan y Manuel también.

- Todo lo que te ocurre está unido con hilos invisibles y hay una terrible obsesión en separar unas cosas de otras -dice Rivas. Me gusta que los libros tengan escaleras hacia todos lados, que te lleven a cualquier sitio. El narrador de En salvaje compañía es un cuervo. La boca de la literatura no siempre está en los libros, está también en otros lugares.

- ¿Por qué el hombre se empeña en reducir al hombre?

Juan Cruz dice que de eso trata la obra de Manuel Rivas y que ocurre también en La lengua de las mariposas.

Dejo de escribir en el cuaderno y me fijo en ellos. Me parece esa clase de gente cercana, con aspecto de buenas personas, con una capacidad de retención y de disfrute impresionante. Disfrutones, como yo digo. Me encanta la gente disfrutona, apasionada, habladora y charlatana de aquello que más ama. Gente contagiosa de su entusiasmo.

Manuel Rivas nos sugiere leer La felicidad clandestina, de Clarice Linspector. Justo después hablan del fracaso del Papa en Santiago.

La conversación prosigue y ninguno de los que estamos allí tenemos prisa por marcharnos. La charla es distendida, reímos en multitud de ocasiones. Están cómodos charlando y nos hacen sentir cómodos a los demás. Como si estuviésemo en el sofá de casa, con la bata puesta, conversando con amigos.

- Hay que aprovechar cualquier oportunidad para meter un poema -dice Manuel antes de leer un poema que dedicó a un hombre muy importante de su vida, ¿su padre? ¿su abuelo? por un momento confundo ambas figuras.

Termina la charla comentando que una vez conoció a un hombre que llevaba poemas en los bolsillos, tatuados, escritos en la camisa... Siempre tenía uno a mano para recitárselo. ¡Qué buen personaje para un relato! -pienso.


En cuanto termina la charla y la gente comienza a salir de la sala, me aproximo al escenario y espero a Juan Cruz. Me acerco a él y le regalo nuestro librito y pienso en Miguel de nuevo. En que cuando escogió la frase para nuestro librito jamás pensó que el propio Juan Cruz tendría nuestro libro en sus manos. Juan me sonríe y me agradece especialmente el gesto. Le muestro la frase que sirve de prólogo a nuestro librito de relatos y su sonrisa es más abierta y su cercanía y gratitud lo engrandecen. Me presenta a una chica, artista, dice él, que hace fotos sensacionales. Le doy mi cámara. Click. Juan vuelve a agradecerme el gesto del libro con dos besos. Habla con un amigo, por teléfono, sobre un próximo evento en Nueva York. Me comenta algo. Sonrío. Nos despedimos. Comienzo a vaguear de nuevo por el hall de la librería. Y pienso en todos mis compañeros, en que ojalá hubieran venido y pudieran disfrutar lo que estoy disfrutando yo.

En mi vaguear me cruzo con Juan Cruz de nuevo y me pregunta por la foto. Le digo que ha salido genial. Sonríe de nuevo y vuelve a despedirse. Después me cruzo con la chica que hizo la foto y también me pregunta. Se la enseño. Me atrevería a decir que se llamaba Begoña, pero igual me equivoco. Sin embargo es el nombre que recuerdo. ¿O era Cristina? Igual ni el uno ni el otro. Pero era simpática y hacía buenas fotos, eso sí. Nos cruzamos alguna vez más esa tarde y volvieron a saludarme amigablemente.




Me acerco a Manuel Rivas y le doy un librito de álbum de familia que previamente también le he dedicado. Me lo agradece con un gesto. Se siente en la mesa de firmas y comienza a firmar ejemplares de sus libros. Entonces mi atención se desvía hacia otra cara conocida, nada literaria, no sé por qué me emociono al verla. Se me saltan las lágrimas. Su sonrisa es maternal, sus manos de hada buena, su mirada cuenta. Su abrazo, conciliador.

Es Julia Gutiérrez Caba. Una gran dama. Admiro su trabajo. Se lo comento. Lo agradece. Me acaricia las manos con las suyas de hada. Pido un deseo.
Una chica deja su móvil en el suelo, su bolso también, la chaqueta la aprisiona entre las piernas, coge mi cámara con las dos manos. Julia sonríe. Yo también.



Consigo ponerme en contacto con Loli. Bajo a encontrarme con ella, con María y con una pareja amiga. La emoción me embarga, se me sale por los ojos y por la sonrisa. Ellos se dan cuenta. Me dejan hablar, atropellarme con las palabras, mostrar las fotos, contar, contar, contar. Después una rápida despedida, nos vamos para la siguiente conferencia exprés, la de las 19:30 de Vicente Luis Mora. Loli me acompaña. Subimos y cogemos primera fila.
Andrés Neuman ya ha llegado. Me pregunto en qué conferencia estará. De repente... lo adivino. ¿Quién dice que no hay magia en el Festival Eñe?
Continuará...
I.M.G.
Fotos propiedad de I. Merino.









martes, 30 de noviembre de 2010

Festival Eñe (12-13Nov.Madrid) 6ª Parte

Mis compañeras se habían marchado al cara a cara que mantuvieron Juan José Armas Marcelo y Jorge Eduardo Benavides, sobre Vargas Llosa y otras pasiones. Yo me quedé en el hall de la librería, charlando con Pablo sobre "Culturamas", y alguna otra cosa literaria, entre ellas nuestro librito. Le regalé uno, claro. ¿Lo has leido Pablo? No hay prisa. Entonces, ¿lo has leído? (Risas). No, no hay prisa. En serio. Nos despedimos. Dos besos.

Subí a la quinta planta a esperar a Loli y a María. Aproveché el momento para hacer una llamada y contarle a una de mis mejores amigas mis vivencias madrileñas de las últimas 24 horas. Aproveché además para hacer alguna foto de Madrid desde uno de los ventanales del Círculo de Bellas Artes. Cuando la gente sale de la sala, mis compañeras no están allí. Sin ninguna conferencia a punto de empezar y con tiempo libre de por medio, aprovecho para acercarme a la exposición de Anagrama en la 4ª planta.

40 años de Anagrama.




Anagrama ha publicado más de 2500 títulos, desde su fundación en 1969, entre novela y ensayo. Ha localizado nuevas voces, ha rescatado clásicos del pasado siglo, etc. Una tiene muchos sueños, Anagrama tiene un lugar en ellos, sin duda.







Recorro los títulos que cuelgan de la pared. He leído algunos. Otros me los anoto. Otros los desconozco. Otros me seducen. El resto quedan pendientes. Al fondo de la sala se exhiben documentos históricos de la historia de esta editorial. Fotografío sólo cuatro:



1. Una carta mecanografiada de Tom Wolfe, dibujo incluido, fechada en 1983 y que comienza así: Dear Sr. Herralde, ¿quién teme al Bauhaus feroz? looks marvellous!


2. Una carta, escrita a mano, de Paul Auster fechada en Sept´12. 04. Comienza así: Dear Jorge, just a word to say thanks for your recient cards...


3. Una carta escrita por Patricia Highsmith, (firma como Pat Highsmith), escrita en papel del hotel Wellington de Madrid el 23 de septiembre de 1983, con letra irregular en la que puede leerse, tras agradecer la hospitalidad y amistad de Jorge, el nombre de nuestro país escrito en español e inglés: España! Spain!


4. Una carta mecanografiada, del director general de cultura popular y espectáculos fechada en el año 1971 en la que se le comunica que no es aconsejable la edición de la obra titulada: Palabras en la Habana.


A todos estos documentos le siguen unas frases escritas en un mural:


Proyecto editorial: debe ser coherente, reconocible,
riguroso, sin llegar a un estéril rigor mortis intentando imponer autores o
líneas de pensamiento, pero sin empecinarse en vías muertas.


¿Cómo editar? No hay otra receta que el entusiasmo, la
resistencia y el rigor.


Las librerías son fundamentales para la salud de un
país.


Catálogo como radiografía inapelable de una trayectoria
editorial, más allá de deseos y fantasías.


Y para finalizar la exposición, cientos de fotografías de distintos autores publicados en Anagrama. Yo me fijo en una que me llama la atención de lejos. Me acerco y sonrío. Click. Hago la foto a la foto.






Andrés Neuman y Marcos Giralt Torrente.



Vuelvo al hall de la segunda planta, a la librería. Me acerco al rincón donde se encuentra José María Merino, que nada tiene que ver conmigo más que el apellido. Tal vez algún antepasado común, quién sabe. José María está en "Letras de Plomo", imprenta de tipos metálicos. Un artesano, no encuentro mejor palabra para llamarlo después de la demostración que hizo de su maestría con la imprenta, me regaló un borrador impreso de José María Merino y después, una vez aprobado el borrador, un microcuento del mismo autor. Me mostraron cómo montan una a una las letras del texto, cómo existen varios tipos de espacio y cómo es la dedicación a este oficio. Fue una experiencia bastante gratificante asistir a esta demostración y ver cómo trabajan estos artesanos de las letras.


A las 14:30, en el bar, junto al hall donde yo me encontraba, comenzó la Cata literaria. Mauricio Wiesenthal en la lectura de textos y Telmo Rodríguez que buscaba el mejor maridaje posible con los textos intercarlos entre sorbo y sorbo. Vino y literatura. Dos placeres totalmente compatibles. Telmo levanta la copa y muestra un vino color escarlata. Los camareros sirven al público. Uno de ellos me trae una copa, grande, con el mismo vino que Telmo comenta. Minutos antes ha hablado del vino de Málaga, del vino dulce, del moscatel, de nuestras uvas. Hubiera preferido esa cata. Soy de vino dulce y de ningún otro. En esto me considero muy malagueña. Pruebo el vino escarlata. Creo que es del norte. Telmo nos habla de su origen mientras yo mojo los labios y lo saboreo y pongo esa misma cara que ponía cuando tomaba jarabe de niña. Observo a la gente disfrutarlo, saborearlo, olerlo, mecerlo en la copa... yo sólo busco un hueco para esconderme y poder soltarla. No me gusta el vino. Lo confieso. Mi paladar sólo admite cosas dulces. Y este vino no lo es.

Al fin aparecen mis compañeras. Le cedo la copa a Loli. La huele, la mece, la saborea. ¡Buenísmo! -exclama. Y yo quisiera haberlo disfrutado así, pero me resulta imposible. Se lo regalo. Lo agradece. Nos dirigimos a la firma de libros de Ricardo Menéndez Salmón. Loli y María vienen de su conferencia con Manuel Calderón, director de cultura del diario La Razón. Ricardo firma ejemplares. Nuestro librito, álbum de familia, está sobre la mesa. Loli se lo ha regalado. Ahora busca una copa para él, pero ya han dejado de servir vino. Nos despedimos. En un par de semanas estará en Málaga. Loli irá a verlo. Yo estaré trabajando. Prefiero no pensarlo. Disfruto de mis vacaciones, que a punto están de expirar.

Son las 15:30. Aún no hemos comido. Buscamos un sitio cercano. "Los Pinchitos". El bar está vacío, nos sirven rápido. Tres hombres dentro de la barra. Nos sirven una tapa, nos ofrecen lotería y nos ponen de comer en un plis plas. Sándwich y bocatas, no hay tiempo de más. A las 16h en el salón Fernando de Rojas nos espera Almudena Grandes. Ninguna somos grandes fans, pero no queremos perdérnosla. María no protestes. Al final fuímos las tres. Me encuentro de nuevo con Pablo. Se ha quedado sin redactora. Almudena es su última conferencia. Le pregunto si no se quedará a la de Neuman. Dice que no. Nos despedimos. Hasta pronto. Sonrisas.

La conferencias podría haberse llamado como una sección de revista o radio: "Pregúntale a Almudena". Tanto el público presente como el público que había enviado sus preguntas a través de la página web, se dedicaron a preguntar a Almudena por sus libros, su manera de escribir, sus manías o la época en que transcurren sus novelas. Era la primera vez que veía a Almudena en persona. La primera vez que acudía a una de sus conferencias. Confieso además que no me he leído ninguno de sus libros. Quiero salir de la conferencia, como salí de la de Espido, convencida de que quiero leer sus libros. Todos. Comienza diciendo que al principio escribía por donde la escritura la llevara. Soía llevar un cuaderno y anotaba alguna ocurrencia en él, pero más tarde trabajó con los cuadernos de manera sistemática. Con cada novela, confiesa, empieza un cuaderno. En él escribe la historia de los personajes, sus peripecias, los hechos que unen unos con otros, la estructura de la novela, etc. Cuando tiene la estructura resuelta, sólo en ese momento empieza a escribir. El cuaderno la acompaña todo el libro. Desde el cuaderno la historia se ve de lejos y aunque no cambie la idea de la novela, sí hay opción de cambiar alguna cosa, como por ejemplo algún personaje que era débil se vuelve fuerte o viceversa.

Almudena dice que generalmente escribe lo que quiere escribir. Cuando escribo soy Dios, dice, y no se me amotinan los personajes. Hacen lo que yo quiero. Hubo un tiempo en el que se me amotinaban, pero ya no me ocurre, prosigue. Después nos suelta una frase de Tolstoi, de Guerra y Paz: Muchas veces las batallas las deciden las cosas pequeñas.

- Tolstoi también decía que en una novela el estilo más vale que sea limpio que brillante -señala.

- Los novelistas del siglo XIX eran los que sabían, lo más sabios, los maestros del género, pero yo me ciño a Benito Pérez Galdós. Es el segundo escritor, tras Cervantes, más importante de la narrativa española.

- Olvidar es conocer.

- La literatura ayuda a conocer un proceso histórico determinado porque genera una emoción y una implicación del lector que un libro de historia.

Almudena habla segura. Su voz es grave. Alta. Grande. En sus novelas siempre aparece la historia contemporánea, aunque ella estudió prehistoria, la temática de la guerra civil es recurrente en sus últimas novelas. Se trata de una serie de seis, pero no se siguen. En una de las novelas un personaje secundario o que se nombra, puede ser protagonista en otra de sus novelas, por ejemplo. Alguien le pregunta por el Sahara y la conversación se vuelve seria y el público aplaude. Yo me dedico a firmarle nuestro librito por si tengo ocasión de dárselo. Intuyo que con ella no habrá foto.

- No se puede hablar de cine en literatura. Hay que hablar de películas y novelas -responde a la pregunta de alguien. Después comenta que no le gustó Las edades de Lulú en el cine. La visión que hizo Bigas no coincide ni con ella ni con su novela. Se va a pensar mucho vender sus derechos al cine y jamás se los venderá a un productor. Tal vez a un director o a un actor, pero a un productor jamás.

Alguien le pregunta quién lee los borradores de sus novelas. Ella contesta que mientras escribe no deja que lo lea nadie. Cuando la termina se la da a su marido y luego tiene varios filtros, entre ellos su editor que le da su opinión de lector, su hermana y su tía Lola. Todos buenos lectores, pero con distinta relación para con ella. Hasta que no recibe impresiones de ese grupo no se atreve a corregir. En la primera corrección apenas corrige nada. La deja descansar 3 meses y entonces corrigeun 20% y luego hay otra especie de comité, su amigo Chus que es poeta y otros amigos. Y entonces hace una tercera corrección.

- Escribo sólo una versión -responde a otra pregunta- empiezo en orden desde la primera página hasta la última. Si no encuentro una palabra me paro y no sigo hasta encontrarla. Escribo una media de 6 horas al día y produzco poco, apenas folio y medio si tengo un buen día. Al final de la novela trabajo unas once horas y escribo diez folios. Fumo y relee. Siempre releo desde el punto anterior y corrijo, corrijo y corrijo mientras escribo y eso forma parte de mi jornada laboral, el reescribir.

- Mis primeros cinco libros, 4 novelas y 1 libro de cuentos no se parecían en nada, pero con el tiempo me he dado cuenta de que contaban parte de la misma historia. Me dedique´ pues a escribir sobre mi generación. Cuando no tuve más que contar, paré. Los aires difíciles es la bisagra en que se puede doblar mi obra por la mitad.

- La fuente de inspiración de todo autor es la memoria -Con esta frase finaliza la conferencia.

Me cruzo con Almudena por el hall de la librería, nada más salir, antes de que la entrevisten y le regalo álbum de familia. Lo acepta encantada. La entrevistan y yo espero mi turno para que me firme Inés y la alegría, para un amigo de María, de Argentina. María y Loli se salieron antes de que finalizara la conferencia. Habían quedado con un amigo. Almudena toma asiento. Soy la tercera en la cola. Deja álbum de familia a su lado y comienza a firmar. Detrás mía se forma una cola. Cuando va a firmarme el libro me saluda y señala nuestro librito y sonríe. Comenta que en Argentina también se ha publicado su libro. Vuelve a agradecerme el regalo del librito. Nos despedimos.



Almudena Grandes


Aún falta un rato para la próxima conferencia, así que me dedico a vagabundear por el hall de la librería. Entro al servicio. Anoto frases. Me siento. Me levanto. Me paseo por el bar. Vuelvo al servicio a refrescarme las manos. Salgo. Tropiezo de frente con una muchacha de ojos vivos y sonrisa serena. Pelo oscuro.

- ¡Espido! -exclamo emocionada.



Continuará...




I.M.G.



Nota: Fotos propiedad de I. Merino González.































































domingo, 21 de noviembre de 2010

Festival Eñe (Madrid 12-13Nov.2010) - 1ª Parte






El Festival Eñe nació en 2009 en Madrid y yo he tenido la suerte de asistir al celebrado este año 2010, los días 12 y 13 de noviembre. La asistencia ha superado el 80% a la del pasado año, tal como podemos leer en la página web de La revista Eñe. (http://www.revistaparaleer.com/noticia/2010/11/18/un-80-por-ciento-mas).



El círculo de Bellas Artes de Madrid fue un lugar de encuentro inolvidable entre escritores, editores, lectores y todos los amantes de la literatura. Y yo estuve allí y más que hacer una crónica, (que las hay muy buenas tanto en la página señalada de la propia revista, como en la de La Fábrica, la revista Culturamas y diversos diarios y webs que hacen referencia a tan magno evento), voy a tratar de contar lo que yo viví durante esos dos días, aunque por el espacio, trataré de ser breve. ¿Lo lograré? Mi compañero de puntoyseguido, Miguel Núñez, dice que yo le doy un nuevo concepto a ser breve. Tal vez tenga razón. (Risas).


El trayecto en AVE de Málaga a Madrid también es breve, RENFE lo ha conseguido. En apenas dos horas y media me encuentro en el centro de Madrid. Unas charlas con Loli, mi acompañante, cargada de risas, literatura y confidencias, nos llevan hasta Atocha. Yo tampoco consigo pisar esta estación sin pensar en el atentado del 11-M. Como dice Andrés Neuman en la entrada de su blog "Réquiem de Atocha": algo ha quedado en el aire. (http://andresneuman.blogspot.com/2010/11/requiem-de-atocha.html).




Dejamos las maletas en el Hostal Astoria, en la Carrera de San Jerónimo, tras pasar por Sol y tararear frente al reloj más famoso de España, la canción Un año más de Mecano. Inevitable. El hostal está muy cerca de Alcalá. Llegamos al Círculo de Bellas Artes en unos pasos. No tan fríos como esperábamos. Luce el sol en Madrid. El paseo por Alcalá y por Gran Vía es obligado. También la visita a alguna librería, unas croquetas en casa Labra y una buena comida en un barrio castizo de Madrid. A las 16h empieza la primera conferencia y queremos ser puntuales.





Círculo de Bellas Artes de Madrid




Nos canjean la entrada por una chapa con una coma en color blanco en el centro. Las chapas son de distintos tamaños y colores. Las de color verde de tamaño más pequeño son para los oyentes, lectores, público, etc, que como nosotras ha sacado el abono de los dos días en el festival, que costó 15€ y que te da carta libre para acceder a todas las conferencias. Las de color azul, de tamaño superior es para los ponentes, para los escritores, conferenciantes y para la organización. Aún trato de averiguar para quiénes eran la de color rosa.





Con nuestra chapa verde en la solapa, emprendimos nuestro particular viaje por El círculo de Bellas Artes madrileño. Realmente era un viaje el que emprendimos durante esos dos días. Empezamos subiendo el primer escalón de las escaleras centrales, en el que podía leerse una frase de Luis Muñoz: Leer es ejercer una esperanza. En la segunda planta nos encontramos con la librería, donde durante el fin de semana se vendían libros de los escritores y ponentes invitados y donde tras cada conferencia, pasarían a firmar ejemplares para los que gustan de tener los libros autografiados por sus autores. En esa segunda planta también estaba el bar y la sala de conferencias más grande, la llamada: Fernando de Rojas. A esa sala nos dirigíamos cuando nos encontramos enmedio de la librería con un despistado José Antonio Garriga Vela, autor de Pacífico o El anorak de Picasso, (libro del que ya he hablado en alguna entrada de este blog). José Antonio vive en Málaga, fue jurado del premio que gané en junio y se encuentra entre nuestros conocidos, por lo que nos saludamos alegremente y comentamos el gran evento en el que ya estábamos sumergidos. Él como ponente y nosotras como oyentes. Echamos unas risas, comentamos su próxima ponencia a las cinco de la tarde con Eloy Tizón y Berta Marsé, a los que confesó, no tenía el gusto de conocer y nos despedimos con prisas porque nosotras íbamos a la conferencia estrella del mediodía en el Fernando de Rojas: Espido Freire.


Debo confesar, tal como le confesé a ella al día siguiente, que no tenía excesivas ganas de verla, aunque sentía curiosidad por escucharla hablar. Espido me sorprendió. Y me sorprendió gratamente.



Laura Espido Freire
A veces nos dejamos llevar por una imagen. A veces por unas palabras. A veces por una impresión. A veces, nos equivocamos. Para bien o para mal. Yo me equivoqué con Espido. Siempre hay tiempo de rectificar.
16:30. Sala Fernando de Rojas. Espido Freire ."Arañas y Mariposas".
Nos sentamos a la mediación del patio de butacas, centradas. Espido apareció por la entrada principal y tomó asiento en el proscenio junto a su entrevistadora, Camino, de La Fábrica. El tema que iba a abordar era de rabiosa actualidad, (me permito el tirar de una frase manida, pero certera). Vivimos tiempos extraños para el terror: vampiros pálidos que enamoran a adolescentes de todo el mundo, vampiros con series de televisión, bellas heroínas que luchan contra zombies. ¿Las historias de horror se han convertido en la nueva novela romántica?
Espido Freire se mostró serena y sonriente. Dejó que Camino la presentara y solicitó ver al público. La sala estaba a oscuras y los focos centrados en ella. La iluminación varió y lo agradecimos. Camino nos acercó a la carrera literaria de Espido Freire y ella comentó brevemente algún capítulo de ella. Se refirió a Irlanda, por encima de cualquier otra novela suya. Los principios marcan. Contó anécdotas de su Instituto. Ella de 1974. Yo de 1973. Vivencias parecidas en alguna ocasión. La época. La misma generación. Nos acercamos. Empieza a obtener puntos, si es que se trataba de puntos la cosa. Aunque sólo al principio, después: me absorbió. Publicó su primer libro a los 23 años y lleva 23 publicados. Curioso. Apunto dos adjetivos en mi libreta: Pizpireta. Simpática. Un tercero: Risueña. Un cuarto: Inteligente. Siguen unos cuantos más. Todos positivos. Se empieza a hablar de maldad. De malvados y de víctimas. Anne Rice y sus novelas salen al caso. Los vampiros encarnados por actores guapos son un recurso en el nuevo cine de terror adolescente. Tres símbolos: Sexo, muerte y violencia. Dolor psicológico y dolor psíquico. Anorexia. Bulimia. Amante ideal. Un tema surge tras otro en esta ponencia de Amantes y Mariposas. Llegamos a Fausto, tras pasar de una novela de terror al ideal romántico del macarra. El amor y el bien pueden acabar con el mal.
Llegamos al Narcisismo femenino: cambiar a mejor al hombre; al narcisismo masculino: Soy el mejor y me tiro a la que quiera. Al final siempre hay que hablar del siglo XIX. Llegamos a Cumbres Borrascosas, de la gran Emily Brontë. Mis compañeras me dicen que es la hora de la ponencia de Garriga Vela. Yo estoy pegada a mi silla, con los ojos clavados en los ojos de Espido, en mis oídos suena el eco: Brontë. Brontë. Brontë. No puedo marcharme. Ahora no. Vamos a hablar de Heathcliff. Loli y su amiga se marchan. Yo me quedo y sigo absorta: Heathcliff, traido de la oscuridad, un personaje que podría haber sido bueno, se deja llevar al mal por un desengaño. La maldad le hace destrozar lo que podría haber podido construir. Emily acepta a su personaje tal y como es. Heathcliff es perverso desde que decide serlo hasta la muerte. Un rebelde que no va a encontrar satisfacción en la vida ni en la muerte. Uno de los personajes más perversos, que genera un amor incondicional.
Surge Lady Macbeth, con una maldad menos perversa. Espido admite su debilidad por Shakespeare. El público la admite a su vez. El amor es un acto determinista como la muerte. Sale a relucir su libro Soria Moria. También sus Cuentos malvados, que hablan de temas que le obsesionan. Arañas y Mariposas. Unas tejen hacia fuera y otras hacia dentro. La araña sabe que ganará. El hilo de seda es la mayor parte de trama que contamos. Sale a relucir Eva Braun. ¿Dónde están los límites? Dejan caer la pregunta sobre todos nosotros. Reflexionamos. En la literatura existe un desafío constante de la moralidad. El narrador en primera persona es mentiroso. Cuando el lector se identifica con este narrador, es cuando más le mentimos. ¿Dónde está el límite de la maldad? ¿Qué ocurre cuando está en la mano de alguien el poder hacer el mal?¿Es más complicado construir un personaje malvado o uno ceniciento?
Miro el reloj. La conferencia de Garriga Vela ha debido comenzar. Espido sigue hablando. Agarro mi netbook, aprieto las mandíbulas y me salgo de la sala. Mis pies caminan por delante. Mi yo más íntimo quiere quedarse, sin embargo salgo. Salgo y dejo a Espido hablando. Y subo las escaleras hasta la quinta planta. Asfixiada. Entro en la sala Valle Inclán. La conferencia acaba de empezar y yo sólo pienso en los años tan tontos que he perdido sin conocer a Espido Freire y sin leer sus libros. Aún estoy a tiempo, pienso mientras tomo asiento. En cuanto termine la conferencia bajaré a conocerla y me disculparé. Me ha dado una lección. No se debe prejuzgar sin conocer.

Continuará...
I.M.G