lunes, 31 de diciembre de 2012

Cosas que dejé de contar en 2012 (Feliz 2013)


Hoy, que termina el año 2012 de nuestra era, quiero repasar algunas cosas que dejé de contar este año, y que habré de retomar el siguiente, con renovada ilusión y con suficiente distancia como para poder hablar de ellas tratando de evitar la espontaneidad de lo inmediato y/o el vicio de la divagación. O lo que viene a ser lo mismo, para conseguir perspectiva.

Este año, que ha dejado un poco de todo para cada uno de nosotros, según la circunstancia de cada cual, será recordado de una u otra manera como un año bisiesto de los malos. A mí no me gusta catalogar algo de manera absoluta. Huyo de términos como nunca, siempre, o belleza, pienso que las tres están sobrevaloradas o que no existen de manera absoluta. Y catalogar un  año completo, con sus 365 ó 366 días vividos, como malo o bueno, me parece generalizar de manera absoluta, y es que, oigan, a mí tampoco me gusta generalizar. 

Es que yo me he reído, sí, oiga, sí, y cada vez que me he reído, ha contado como algo positivo en mi vida, y eso no puedo ahogarlo en el pozo de la desesperación de un año catalogado como maldito. Y también he llorado, caballero, también, pero me enseñaron que los españoles somos unos luchadores y podemos con todo lo que nos echen y más, que somos de buena casta, de raza valentona, de los que se echan a la chepa los pesares y tiran p´alante. Y, que somos gente de fe, de esperanza, y solidarios, lo que viene siendo buenos hermanos. Y yo, hermanos, y amigos, tengo muchos, señora, así que este año, entre todos, hemos conseguido llevarlo, más mal que bien o más bien que mal, pero ya lo hemos liquidado. Sí, con rebajas, con liquidaciones, con ventas a precio de coste, margen de beneficio cero, primas de riesgo desorbitadas, o umbral de rentabilidad... ejem, ejem, ¿por qué las palabras que quieren resaltar un año como este se tornan de repente económicas? Soy Economista, de acuerdo, pero sólo cuando trabajo, ahora digamos, que estoy sentada en la silla del placer, (a ver, los que han leído Cincuenta Sombras de Grey, que escucho la sonrisilla socarrona, y no es de ese tipo de placer del que hablo, ¿es que hay más, oiga? Buuuf, la tira, si sabes sacarle partido a la vida, y disfrutar de las cosas), vamos, la silla en la que me siento a escribir. (No, no vibra ni nada de eso, es que a mí escribir me da eso: gustirrinín). 

Cosas que dejé de contar:

Que la familia aumentó, aunque no nacieron nuevos bebés. Pero lo fueron algún día. Cada una de las tres con una cualidad, un color de pelo, una estatura, un interés. La llamada de la sangre.  Revolución.

Que mis sobrinos crecen en altura, en vocabulario, y comienzan a perder dientes. Comienzan a despuntar personalidades que serán y que van siendo. Vigilo el proceso. Lo disfruto. Su inocencia me da vida. Nunca creí que aprendería tanto observando crecer a un niño. A cuatro niños. Mis cuatro cocos. 
Mis sobrinos

Que mis amig@s, convierten en especial cada día del año. Que me quieren. Que se dejan querer. Que están ahí siempre, en las buenas y en las malas. ¡Tan grandes!

Que me enamoré y desenamoré, y me volví a enamorar y a desenamorar, de tantas cosas, y lugares, y gentes, y pequeños detalles, que volvería a enamorarme y desenamorarme de ellos si el 2013 me da ocasión. 

Que mi grupo de escritura, puntoyseguido, me da tanta vida hoy como al principio, sino más, más aún, en cada reunión, en cada salida, en cada conversación, en cada mirada que nos dedicamos, a veces, sin palabras, aunque siempre estemos rodeados de ellas. Seguimos escribiendo. Con ilusión. 

puntoyseguido
(Seis de los Siete miembros)

Que dejé de escribir el blog tantos días y días entre entrada y entrada porque tuve días confusos laboralmente hablando que me dejaron extasiada y no quería contagiar a nadie con mi desgana. Y también, cómo no, por pereza, o por miedo, (siempre ahí latiendo, el tema de no querer defraudar). Ahora que os conozco, no quiero perderos, es así. El listón sube y tengo que estar a la altura, o no, ¿me lo permitís? Sólo pretendo entreteneros, entretenerme, crear un vínculo, desahogarnos, reírnos, servir de hombro, cuando no tenemos uno cerca. No sé, esas cosas. Y compartir. Eso siempre. 

Juntos podemos
Que viajé a Londres una vez más porque Londres es uno de mis pulmones externos, si no vuelvo a él una vez al año, me cuesta respirar y encarar los días sin contar los minutos en la esfera de mi Big Ben querido; que unos meses después me fui a Amsterdam y descubrí la ciudad de los canales y las bicicletas, y conocí a Ana Frank que ha hecho más internacional este blog, (gracias pretty Anna), y me senté a comer marisco a horas de desayuno en un pueblito llamado Volendam, y que el esplendor de la primavera lo viví en el mayor campo de tulipanes del mundo: Keukenhoff. Ni los colores del Arco Iris pueden competir en belleza con la exaltación de color que allí es posible disfrutar. 

Londres
Amsterdam
Keukenhof
(Holanda)


Volendam
(Holanda)

Que mi viaje de Agosto no lo conté completo, pues el Valle del Loira no se resume al par de entradas que hice en su día, sino que sigue con una tercera parte en la que he de hablar de los hermosos jardines de Villandry, o del castillo Ussé, que llaman el de La Bella Durmiente. No conté que volví a París, que me alojé en un hotel por los Campos Elíseos, y que el Arco del Triunfo casi podía verse desde mi ventana. Que subí a la Torre Eiffel por tercera o cuarta vez, pero de noche, a las en punto, cuando toda la torre se ilumina con miles de puntos de luz. Y que regresé a Versalles veinte años después de pisarlo por vez primera. Relucían aún más sus apliques dorados, sus jardines parecían haberse extendido kilómetros desde aquella vez. No llovía. El sol apretaba. Andaba buscando las pisadas del ayer. Encontré algunas. 

Villandry
(Valle del Loira- Francia)

Ussé
(Valle del Loira - Francia)
Jardines de Versalles

La Tour Eiffel
París
Que volví a Eurodisney por tercera vez. Estuve en el 10º aniversario, en el 15º y volví en el 20º. La ilusión la misma. Como la de una niña con zapatos nuevos, pero que sean los de Minnie, que siempre pisa sobre mundos mágicos, y vive allí donde la fantasía es la dueña del mundo. Me gusta vivir allí de vez en cuando. Cada cinco años. 

Eurodisney - 20 Aniversario
París

Que estuve en varios conciertos de Ana Torroja, en Granada, en Madrid, en Alhaurín, Antequera... y que ¡No me canso! (Gracias Ana, por todos tus abrazos, por las sonrisas, las dedicatorias...).
Que me escapé a Tarifa, como cada verano, a disfrutar de esas playas blancas, inmensas, bañadas por el Atlántico. 
Que perdí un vuelo a Londres por una paranoia con Ryanair. No creo que vuelva a volar con ellos. 
Que tuve esperanzas y optimismo y las cosas salieron bien. ¡Va por ti M.D.R.!
Que no escapé a la crisis laboral, y que mi empresa entró en un ERTE en el que aún nos encontramos. Y del que espero que nos recuperemos. 
Que cumplí 39, y estoy viviendo desde entonces, (junio), mi último año de treintañera.
Que recuperé a mis amigos del colegio, y los veo más a menudo. 

Que leí Hablar Solos de Andrés Neuman y no he hecho aún una crónica al respecto. Que me hizo un regalo travieso al usar una fotografía que le hice en la solapa de su libro, y poner mi nombre sobre ella, como propietaria de la misma. Que cenamos con Antonio soler y Guillermo Busutil. Que le debo unas fotos. Que su libro es de los mejores que he leído en mucho tiempo. 

Solapa de Hablar Solos
Andrés Neuman
Alfaguara
Que después de mucho tiempo me encontré con alguien a quien aún quiero, que nos saludamos con la mano, y que nos dejamos ir. Nuestra historia pertenece a otro tiempo, a otras personas, a esas que ya no somos. Aunque siempre nos quedará pendiente un café. 
Que una de mis amigas de toda la vida fue mamá, y que fui a Madrid, con una amiga en común, a visitarla. Y que fue el fin de una era. 
Que le leído mucho, muchísimo. Que he ido al cine mucho, muchísimo. Y que he aprendido de ello mucho, muchísimo.
Que sé lo que quiero, y adonde voy, y con quién. 
Que...
Que...
Que...
Que he vivido, señores. Y que soy feliz, sí, así dicho, a lo loco, sin pensar, ¿no es así como, (cuando),  se dicen de verdad la cosas?
Cuando ocurren cosas, (repito cosas), cuando se tienen los ojos y las puertas abiertas, cuando se cree, y se vive, siempre hay algo que contar. Mucho que contar. Por eso este blog seguirá abierto en 2013 como poco. Si ustedes quieren, nos seguiremos encontrando, nos seguiremos contando, aquellas cosas que dejé de contar y aquellas otras nuevas que surgirán. Lo importante es que estemos. 

FELIZ 2013 a tod@s. 

Gracias por vuestra paciencia, por estar ahí, por leer mi cotidianidad, por dejarme comentarios, por dejaros y dejarme conocer. Chawton St somos todos. Gracias. FELIZ AÑO. Que el 13, número impar, y de mis favoritos, nos traiga nuevas esperanzas y colores a nuestra vida, y que la palabra crisis pierda credibilidad y sustancia y caiga en el olvido o entre en el mundo de las anécdotas pasadas, de la historia. Empieza una nueva era, dicen los mayas, aprovechémosla. CARPE DIEM. 


I.M.G. 
@isamerino

A los que leen mi blog, una, dos, multitud de veces, o por casualidad.
A mis amig@s.
A mi familia. 
A todos, gracias por hacerme feliz todos los días. 
No me puedo quejar, y no me quejo. Gracias. 






viernes, 28 de diciembre de 2012

Ana Torroja cumple 53 años

El 28 de Diciembre de 1959 nació Ana Torroja. 

Hoy hace 53 años.

FELIZ CUMPLEAÑOS, ANA
Ana Torroja celebra su cumpleaños el día de los Inocentes
Cada año le dedico una entrada este día en este blog. No es la única. Cada 7 de septiembre también escribo una entrada dedicada a ella y a las otras dos piezas de mi juguete favorito: Mecano. 

¿Qué decir que no haya dicho ya de Ana Torroja a lo largo de mi vida? ¿Qué decirle a ella que no le haya dicho ya en persona? Ella me mira y sonríe, y me dice, ayyy Isaaa.  Y me deja abrazarla de nuevo. Quiero quedarme un ratito más en el camerino, intercambiar impresiones sobre el último libro leído,  regalarle fotografías de los últimos conciertos, contarle que cada 28 de diciembre celebro su cumpleaños como si fuera el mío, o que cada 31 de diciembre despido el año cantando Un año más, desde que se publicó en Descanso Dominical allá por 1988, y que cada 1 de Enero empiezo el año escuchando una canción de Mecano. Me da suerte. Mi primera canción en el equipo de música, en el ordenador, en el coche... y luego pongo el concierto, de ella, o de Mecano, el caso es oír su voz. Para mí es ella LA VOZ. Cada cual elige la suya. Yo la elegí a los 8 años. Y no he cambiado de parecer, al contrario, la cosa sigue in crescendo. Mi NÚMERO UNO.  

Hoy, que cumple años, la veremos en TVE víctima de una inocentada. El día de los Inocentes siempre ha marcado este día en su vida. ¿Cuántas bromas habrá soportado? ¿Cuántas inocentadas en lugar de regalos? Nos cuenta, en alguna entrevista, que muchas. Esta noche veremos una de ellas. Espero que no se hayan pasado. Voy a sufrir con ella. Arriba os dejo la foto de la entrega. Y aquí un enlace con un mensaje de ella tras la inocentada. PINCHA AQUÍ

No voy a extenderme este año, sólo felicitar a mi artista favorita, a la que admiro no sólo por su voz o sus canciones, sino por su calidad humana y su manera de ser y estar en la vida. 

UN BESO GRANDE, ANA. Gracias por todos los momentos que me has regalado este año 2012, y como tú me dices siempre: SÉ FELIZ. 





I.M.G. Torrojera-Mecanera




jueves, 27 de diciembre de 2012

50 Sombras de Grey, y etc

Trilogía "Grey"
Varios motivos me llevaron a leer la trilogía erótica "Grey", (calificada como porno para mamás),  el verano pasado. 

No sucumbí por placer. Ni siquiera por recomendación. Mucho menos por morbo. Llamémoslo curiosidad. No curiosidad por un tipo oscuro, por escenas de sexo explícito de mayor o menor intensidad, sino por pura curiosidad literaria. 

Si es una novela tan mala, como afirman quienes leen literatura seria o best sellers de mayor calidad:

1.  ¿Cómo ha conseguido la autora, E.L. James,  meterse en el bolsillo a tantos adeptos? (¿Audaz operación de marketing, propulsada por el boca a boca?).

2. ¿Cómo ha llegado a convertirse en un fenómeno? (Se ha creado incluso un término para las obsesionadas con Christian Grey: Greysessed).

3.  ¿Por qué todo el mundo habla de él y de sus secuelas? Es más, ¿cómo es posible que existan secuelas, o que se planteen precuelas, o que se lo rifen las grandes compañias cinematográficas para llevarlo al cine? 
 Matt Bomer candidato a interpretar a  Christian Grey
4. ¿Cuál es la clave para que un libro, de calidad literaria más que dudable, llegue a todos los rincones del mundo y haya desbancado en masa a todos los libros publicados, (de autores renombrados o no),  y por publicar este año y seguramente el próximo? 

5. Etc

Todas estas preguntas me llevaron a descargarlos en mi Kindle Touch. A la vez que leía, buscaba claves, desmenuzaba a los personajes, a los conflictos, desnudaba los nudos, y me tiraba de los pelos ante algo tan plano. El primero lo leí del tirón. En pocos días. A la vez que la historia me enganchaba , (lo confieso), como los culebrones que pude seguir alguna vez, me lamentaba de estar leyendo algo así. Tan malo. Si buscas buena literatura, me dijo una amiga, no te leas Grey. 


Pude llegar a entender el éxito del primero, aunque fuese, a mi modo de ver, una versión más actualizada de una novela Jazmín, ¿pero una segunda y una tercera?  Confieso que me los leí saltándome escenas y escenas, ¿se llama a eso leer? Bueno, no consideré que estaba leyendo en ningún momento, yo lo llamo tarea de campo. Estaba tratando de descifrar un misterio. ¿Por qué vende tanto algo así? El primero es pasable si sabes a lo que vas. El segundo es infumable. El tercero, una tortura. Todo se podría haber resumido en uno. Sobran tantas escenas de sexo... tantas... Todo es tan maravilloso e irreal. Todos los tópicos caben entre sus páginas. 

Matt Bomer
Grey es el hombre perfecto, con un oscuro pasado y gustos sexuales de sado y bondage relamido, guapísimo, elegantísimo, riquísimo, romantiquísimo cuando quiere, y activo, disponible e insaciable sexualmente las 24 horas del día. También es controlador extremo, rudo, celoso en grado soberbio, hijo y hermano ejemplar, jefe justo. Pilota y conduce casi todo lo pilotable y conducible. Caprichoso. Vulnerable. Sensible. Detallista. De gusto exquisito, sonrisa perfecta, mirada intensa, cabello denso e indomable. Etc. Etc. Etc. 

Muchos actores se han barajado y se siguen barajando para interpretarlo en el cine: 

Matt Bomer, Ryan Reynolds, Ryan Gosling, Alexander Skarsgard, Henry Cavill, Ian Somerhalder... y Robert Pattinson, pero ¿alguien se lo creería de Grey? Yo no. 

No veo otro Christian Grey que Matt Bomer,  si alguien ha de interpretarlo en la gran o en la pequeña pantalla. Me leí el libro con su imagen. A día de hoy, junto a Ryan Gosling,  es el más votado para interpretarlo. 


¿Y qué hay de la chica? Anastasia Steele. 21 años. Sin relaciones anteriores. Sin experiencia sexual. Mona. Atractiva. Sensual. Delgada. Estilosa. Caracter variable. Insegura. Inocente. Sensible. Enamorada. Y una vez que descubre el sexo, no puede pasar sin él a ninguna hora del día o de la noche. Lleva una diosa dentro que habla muchísimo durante todo el libro. Y se llega a morder el labio tantas veces a lo largo de la trilogía que no sé siGrey ha tenido que pagar a un cirujano para que se lo recomponga. Mila Kunis o Zooey Deschanel son nombres que se barajan para interpretarla. 

Y llegados a nuestra era, los Reyes Magos han  cambiado de nombre. Ya no son Melchor, Gaspar y Baltasar quienes llegan a las casas por la noche, tan esperados. Ahora son Cincuenta Sombras de Grey, Cincuenta Sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas. Los Reyes de los Reyes y Navidades  este año. El lado bueno es que los camellos irán cargados de libros, cosa que no sucede tanto como debería. Eso es de agradecer pues como leí en Mercurio de este mes, y cito un párrafo de un artículo de Marta Rivera de la Cruz: 

"Benditos sean esos títulos que, de vez en cuando, toman por asalto las tiendas de libros y las listas de más vendidos. Por un lado porque sirven para sanear las cuentas de las casas editoriales, (beneficios que  arroja el best seller de hoy servirá para financiar mañana la apuesta por un autor desconocido), y por otro, porque la existencia de títulos de moda acerca a las librerías a personas que de ordinario no son compradoras de literatura. "

Ojalá, y prosigo parafraseando dicho artículo: este big bang editorial sirva al público lector para descubrir las infinitas posibilidades de las letras y descubran de este modo, una forma fascinante de pasar el tiempo. Si es así, bienvenido sea Sr. Grey.  Cada libro es -debería ser- el bocado que sirve para azuzar el hambre de otras historias, de otras lecturas, de otros autores tal vez superiores al que nos hizo dar el primer mordisco. 

Si se acercan a la puerta de los colegios a llevar a sus hijos, y ven un corrillo de madres que hablan en voz baja y sonríen picaronamente antes los comentarios de otras mamás, es que hablan de Christian Grey. Si alguna amiga les cuenta que su vida sexual se ha vuelto a despertar, es que ha leído la trilogía. Si les hablan de que están viviendo una nueva luna de miel, no les regalen la trilogía, pues es seguro que la tienen y están llenas de post its. ¿Quién soy yo para recomendar o dejar de recomendarles que lean Cincuenta Sombras? 

Abiertas quedan las puertas de un género que es tan antiguo como lo es la escritura, pero que presumiblemente ha vuelto a despertar. Hay que seguir abriendo puertas. Investigar. Hay tantos géneros esperando seducirnos, que sólo hay que encontrarlos y disfrutarlos. Seguir leyendo, como dice Marta Rivera en su artículo, que de eso se trata. 

Y como decía mi amiga, si quieren leer un buen libro, una buena historia, o quieren dejarse atrapar por buena literatura, entonces este libro, (esta trilogía), no es el suyo. 


I.M.G.  (liberada)







sábado, 22 de diciembre de 2012

El fin del mundo según los mayas... (o no)

 Hoy ha ocurrido el fin del mundo. Los mayas lo vaticinaron. El 21 de Diciembre del año 2012 d.C., el mundo, tal y como lo conocemos, desaparecerá. Y hoy ha sido. Anoche cuando me acosté, ya era 21. Y era 21 cuando me levanté. Pero es que el fin del mundo, en España se vaticinaba para las 11 A.M. Ah, bueno, vale, me quedan tres horas. 
En Málaga amaneció un sol de primavera muy común en nuestros inviernos, uy, que hoy también comienza el invierno. Menuda coincidencia. El fin del mundo termina en la última estación. Nuestro último invierno. Los españoles moriremos todos a la vez, en uno de nuestros años más negros, en el último mes del año, y también en la última estación. Y encima, el año fue bisiesto. ¿Tendrían los mayas todo eso en cuenta? No seré yo quien contradiga sus escrituras y sus visiones sagradas. Si sobrevivo a ellas, escribiré una crónica de tan comentado día. Si hasta en los telediarios hablan de ello. El mundo no sólo está en crisis, es que se acaba. Eso sí que es una crisis gorda. Cojonuda. El apocalipsis. 

Desayuné lo acostumbrado, escogí una ropa cómoda, me hice con todos mis aparatos tecnológicos y me metí de cabeza en la caravana del siglo en la Autovía. Me había pedido el día de vacaciones, no por ser el último día del mundo, sino por ver a mi sobrino actuar en su fiesta del cole, ¿qué puede haber más bonito que pasar las últimas horas viendo reír a un niño vestido de Papá Noel? Para mí, nada. La mañana del último día del mundo, iba siendo aún más normal de lo que esperaba. Por whatsapp la gente iba mandando chistes, y cuentas atrás apocalípticas. A escasos minutos de las once, la gente se despedía con sorna. Alguien me preguntó dónde estaba y yo le contesté que en el Carrefour. Hay que ser precavidos, y si llega el fin del mundo, que me pille en un sitio donde tenga ropa, comida, libros, discos y tecnología, pa disfrutar mientras tanto, y en el después también, claro. Así que mis últimos minutos los pasé en un gran almacén, comprando cereales. El boom, o el estallido final no se oyó. Dieron las once, y todos seguíamos a nuestro ritmo, yo creo que perdí la noción del tiempo eligiendo un nuevo cepillo de dientes. Lo que pasó después del apocalipsis total fue que la cajera me cobró lo acostumbrado, que cogí mi coche y regresé a casa. ¿Estamos todos muertos? ¿Se acabó la crisis? ¿Por qué sigue brillando el sol en el mismo lugar de siempre? ¿Por qué sigue costándome encontrar aparcamiento después de la hecatombe? 

Ay, estos mayas, qué cachondos, sembrando pánico a miles de años vista. El caso es que la cosa ha generado negocio, y todo lo que genere negocio, genera pasta, y lo que genera pasta... en fin, que dicen que hay gente que se ha hecho con un búnquer en su casa y que ahora vive doscientos metros bajo tierra, con víveres para un par de años mínimo. Espero que se hayan enterado que ya pueden salir. Y resulta que en Francia hay una montaña mágica y que los billetitos hasta el pueblo a la falda de la montaña han costado una pasta. Pero todos los que fueron, han sobrevivido. ¡Aleluya! El viaje les ha merecido la pena, y hasta han hecho amigos internacionales. De ahí saldrán parejas, y reuniones anuales, si no, de aquí al tiempo, y nacerá un primer niño fruto de. Y será el salvador de la montaña mágica en el nuevo apocalipsis que ha de llegar cuando los mayas tengan a gusto revelar una nueva fecha. 

El caso es que al parecer todo había sido algo mal interpretado, ayyyy, total, una letrilla más que menos tampoco pasa nada, que no es que fuera el fin del mundo, que es que era el final de una era, de un ciclo. Que no iba a haber un choque de planetas, ni se iba a agotar la energía, ni iba a explotar el globo terrestre o nos iban a invadir los marcianos, que es que esto ya pasó miles de años antes de Cristo, y volverá a pasar en la siguiente era, así que "take it easy, my friends", que pueden seguir con las compras navideñas, pero tengan en cuenta que la nueva era ha empezado y que todo cambia a partir de hoy. A ver, ¿qué has hecho el resto del día? Pues he trasteado el ordenador, he almorzado, siesteado, he ido de compras, he... uy, todo de lo más normal. Pues ya ves que no, que hay que buscarle una vuelta, que no estás fina, mujer, que ha empezado una nueva era y que tenías que haber hecho nuevos enfoques, y tenías que haberte comportado de otra manera, y haber hecho cosas distintas y especiales, mujer de poca fe. 

Sí, (levanto la mano), he hecho algo distinto hoy. ¿Significará algo? Claro que sí, es el principio de una nueva era, ya vas notando el cambio, esa es la actitud. Esto es sólo el comienzo... welcome to the real world. 


I.M.G. apocalíptica.

En 1982, cursaba catequesis para hacer mi primera Comunión, y nos pidieron a todos los niños, que rezásemos porque en tres días se acababa el mundo. Al parecer se habían alineado todos los planetas y moriríamos aplastados entre Marte y Venus. Sobreviví a aquel fin del mundo. 

En 2000 volví a salvar el cuello de la siguiente apocalipsis. Todo se iría al traste. De una forma u otra, cuando llegara el cambio de siglo y de milenio moriríamos todos. No fue un buen año para mí, pero también lo sobreviví. 

Mi madre me cuenta de otra apocalipsis. Fue a finales de los años 50. A los niños se les contó que llegaba el juicio final. Era la hora de dormir y todos los niños de C/ Carboneros miraban al cielo esperando una gran cruz, y la apertura de la puerta de los cielos. Mi abuela les dijo que se acostaran, que si aparecía la cruz, los avisaría para que les pillara despiertos. Creo que mi abuela, hoy, también se habría reído de esta apocalipsis. 

El verdadero apocalipsis, le llega a cada persona, el día que fallece. Pues es cuando este mundo desaparece de su vista para siempre. Eso, para mí, es el fin del mundo. No sé qué habrá después, ni quiero averiguarlo aún. Sigamos disfrutando mientras podamos. De eso se trata. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cuántos semáforos

Cada mediodía soy bendecida por una mujer que no conozco,  cuyo rostro ya me es familiar. Hace un invierno que nos conocemos. Viste una sonrisa cada vez que nos encontramos. Siempre a mediodía. Cubre su largo cabello con un pañuelo que alguna vez fue de color rosa. Su rostro es oscuro. Acartonado. Debe rozar los cincuenta. Digo debe, pero no lo sé, igual son menos. Saluda con una mano en alto. En la otra sujeta un cartel que nunca he leído. Adivino las palabras escritas. Conozco sus sinónimos. El más fiero es Hambre. No ha faltado ni un día. Yo tampoco. Ella junto al semáforo en rojo. Yo, dentro de mi coche. Unos días, la ventanilla bajada, otros, subida. Haga frío o calor, dentro o fuera, ella permanece y nos bendice.  Soltemos monedas o no, neguemos con la cabeza, afirmemos, o le devolvamos la sonrisa. A todos. Sin excepción. Nos bendice. Y nos sonríe. Siempre. 

Trato de adivinar su historia. Hemos hablado alguna vez. Me pregunto si su vida siempre ha sido así. O cuándo cambió. O si sus ojos de niña eran tristes y a la vez alegres. Como ahora. Me pregunto dónde duerme. Qué come. O quiénes comen gracias a ella. Si el dinero que recauda es para otros y por eso siempre va con zapatos de verano a pesar del invierno. Si las capas de ropa que la visten es todo lo que tiene. Si reza. Si su pan de cada día son los semáforos en rojo.

Y a pesar de las inclemencias, ella sonríe. Y bendice. Y agradece. Y cuando el semáforo se pone en verde, ella permanece, y yo avanzo. Y me pregunto.

¿Cuántos semáforos esperan nuevas caras que harán de ellos su medio de subsistir? ¿Cuántos cartones, papeles, cartulinas, etc, se han de escribir aún con la palabra hambre como mensaje de fondo?

Llego a casa y me queda su sonrisa, a pesar de. Y su bendición. Hasta mañana, en que nos volveremos a encontrar cuando el semáforo cambie.



I.M.G.



A la desconocida que cada día me sonríe y me bendice, justo antes de la hora de comer.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Montes de Toledo - Ximens

En la E.G.B., sí, yo también fui educada y creada en la Educación General Básica en mis años infantiles, (y soy de las que piensan que la E.G.B. fue un gran sistema educativo en España), nos enseñaron a edad temprana a distinguir entre el mapa físico y el mapa político de España. Así aprendimos ríos y montañas en unos, y regiones y ciudades en otro. 

Recuerdo unos mapas, que guardaba en sus funditas de plástico, tales como estos. Me gustaba deslizar el lápiz por las costas españolas y de Portugal y dibujar mi país en las contraportadas de mis blocs de dibujo. 

Los ríos y sus afluentes. La capital. Los golfos y los cabos. Los sistemas montañosos. De uno de ellos quiero hablar en esta entrada. De los Montes de Toledo. A saber, nunca pensé en ellos como otra cosa que lo que eran: una formación montañosa de la Península Ibérica que separa la cuenca del Tajo de la del Guadiana. (Tal como se puede leer en la wikipedia). Pero algo ha cambiado, y tienen un nuevo sentido para mí. Ahora son sinónimo de literatura, sinónimo de amigo amante de las letras y la cultura, sinónimo de un blog vecino que visito a menudo, y cuyo amo de la casa me ha hecho querer a esta formación montañosa como si fuera una de las que recorren mi Andalucía del alma.  

Hablo de Ximens, comentarista habitual de Chawton St, y de su blog: http://ximens-montesdetoledo.blogspot.com.es (Cosas que son verdad y no han pasado).

No acostumbro a hacer publicidad de otros blogs, y esta entrada no pretende hacer publicidad del mismo, (sino de su bloggero), aunque deberíais entrar a visitarlo, que seguro que os quedaréis, como hago yo, pero como decía en mi entrada de Eñe de este año, este noviembre sólo he reservado hueco para hablar de Eñe, aunque no haya ido, y Eñe también es sinónimo de Ximens, porque nos lo ha puesto fácil, porque nos ha acompañado a tertulias, porque nos ha presentado a su encantadora mujer, porque nos ha llevado a pasear por Madrid y nos ha contado las luces y sombras de sus barrios más castizos, porque nos ha llevado a un restaurante italiano que parece una biblioteca, y a comer bocata de calamares en un recoveco de la Plaza Mayor, porque nos ha regalado libros, letras, críticas literarias, conversación, historia...

Inma, Ximens, Loli y yo
Gran Vía de Madrid
Eñe 2011
Por tanto, una parte importante de Eñe, que merecía entrada aparte, antes de que finalice el mes. 

Imagino su cara al ver que no aparecía en la entrada anterior. ¿Te has olvidado de mí, Isa? ¡Ah, pardiez! (lo de pardiez no lo habría dicho, pero me venía bien para caracterizar su perplejidad).

Permíteme, amigo Ximens, darte las gracias por todas esas cosas, por tu amistad, y por esos microrelatos que me hacen subir los brazos, ponerlos tras la  nuca, y esbozar una sonrisa a la vez, (no sé si ves el gesto), luego casi silbo y digo, grande, sí que sí, ¡qué grande eres! Si tú no llegas lejos, ¿adónde llegaré yo? 

¿Te arrancaré una sonrisa? Sospecho que sí, pues tienes algo de. (Aquí lo dejo).

Esta entrada viene a cuento de que estuve en Madrid, de que pisé el edificio de Bellas Artes, y no estabas allí, (ni tú, ni Loli, ni Inma, que vendrían conmigo), y te eché de menos, compañero. 

El año que viene, el festival, y Madrid,  serán nuestros.  



I.M.G.

(Acabo de leer tu comentario en mi entrada anterior, jajaja, lo sabía, ¡Ah, pardiez! Espero haberlo arreglado con esta entrada, amigo Ximens. Felices Letras)

martes, 27 de noviembre de 2012

No-crónica del Festival EÑE 2012 - Madrid

Después de asistir durante dos años consecutivos al Festival Eñe de Madrid, y publicar las crónicas en este blog, puntualmente cada noviembre, este año, ha sido diferente. Este año no acudí a Eñe.

Estuve en Madrid, sí, todo el fin de semana del festival, y estuve en Eñe, sí, también, pero especifiquemos, sólo estuve en el hall de entrada. Llegué incluso a pisar el bar-restaurante, (al día siguiente), y como en años anteriores compré un libro en la librería Antonio Machado, a sus puertas. (Para los curiosos, compré: Mr. Gwym, de Alessandro Baricco). Pero no hubo más. Este año, me quedé a las puertas de Eñe. 

Es por ello que este mes de Noviembre no quise relatar nada en el espacio que siempre dedicaba a mi festival madrileño favorito, pero a escasos días de la finalización del mes, he querido dar cuenta de que este blog subsiste, y de que no me he ido a ninguna parte. Bueno, me he ido a alguna, pero no demasiado lejos. Y sí que habrá una entrada del festival Eñe en el mes de noviembre: esta. 

El círculo de Bellas Artes se engalana cada mes de Noviembre con programas como este. Yo viajo desde Málaga con el programa aprendido, lo repaso en el AVE camino de Atocha, me lo sé de memoria nada más pisar el primer escalón de la entrada al edificio. Y allí, me cuelgan mi chapa, y me cuelo, cuaderno y boli en mano, (y cámara de fotos si se tercia),  en cada una de las conferencias, charlas, talleres, maratones, mesas redondas y catas literarias,  tratando de absorber todo lo que ocurre a mi alrededor. Es un maratón en el que escritores, lectores, amantes de la literatura, curiosos, artistas, crédulos, excépticos, anónimos y conocidos, disfrutamos de la literatura, de la escritura, de la lectura, de las buenas conversaciones, de libros, relatos, poesía... de vida, a decir. 

Este año habría conocido a Luis Goytisolo, a Eduardo Mendoza, a Luis Landero, a Juan José Millás a Luis García Montero o a Elvira Lindo, entre otros. Y habría vuelto a saludar a Manuel Vilas, a Vicente Verdú...  Todos con su chapa de ponentes. El público, con su chapa de oyente. ¿De qué color me habría tocado este año? Las colecciono. 
¿Es una coma? ¿O un apóstrofe? ¿O comillas? Se habrán preguntado los que acuden por primera vez al festival, mientras suben las escaleras, y acarician esa chapa que es la entrada al mundo de las letras, a todo un mundo de letras españolas y latinas, durante dos días. En Madrid. 

En Eñe conocí a Pablo, (fotógrafo), mientras disfrutaba de una charla de María Tena, en mi primer festival. El año pasado no pudimos coincidir. Este año, los dos en Madrid, tampoco. Yo acudí al edificio por la mañana, él trabajaba en él por la tarde. Nuestro recuerdo es común: Nos conocimos en Eñe. Donde también conocí a la gran Ana María Matute, a la inolvidable Esther Tusquets, (cuánto me reí con ella), a Espido Freire, Juan Cruz, Patricio Pron, Eloy Tizón, etc etc. ¿Que con qué me quedo? ¿Aparte de con todas las anotaciones que tomé y todas las vivencias que tuve? Con la mirada serena de Ana María Matute, con su bagaje, con su inocencia y amor por la infancia, con la complicidad de los hermanos Tusquets, con el sentido del humor y la amistad de Andrés Neuman, con el cafecito de entre plantas y las exposiciones de Anagrama, con la perplejidad de Vicente Luis Mora cuando lo abordamos para regalarle uno de nuestros libritos, con la amabilidad de todos los que lo recibieron con ilusión y se interesaron por él y nuestro grupo. Con los libros que me descubrieron. Con la pasión de los escritores. Con las manos amables de María Tena. Con Bonilla leyendo sus folios. Con Garriga Vela reconociéndonos entre la muchedumbre... no hay un solo momento que no me venga a la memoria y me haga sonreír y añorar, y eso sólo me pasa en sitios donde he sido feliz y se me trata como en casa. 

Es cierto que no he estado este año en el festival Eñe, como también es cierto que lo añoré cada momento que no estuve en él. El año que viene, el mes de noviembre, vendrá cargado con entradas dedicadas a las crónicas de Eñe. El año que viene no fallaré. No os fallaré. 

Hasta entonces: Larga vida a Eñe. 


I.M.G. 

Dedicado a Inma y Loli, mis compañeras de Eñe.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Un día en la oficina del INEM

Por cuestiones que no vienen al caso, hoy pasé la mañana en la oficina del INEM. Pasar la mañana, toda la mañana, en una oficina de este tipo se está volviendo, desgraciadamente, demasiado cotidiano en este país. Supongo que también en el resto, por lo de la crisis mundial y esas cosas, pero no voy a hablar de estadísticas, de porcentajes, de cifras concretas ni nada de eso. Cuando cuelgo mi traje de números en casa, sólo hablo de letras. Y hoy, lejos de alabar o criticar ningún sistema, o de enumerar  parados, prestaciones, reducciones de jornadas, EREs, ERTEs, y cualquieras otras siglas a las que antes no les echábamos cuentas y que hoy son nuestro pan negro de cada día, voy a relatar cómo ha sido una mañana cualquiera, mi mañana, en una de estas oficinas. 

Pero comencemos por el principio: 

Una vez que la empresa en la cual prestas tu servicios te comunica que estás despedido o que formas parte de un expediente de regulación, etc, debes solicitar una cita en el Servicio de Empleo para regularizar tu situación y sobre todo para acceder y solicitar, si procede, la prestación. Lo más rápido es solicitar cita por internet. En mi caso lo hice en la página del Servicio Andaluz de Empleo. PINCHA AQUÍ PARA SOLICITAR CITA. Lo normal es que la primera fecha que te ofrezcan sea dentro de diez días, depende de la oficina, en algunas son menos. Y me dieron cita para hoy.

Aparcar en las inmediaciones de tu oficina del INEM, sea cual sea, está descartado. Es mejor caminar desde casa, o escoger cualquier otro medio de transporte. Nunca hay sitio. Nunca es nunca, así que NO te lleves el coche. Caminé pues, desde casa, y cuando llegué a las puertas de la oficina esperaba una fila india de personas en la puerta como la que suelen mostrar los telediarios. Pero no fue así. Tal vez lo fuera a primera hora de la mañana, pero a media mañana, y con amago de lluvia, no había cola en la puerta. 


Buenos días. Buenos días. Tengo cita previa. Pase. Pase. Llego hasta la puerta y ahí se resuelve el gran misterio de por qué no había gente en la cola de la puerta. Toda la gente está dentro. Arremolinada, como decimos aquí. La temperatura, nada más entrar ha subido varios grados. Me quito la chaqueta. Me temo que esto no va a ser tan rápido como esperaba, a pesar de la cita previa. Son las once y cuarto. Tengo cita a las once y media. Imposible sentarse. Cuento los bancos y no llegan a treinta. Todos ocupados. La gente que está de pie, (los arremolinados que os contaba), deben ser más de cincuenta. Todos miran hacia arriba, como al techo, y se quejan del calor. Dirijo mi mirada hacia el mismo lugar, un televisor, sobre un pilar,  en cuya pantalla se suceden una lista de apellidos y nombres y un número de mesa. Y me convierto en uno de ellos. El próximo en entrar me verá en la misma posición que al resto, mirando casi al techo, sudando. 

Un cuarto de hora más tarde de la hora en que había obtenido mi cita, aparece la inicial de mi nombre junto a mis dos apellidos en la pantalla. Mesa 16. Acababa de conseguir un asiento. Lo cedo con pesar. Me levanto y me dirijo a la mesa pensando que después de eso ya habré terminado. Pero no. 

Hay más gente que en la guerra, (expresión muy de aquí),  cuando finaliza mi primer turno de papeleo, y la empleada del INEM me dice que ahora debo esperar a que mi nombre salga de nuevo en la pantalla para que me atiendan en Prestaciones. Me sugiere que busque asiento, (pero ¿dónde? me pregunto mirando a mi alrededor), pues  la cosa va lenta y hay retraso de al menos una hora. No lo entiendo, con el montón de mesas que hay. Vuelvo a mirar a los arremolinados, cuyo número crece y crece, ya apenas se ve el suelo, y me respondo a mí misma. Vale. No hay suficientes mesas ni empleados para tanta gente. El calor sofocante es calor humano. Aún no han puesto la calefacción. No creo que en este lugar haga falta ni en pleno invierno. Podríamos derretir un iceberg gigante si nos lo propusiéramos. Seguro. 
 Han pasado veinte minutos y he conseguido sitio. Al fondo. La silla tiene el respaldo roto, pero no me importa. Es incómoda. Tampoco me importa. ¡He conseguido sitio! En lugar de gritarlo a los cuatro vientos, como querría, soy más discreta y lo comento por whatsapp. Del otro lado recibo un emoticono de unas manos aplaudiendo. Me siento comprendida. Respondo con un emoticono que a la vez que sonríe se sonroja. Apellidos que no son los míos se suceden en la pantalla. Uno tras otro. Más lentamente de lo que quisiera. Así durante, casi, dos largas horas. 


Ha seguido llegando gente, pero ya no los cuento, me he integrado en un grupo. Somos siete. Mi número favorito. Los puntoyseguido también somos siete. Seguro que me trae suerte. Mi grupo lo formamos: 

- Una Sra, de amplísimas caderas,  que dice tener 58 años muy bien llevados. Ha sido matrona durante 35 años, en el Materno, en el Clínico, en Carlos Haya, en el Civil, en Gálvez, enumera. Ha ido para acompañar a su hermana, porque ya se sabe todos los trámites, dice, ya que ha acompañado a su hijo, a su nuera, a un vecino, y sabe de lo que va. Pero que no entiende el retraso. ¿Y usted dónde trabaja? ¿Conoce a un delineante llamado Tomás?, me pregunta. Después se vuelve a un caballero del grupo y le pregunta su edad. Le comenta que ella nunca ha tenido que pedir el paro. 

- El caballero, un señor con bigote cano y calva pronunciada, que le confiesa a la matrona tener 61 muy bien llevados él también, a pesar de los dientes. Le faltan varios. Y nos va a explicar por qué. Sí. Sí. Sí. Insisto, dice. Y nos habla de la enfermedad de su mujer, que murió, en paz descanse, y que lo de los dientes vino por el disgusto, le dijo el médico. Tiene dos hijos que han salido muy buenos, pero que no han llegado a ministros porque no estudiaron tanto, pero son buenas personas y lo tratan bien. ¿A qué hora tenía usted la cita, Srta?, me pregunta. 

- La hermana de la matrona. Menos gruesa. Misma cara. Habla menos, pero mueve la cabeza asintiendo a todo lo que oye, como un perrito de esos que antiguamente se llevaban en la bandeja trasera de los coches. ¡Qué mal está el país!, se queja después de un suspiro. Y no es tiempo para traer niños. Aunque  claro, antes se estaba peor, y la de niños que se tenían. Y todos salían para adelante. Antes se estudiaba con un solo libro. Se pasaba de un hermano a otro: La enciclopedia Álvarez. ¿La estudiaron ustedes? El caballero y la hermana asienten. El resto no dice nada. Eso sí que era un buen libro. Allí estaba todo lo que uno pueda querer aprender en la vida. 

- La rubia. Mira la pantalla fijamente. Nos oye. No suelta ni prenda. No contesta nada. Ni siquiera sonríe. Al fin sólo dice: Yo tenía cita a las once y media y llevo más de una hora aquí. Esto es inconcebible. Vuelve el silencio. Su cara rancia. Aprieta el bolso en su costado. No debe tener más de cuarenta y muchos. O igual tiene mi edad. 

- El negro. También tenía cita a las 11:30, pero lleva con humor el tiempo perdido, el sudor, y el que cada vez que sale un nombre y apellido que parece extranjero alguien de alrededor le pregunte si se trata de él. Yo me llamo Fernández. Manuel Fernández. Vamos, Manolo. Se carcajea y muestra sus dientes blancos. Extremadamente blancos. Es el primero del grupo en ser llamado. Se despide con la mano y nos desea suerte. 

- El moro. No entiende nada. No sabe nada. No habla españolo. Españolo no. Bueno, sí, un pocco. Pero pocco. Se levanta. Se sienta. Levanta los brazos. Sube una pierna. Se revuelve en su asiento. Mucha gente aquí. País hunde. Se pone una gorra. Se la quita. Se levanta. Pierde su asiento. 

- Y yo. Hago un par de jugadas al Apalabrados en el móvil. Contesto un par de whatsapp. Hago una foto del caos humano que hay en la oficina. Debe haber ya más de cien personas de pie, y siguen entrando. La envío por whatsapp. Abro el Aldiko ebook y comienzo el tercer capítulo de Pride and Prejudice. En inglés leo más lento, si no, me habría terminado el libro durante la espera. La batería se agota. Me uno a las conversaciones de la matrona con su hermana y con el caballero del bigote. 

Han pasado dos horas y al fin salen mis apellidos en pantalla. Justo antes de que empecemos a intercambiar teléfonos y quedemos para tomar café y forjemos una duradera amistad los miembros de este grupo que en el whatsapp probablemente se renombraría como: INEM waiting, o algo así. Siempre se me ocurren nombres absurdos para los grupos, y siempre cae alguna palabrilla en inglés. Me gustan los gerundios. 

En la mesa 30, de prestaciones, me atiende un hombre que no sabe muy bien qué hacer con mis papeles. Pregunta. Resuelve. Me hace rellenar un impreso con un bolígrafo al que se le sale la tinta. No soporto esos bolígrafos. He traído el mío propio, pero insiste en que use el suyo. Me da como dentera. Al fin, en diez minutos, hemos terminado. Mi estómago se queja. Mi termostato interior ya se ha adaptado a la temperatura. Antes de irme me acerco a saludar a alguien que conozco. Por suerte está sola en su mesa en ese momento. Hemos cruzado unas palabras amables, sinceras, simpáticas. Doy recuerdos para su familia, que durante años sentí, aún siento, qué locura,  como mía, y nos despedimos. Y no es esa la única despedida, no, aún tengo que despedirme de la matrona, su hermana, el caballero de bigote, la rubia sosa y el moro. Manolo ya se ha ido. 

En la puerta, me encuentro con un compañero. Quedan quince minutos aproximadamente para que cierren las puertas. Hay incluso más gente que cuando llegué a las once de la mañana. Me han dicho que esto es así continuamente, le digo. A él aún le queda más de una hora de espera por delante y seguro que en unos minutos él también habrá formado un grupo. 

Un día más en el INEM, suspira alguien en la cola de fuera. Las nubes se han elevado y ya no amenazan lluvia. Aprieto contra mi pecho la carpeta con la documentación y echo a andar.  

En el telediario han mostrado imágenes de otra oficina de empleo. Nunca es la misma, aunque todas parecen iguales. Tantas esperanzas y desesperanzas convertidas en papeles. En burocracia. Son tiempos difíciles. Muy difíciles, acotemos correctamente. Pero tenemos que sobrevivirlos. Vamos a sobrevivirlos. Otros lo hicieron antes que nosotros y otros lo harán después. De aquellos llevamos los genes. Los otros llevarán los nuestros. ¡Adelante! ¡De esta también saldremos!





I.M.G.



A todos los afectados por esta tremenda crisis mundial. 

domingo, 7 de octubre de 2012

Chambord, Cheverny, Chenonceau: Valle del Loira (3)

El castillo de Chambord es uno de los más bellos y majestuosos edificios renacentistas del valle del Loira, y probablemente es el culpable de que eligiera este valle como destino de mis vacaciones de verano de este 2012.  

La mejor opción para recorrer estos dominios rodeados de castillos es alquilar un coche. Nosotras recogimos el nuestro en la estación de  Blois. Un Ford Fiesta negro. No es complicado llegar a Chambord, la verdad es que las carreteras que llevan a los castillos del valle del Loira están bastante bien indicadas, cosa que es de agradecer. No tardamos en llegar a sus dominios, apenas nos cruzamos coches por el camino, y eso que decían que en Agosto las caravanas pueden ser asfixiantes, pero nada de eso, prácticamente a las 9 de la mañana íbamos solas por la carretera. He de confesar que estaba algo nerviosa. Había visto tantas fotografías del castillo que temía que cuando llegase no me pareciera tan espectacular. Miedo sin fundamento, como la mayoría de los miedos. Sólo el camino hasta el dominio de Chambord ya es una auténtica maravilla. No lo he hecho antes, y lo hice por vez primera, al no haber tráfico, tuve que parar el coche en mitad de la carretera para disfrutar de la magia que se respiraba a mi alrededor. Árboles frondosos, altos, carretera recta como una flecha, y en la punta, el castillo iba emergiendo en el horizonte, lenta y pausadamente, a cada metro, crecía de niño a gigante, robusto, de piedra, hermoso, y el sol se abría paso entre las nubes y lo iluminaba. ¡Dios, qué belleza!, exclamé ahí parada, sin poder moverme. Eché un vistazo por el espejo retrovisor. Nadie. Chambord sólo para nuestros ojos. 

Fue el sucesor de Luis XII, Francisco I, llegado al trono en 1515, con apenas 20 años,  quien dispuso su construcción como residencia campestre y reserva de caza. El Rey quiso fundir en un mismo edificio los elementos de la arquitectura renacentista italiana con los de la tradición francesa. Leonardo Da Vinci trabajó en el proyecto de este castillo y su huella se deja sentir en las grandes terrazas y en la magnífica escalera de caracol en el centro de la cruz. Hay mucho que leer sobre la construcción de este castillo que se demoró bastantes años y que no pretendo explicar aquí, sólo dejar unas pinceladas sobre ello. Las chimeneas son algo que también llama la atención: 365 de sus 440 habitaciones poseen chimenea propia, lo que permitía una calefacción independiente de las distintas estancias. 

Leí que no merecía la pena entrar a Chambord, que sólo con admirarlo desde lejos: sus lumbreras con estructuras clasicistas, torretas, pabellones, elegantes chimeneas adornadas por columnas, nimbos, pequeños frontones, salamandras, y la linterna que corona la escalera de caracol y que alcanza los 32 m. de altura, era suficiente. Yo discrepo. Disfruté muchísimo recorriendo cada rincón de Chambord. Admirando las habitaciones, los pasillos, las esculturas que se hallan en el interior del cuerpo principal y que revelan profundas influencias del arte italiano de tendencia clasicista. La concepción particular del cuerpo principal, la sintuosidad de los aposentos reales, la capilla, los salones para las audiencias oficiales, (iluminados por hileras de ventanas), el techo abovedado de la Sala de la Guardia, los despachos privados, etc etc. 

Como dijo el barón de Montmorency sobre la gran obra de Chambord y los bellos objetos que lo decoraban interiormente: Una síntesis de lo que es capaz de fabricar la industria humana. 


De Chambord a Cheverny, el que llaman el castillo de Tintín, se llega en unos minutos, pero ¡oh, qué minutos!, bosques de árboles gigantescos, verdes, frondosos, que parecen una gran máquina del tiempo capaces de transportarte a cualquier otra época, tal vez más bella, no sé si más cómoda, pero sin duda, mágica. Qué maravilla de caminos. Ahí, justo ahí, me enamoré de Francia. (París es caso aparte, ya me enamoré de él hace muchos años, pero aquí tenía la sensación de que Francia se había concentrado justo en ese punto, en esos caminos. Hermosa. Bella. La vie en Rose, o tal vez La vie en Vert). 
Ya no me acordaba de nada de antes de mis vacaciones. Tal fue mi desconexión con la realidad predecesora. Rozaba el mediodía cuando llegamos a Cheverny. La primera impresión al llegar es de una simetría absoluta. Una vez más los jardínes, los árboles, lo "verde", me robaron los suspiros. El aire despeinaba a los turistas que admiraban desde lejos la huella típicamente renacentista influenciada por el gusto clásico. 

Cheverny presenta una intacta y magnífica decoración de época Luis XIII, y ha tenido el raro privilegio de pertenecer siempre a la misma familia, (excepto el periodo de Diana de Poitiers en 1564), lo que ha permitido tener una gran unidad en el gusto y en el estilo. A mí se me cayó la boca al suelo nada más entrar. Así de impresionada me dejaron el comedor con las paredes revestidas de cuero de Córdoba, o la cámara real con el techo de casetones pintados, o la Sala de la Guardia, con la chimenea renacentista.  El vizconde y la vizcondesa de Sigalas, heredaron la propiedad, y aún hoy viven en Cheverny y se preocupan de que todo mantenga el antiguo esplendor. Se pueden admirar fotografías familiares en cada una de las estancias. 

Después de visitar La Orangerie, (un elegante edificio que se usa para congresos), la sala de los Trofeos, los jardines y las casetas de los perros, nos cruzamos con cientos de turistas que habían escogido la hora de comer para la visita. Nosotras, nos dirigimos a una Creperie del pintoresco pueblito donde se alza Cheverny, para seguir el camino con el estómago lleno y energías suficientes para enfrentarnos al esplendor de otro de los majestuosos y fantásticos castillos del Loira, que se eleva en los dominios de Chenonceaux: el castillo de Chenonceau. 


El camino hasta Chenonceau, desde Cheverny, es más largo que el de Chambord a Cheverny, pero no pesa. Conducir por aquellos parajes, atravesar comarcas y pueblitos de cuentos, es una aventura en sí: "Dichosos los ojos". 

Dejamos el coche en el parking, (el único parking que se paga es el de Chambord), y avanzamos un bosque de vetustos árboles altos y frondosos, disfrutamos perdiéndonos en uno de los laberintos de flores, y divisisamos por primera vez el castillo desde los bellísimos jardines de Catalina de Médicis, no menos bellos que los de Diana de Poitiers, al otro lado del castillo. Chenonceau se extiende sobre el río Cher, y frente a él, un viejo torreón que fue reestructurado y que perteneció al antiguo complejo medieval que se elevaba en la zona. El alto costo de este castillo hizo que junto a las siglas de los dueños, T.B.K, se esculpiera la siguiente frase: S'il vient à point, me souviendra (si el castillo se concluye, perpetuará mi recuerdo).  Los trabajos de construcción del mismo se concluyeron en 1521. 

Un puente levadizo permite el acceso a la planta baja del castillo en cuya sala de la guardia se exponen tapices del siglo XVI, la sala verde y la habitación de Diana de Poitiers, la capilla acoge estatuas de mármol de Carrara, pueden visitarse galerías en las que se exponen obras de Rubens, Primaticcio, Van Loo, Mignard y Nattier. En el piso primero se encuentran varias cámaras reales, como la de las Cinco Reinas o la de Catalina de Médicis. La cocinas conservan aún los antiguos fogones y hasta un asador. La galería proyectada sobre el Cher de Philibert Delorme invita al descanso. A la iluminación. 

Sin duda, después de visitar todas y cada una de las salas, más de las que puedan parecer desde el exterior, lo mejor es pasear entre las flores del jardín de Diana de Poitiers, a orillas del Cher, con Chenonceau de testigo. Un muchacho posa sobre un arbolito un pequeño muñequito, como un duende, y lo fotografía. Guarda al duende en su chaqueta y vuelve a sacarlo minutos más tarde. Lo seguimos con la mirada. Ahora lo fotografía junto a una fuente, y después frente al castillo, y admirando el Cher. Por un momento imaginamos que ese duende sigue el camino del gnomo  de la película Amelie, y que servirá para las postales de una enamorada que espera al chaval en algún rincón del mundo. Qué detalle más bonito, pienso, no lo digo en voz alta. De repente siento la necesidad de que alguien haga algo así por mí. El Cher sigue fluyendo. Las nubes se juntan y forman una masa gris que amenaza lluvia. El muchacho, con su duende en el bolsillo, se aleja. Sonríe feliz. 

Y nosotras, proseguimos nuestro camino. En el horizonte, dentro de varios kilómetros que nos permitirán seguir conociendo rinconcitos encantadores de esa zona de Francia, salpicados por girasoles, llegaremos a la ciudad de Tours y comenzará una nueva historia. 




I.M.G.
@isamerino

jueves, 20 de septiembre de 2012

El Valle del Loira (Vale del Loire) 2ª Parte

Blois
La ciudad francesa de Blois se encuentra en una excepcional ubicación: un promontorio rocoso formado por la confluencia del Loira y un pequeño riachuelo, fácil de aislar y defender.  

Nosotras llegamos a Blois en tren desde Amboise. La distancia es corta. Los nubarrones que nos acompañaron todo el día, en lugar de quedarse y romper en lluvia, siguieron su camino hacia otros lares. Nuestro hotel estaba situado cerca de la estación, al otro lado de las vías, cruzando el puente. Mi primera impresión de Blois mientras caminaba hacia el hotel con la maleta, los pies y los bajos de los pantalones chorreando de la lluvia de Amboise, fue de abandono. Un edificio que en otra época debió ser imponente, se desmoronaba frente a la estación. Apenas nos cruzamos gente. Las nubes aún seguían camino de alguna parte. No, ese instante no me embrujó, más bien, me puso alerta. ¡Ay, Dios, ¿será toda la ciudad así?! 

El hotel, de una conocida cadena, y con alta puntuación por sus clientes, nos sorprendió con sus colores vivos, su mobiliario contemporáneo, y la amabilidad de su personal. Subirse en el ascensor era como viajar dentro de una película hollywoodense, caminar por los pasillos era como un paseo por una nave de La guerra de las galaxias, tubos fluorescentes se iluminaban a nuestro paso. La habitación era también un conjunto de colores y neones que nos hizo reír a carcajadas. Había luz debajo de la cama, la mesita de noche era un cubo de luz, la ducha además de agua, lanzaba rayos de colores fluorescentes que cambiaban del rojo al verde y al azul en cuestión de segundos, la banqueta del baño era un avestruz con la boca abierta. ¿Dónde nos hemos metido? Pensamos mientras con el secador de mano le quitábamos la humedad a la ropa y a las maletas mojadas por la lluvia. De acuerdo que la decoración era bastante llamativa, por decirlo de manera suave, pero también es cierto que volvería, pues el trato recibido fue excelente, y también la limpieza, y el desayuno buffet tan variado, aparte de su ubicación tan cercana a la estación. 

Hacía fresco, (pues vaya con los andaluces que al frío le llaman fresco, diría una vieja amiga mía), y nos planteamos comprarnos una sudadera y calcetines en la primera tienda abierta que encontrásemos, pero ¡ay, amigos, era domingo!, y Blois en domingo se convierte en un desierto y por más que te recorras la ciudad entera, apenas encontrarás algo abierto, o gente andando por sus calles, ni siquiera turistas. Así que nos cruzamos de brazos, aguantamos el frío con los dientes apretados, y seguimos caminando. (En Málaga, nos decían nuestros familiares, corría una brisa caliente de 40 grados)

Calle de Blois un domingo de Agosto


Tras estos breves párrafos pudiera parecer que Blois no fue en absoluto de nuestro agrado, y nada más lejos que eso. Cuando nos retiramos de la zona de la estación y nos encaminamos hacia el centro, y nos encontramos con el fantástico castillo de Blois, la Cathédrale St-Louis o la Église St-Nicolas, nuestra impresión mejoró considerablemente, y a día de hoy puedo decir que Blois es un muermo los domingos, o un muermo por la noche, pero es fascinante recorrer sus calles y sus jardines y admirar su belleza. Blois te transporta a otro tiempo y lo increíble es que paseando por sus calles peatonales, de verdad te olvidas del tiempo real. Cuando conoces el verdadero Blois, aquel que se convirtió en feudo de los poderosos condes de Blois, vasallos del rey de Francia y condes de Tours, Chartres y Champagne, quisieras quedarte, al menos, un día más, como poco. 

No llegamos a tiempo para la visita del Castillo de Blois, pero si nos esperábamos unas horas, podríamos acudir a ver el espectáculo musical y de luces que nos convertiría en testigos de la historia del mismo. Empezaba tarde, y ya habíamos recorrido todo el centro, habíamos descubierto plazas que no venían en los planos, habíamos recorrido todo el circuito del puerco espín, (existen varios circuitos que son señalados con chapas metálicas en el suelo y el dibujo del animal que representa esa ruta), visto todos los escaparates y habíamos inmortalizado en fotografías digitales todo a nuestro paso. Sólo nos quedaba cenar, antes de que empezara el espectáculo.

Por más que lo intentamos, esa noche nos quedamos sin cena. No había un sólo restaurante abierto, o al menos un sólo restautante asequible. Ni siquiera un McDonalds, que puestos a tener hambre, siempre soluciona la papeleta. Buscando un lugar donde nos dieran algo de comer, llegamos al hotel, donde por cortesía de la casa te daban gratis té, café y magdalenas, que ya habíamos degustado por la tarde. Preguntamos por algún restaurante cercano y nos quejamos de que todo estaba cerrado. La chica de la recepción sonrió y nos dijo: Bienvenidas a Blois. No tuvimos ánimo, después de un día tan ajetreado, de volver al centro para la visita nocturna del castillo así que nos acostamos pronto,  para paliar el hambre, y para estar frescas al día siguiente, pues nos esperaban los majestuosos castillos del Loira, los que empiezan por CH.

Creo que me dormí nombrando cada uno de ellos, la ruta la teníamos en mente, el coche de alquiler lo recogeríamos por la mañana, ya sólo quedaba soñar y esperar amanecer. A las 7 sonaría el despertador. 

Chambord. Cheverny. Chenonceau. 



I.M.G.