Coger un autobús siempre puede ser una aventura. En Berlín, por supuesto, también. Decidimos irnos hasta la zona de Zoologischer Garten, donde se encuentran el zoo y el acuario más antiguos y famosos de Alemania, donde viven unos 14.000 animales de 1.400 especies diferentes. El zoo está en pleno centro. Soy una gran amante de los animales, pero no soy asidua a los zoos, por motivos que no vienen al caso. Recorrimos buena parte de la zona este berlinesa en el autobús, de pie, cogidas a quién sabe qué, pues por momentos podía ser una barra, por momentos un hombro alemán o una mano amiga. El autobús traqueteaba lleno de gente y en cada parada subía más gente. Nuestras voces, a pesar de susurrar, retumbaban en el autobús y la gente se volvía a mirarnos. Éramos las únicas que hablaban en español y también las únicas que reían, como cantaban los Mecano en una de sus canciones: a mandíbula batiente.
Cuando llegamo

s a la zona de Zoologischer Garten, era la hora de comer. Entramos a un centro comercial por el que se podía acceder al metro o al tren. Varios puestos en la calle y allí dentro, ofrecían el plato típico alemán:
Las Currywurst. Las Currywurst son unas salchicas alemanas cocidas o asadas a la parrilla. Suelen servir cortadas en rodajas y van acompañadas de salsa ketchup o salsa de tomate y curry en polvo, como podeis ver en la foto. Las patatas fritas también llevaban curry en polvo. La verdad es que estaban buenísimas. (En lugar de patatas fritas, también las sirven con Brotchën, unos panecillos típicos alemanes). No sería esta la única vez que las comimos durante el viaje. Merece la pena probarlas, bien en un restaurante, bien en un puesto callejero, (Imbiss). En alguna ocasión también nos encontramos, en Alexanderplatz, a un alemán que llevaba su propio puesto de Currywurst a cuestas, como una mochila. Yo lo sobrellamé el Currywurst-man.
Después de saborear este plato barato y exquisito, (que pide mucha agua), nos dirigimos hacia la zona de Kurfürstendamm, conocida también como Ku´damm. Grandiosos edificios, elegantes boutiques, artistas callejeros, escenarios sobre fuentes vacías, (Breischeidplatz), y casi 4kms de calle abarrotada de gente. Literalmente invadida de berlineses y turistas.

Me asombró ver los escaparates con ropa no de invierno, no primaveral, si no de verano. De verano, estando a -10ºC. ¿Qué lógica tiene eso? ¿Quién se despoja de todo un armazón de ropa consistente en varias camisetas, jerseys, bufandas, abrigos, guantes, etc... para probarse un vestidillo de lino de tirantillas en un probador de 1x1 m? Yo no lo sé, pero las tiendas estaban llenas.
Los puestecillos que rodeaban la Kaiser Wilhelm-Gedächtnis-Kirche, también estaban a tope. Parecía que Berlín entero estaba allí, paseando con nosotras. La mayoría de e

stos puestos, además de gorros, pelucas de colores, bolsos, ciertas extravagancias, bufandas, etc, también servían currywurst y cerveza por doquier.
Nosotras avanzábamos mirando los edificios, buscando lo que llaman "El diente hueco", osease, lo que he nombrado antes: la Kaiser Wilhelm-Gedächtnis-Kirche. Según nuestro plano debíamos estar delante de ella, a sus pies, pero delante de nuestras narices sólo había una especie de rascacielos blanco. Este que podeis ver en la fotografía. ¿No os parece una especie de rascacielos blanco? Sed sinceros, por favor. En la foto lo parece, pero en persona os aseguro que ahí debajo, mirando hacia arriba, alejándote para que entrara en la foto, era total y absolutamente una especie de rascacielos. No he estado en N.Y. , de acuerdo, pero parecía un rascacielos, de verdad, insisto. Pues bien, ahí donde está ese edificio, ahí justo, marcaba el plano que estaba una de las iglesias más famosas de Berlín, cuyo nombre ya he citado antes

. Se trata de un templo neorromático , que tras los daños sufridos en los bombardeos de 1943, sólo quedaron en pie la torre y el vestíbulo princip

al. Junto a los mismos se levantó una nueva iglesia entre 1957 y 1963. Pues bien, todo eso debía estar ahí mismo. De hecho, un cartel señalaba, con una flecha, la entrada. Y esa entrada estaba justo en la base de ese edificio. Así que allí que fuimos y allí que nos dimos cuenta al fin que el tal edificio, el tal rascacielos sólo son... ANDAMIOS. La iglesia que tantísimas ganas teníamos de ver, símbolo de los desastres de la guerra estaba debajo. De hecho si mirais bien la foto, podeis el final del "diente hueco", sobre sale y se ve la puntita. Os dejo unas fotografías de la iglesia original y de cómo quedó tras los bombardeos. Aunque de esta foto que veis de la derecha, sólo queda la primera parte, el resto tuvo que ser derruido. En el interior de esta iglesia se conservan mosaicos decorados con escenas de la historia imperial alemanda. También se conserva un enorme Cristo con túnica, aunque con un brazo mutilado. De la torre, que medía 113m, sólo se conservan 63. Esta iglesia, debe su conservación al pueblo berlinés, ya que en 1947, el Senado planeaba demoler sus ruinas por razones de seguridad. Sin embargo en un reféndum celebrado 10 años más tardes, los belineses votaron por su supervivencia a modo de conmemoración de los desastres de la guerra.
Después de esta visita, seguimos paseando por la zona, y entramos al Europa-Center, que es el centro comercial más antiguo de Berlín occidental, abierto en 1962. Dentro hay un despliegue fantástico de gran variedad de tiendas, un cine y boutiques. Pasamos por el Ku´damm-Eck, por Lehniner Platz y admiramos el edificio neoclásico de la Galerie Brusberg. Como teníamos tiempo, nos acercamos también a Iduna-Haus, una de las pocas casas burguesas de finales del siglo XIX que se conservan.
Esta zona, según vimos en fotografías de época, fue una parte importante de Berlín, clásica y de edificios realmente maravillosos. Hoy día es una zona más bien moderna, con edificios de cristal, luces de neón,l oficinas y tiendas por todas partes. Destacar también el Neues Kranzler-Eck, un rascacielos de cristal y acero. Mis gustos personales tiran más hacia lo clásico y, como dice mi amigo P., hacia lo antiguo, así que aunque disfruté mucho paseando por esta zona, me pareció que me habría gustado más lo que fue que lo que es. Ah, no quiero olvidar dejaros una foto de las alcantarillas en toda esta zona. Bien merecían una fotografía. En ella podeis ver los monumentos berlinese más importantes:
Hicimos un alto en el camino para entrar en la Legoland y hacer unas fotos a las Tower Bridge, a la nave de Star Wars, a Woody de Toy Story, etc. Obviamente entramos al centro comercial más grande de Europa, que es como El Corte Inglés, pero a lo gigante, y que se llama Kaufhauss des Westen, osease KAdeWE. Y al final del paseo, la estación de metro, pero no una estación de metro cualquiera. Su fachada es muy antigua y puede pensarse que es un edificio dedicado a cualquier cosa menos a albergar una boca de metro. Es un edificio con una negra y oscura historia. Es el lugar de donde partían los trenes hacia los campos de concentración. En la entrada de la estación, hay un enorme cartel que nombra todos y cada uno de los campos a los que se llegaba desde aquí: Auschwitz, Stutthof, Maidanek, Treblinka, Theresienstadt, Buchenwald, Dachau, Sachsenhausen, Ravensbrück, Bergen-Belsen, Trostenez.

Nos atrevimos a entrar, pero no hablamos nada una vez dentro. Salimos algo turbadas y convencidas de que no podríamos visitar un campo de aquellos. Se puede visitar alguno, pero no podríamos. Demasiado fuerte. Se me ponen los vellos de punta sólo pensarlo. Aún ahora. Siempre.
Cruzamos la calle atestada de tráfico y en obras y caminamos en sentido contrario, por la acera de enfrente. Visitamos un puesto de flores y yo rebusqué con la vista tulipanos o girasoles, pero no había. Me habría encantado fotografiarlos. Encontramos una droguería que visitaríamos más de una vez allí, y ojo chicas, que esto interesa, llamada "dm". Es una especie de supermercado que sólo vende temas de droguería y cosmética. Todas las cremas que querais están allí, a precios increíbles. Y todos los maquillajes, barras de labios, champús, gel, etc, etc. Podeis encontrar las marcas de siempre a menor precio que en España y también hay marcas exclusivas alemanas que cuyos precios están por los suelos y te da la risa tonta y ganas de llevártelo todo aunque no seas una entusiasta de las pinturitas. Recomiendo las marcas essence, que podeis encontrar aquí en Primor, pero que allí están mucho más baratas, la marca P2, que es una locura y en cuanto a cremas hay una marca llamada Balea que no está nada mal. Como es de suponer, nos volvimos locas allí, jajjaaj.
Seguimos, por Fasanenstrasse, una de las calles más exclusivas, camino del hotel Kempinski. El sol se iba ocultando ya tras los edificios más altos y nos adentramos en un mar de callejuelas que nos sorprendió gratamente, sobre todo a mí, gran amante de la arquitectura inglesa de los siglos XVIII y XIX. Entramos a una calle que nos transporto a South Kensington, con enorme edificios blancos victorianos. De ahí fuimos a la Jüdisches Gemeindehaus, casa de la Comunidad judía, y al Kant-Dreieck. Nuestra meta era Savignyplatz, la que dicen que es una de las plazas más atractivas de Berlín. A mí, no me lo pareció, me pareció una plaza normal y corriente, con un jardín que no tenía flores y cuyos árboles estaban raquíticos y sin hojas, además anochecía y había poca luz. Supuse que en primavera y cuando estuviera llena de gente, resplandecería más que en aquel momento. Sus cafés y restaurantes son muy frecuentados por artistas e intelectuales y tiene fama de moda. Paseamos por Knesebeck, Schlüter y Gothestrasse antes de coger un S-Bahn para marcharnos hacia la zona de la isla de los museos, en el este, a buscar una cafetería que nos habían recomendado. Una cosa que me encanta de los viajes, es merendar tranquilamente en una cafetería y probar los dulces típicos del lugar. Soy golosa y chocolatera, lo admito. Y el capuccino o el café caramel Macchiatto con un buen dulce de chocolate o manzan... me pierde.
Ya era de noche, pero sólo eran las seis y media cuando llegamos al fin a la cafetería en cuestión. Muy cerca de Georgentrafze. Cuando elegimos los dulces y el café macchiatto, la chica nos dijo, amablemente, que estaban a punto de cerrar y que tendríamos que tomarlo rápido o pedirlo para llevar. Merendamos rápido, casi sin quitarnos los abrigos y los gorros, casi sin descansar. Berlín es así, las turistas meriendan cuando los berlineses ya han cenado y cerrado sus comercios.
Camino de la estación del U-Bahn, paramos en uno de los teatros para ver la representación estelar y anunciada por todo Berlín: Grease, el musical. Hace unos meses, tuve la oportunidad de ver este musical en Londres. Aún recuerdo al actor que hacía de Danny... y mi amiga también lo recuerda. Sí, lo recordamos muy muy bien :-)
Como a las siete de la tarde, parecen las dos de la mañana, tuvimos que adaptarnos a lo único que quedaba abierto y a punto de cerrar, una librería enorme, (bieeeen), y otra droguería dm (yupiiii). Una vez cerrados ambos y sin llegar a las ocho de la tarde, nos dirigimos hacia Under den linden y recorrimos toda la calle de la ópera, etc, hasta llegar a la catedral. La fotografiamos desde el río, sin quitarnos los guantes, dura tarea. El frío arreciaba. Decidimos, por el bien de las zonas periféricas de nuestros cuerpos, que comenzaban a congelarse, coger el autobús 100 ó el 200, el que llegase antes. En todas la guías pone, y es cierto, que son algo así como autobuses turísticos, ya que te llevan por casi todo el centro, a través de su recorrido. ´Lo cogimos en Straatsoper, junto a la ópera y nos bajamos en la zona del zoo, donde cogimos el metro que nos dejó en el hotel. No debían ser ni las diez de la noche, pero las calles estaban vacías, oscuras, sin gente, y los restaurantes y tiendas cerrados a cal y canto, sólo la luz de nuestro hotel iluminaba un trocito de la calle. Fuimos a refugiarnos en él. Buenas noches.
I.M.G.
Nota: Fotografías propiedad de Isa Merino. Berlín. Febrero 2011