jueves, 20 de septiembre de 2012

El Valle del Loira (Vale del Loire) 2ª Parte

Blois
La ciudad francesa de Blois se encuentra en una excepcional ubicación: un promontorio rocoso formado por la confluencia del Loira y un pequeño riachuelo, fácil de aislar y defender.  

Nosotras llegamos a Blois en tren desde Amboise. La distancia es corta. Los nubarrones que nos acompañaron todo el día, en lugar de quedarse y romper en lluvia, siguieron su camino hacia otros lares. Nuestro hotel estaba situado cerca de la estación, al otro lado de las vías, cruzando el puente. Mi primera impresión de Blois mientras caminaba hacia el hotel con la maleta, los pies y los bajos de los pantalones chorreando de la lluvia de Amboise, fue de abandono. Un edificio que en otra época debió ser imponente, se desmoronaba frente a la estación. Apenas nos cruzamos gente. Las nubes aún seguían camino de alguna parte. No, ese instante no me embrujó, más bien, me puso alerta. ¡Ay, Dios, ¿será toda la ciudad así?! 

El hotel, de una conocida cadena, y con alta puntuación por sus clientes, nos sorprendió con sus colores vivos, su mobiliario contemporáneo, y la amabilidad de su personal. Subirse en el ascensor era como viajar dentro de una película hollywoodense, caminar por los pasillos era como un paseo por una nave de La guerra de las galaxias, tubos fluorescentes se iluminaban a nuestro paso. La habitación era también un conjunto de colores y neones que nos hizo reír a carcajadas. Había luz debajo de la cama, la mesita de noche era un cubo de luz, la ducha además de agua, lanzaba rayos de colores fluorescentes que cambiaban del rojo al verde y al azul en cuestión de segundos, la banqueta del baño era un avestruz con la boca abierta. ¿Dónde nos hemos metido? Pensamos mientras con el secador de mano le quitábamos la humedad a la ropa y a las maletas mojadas por la lluvia. De acuerdo que la decoración era bastante llamativa, por decirlo de manera suave, pero también es cierto que volvería, pues el trato recibido fue excelente, y también la limpieza, y el desayuno buffet tan variado, aparte de su ubicación tan cercana a la estación. 

Hacía fresco, (pues vaya con los andaluces que al frío le llaman fresco, diría una vieja amiga mía), y nos planteamos comprarnos una sudadera y calcetines en la primera tienda abierta que encontrásemos, pero ¡ay, amigos, era domingo!, y Blois en domingo se convierte en un desierto y por más que te recorras la ciudad entera, apenas encontrarás algo abierto, o gente andando por sus calles, ni siquiera turistas. Así que nos cruzamos de brazos, aguantamos el frío con los dientes apretados, y seguimos caminando. (En Málaga, nos decían nuestros familiares, corría una brisa caliente de 40 grados)

Calle de Blois un domingo de Agosto


Tras estos breves párrafos pudiera parecer que Blois no fue en absoluto de nuestro agrado, y nada más lejos que eso. Cuando nos retiramos de la zona de la estación y nos encaminamos hacia el centro, y nos encontramos con el fantástico castillo de Blois, la Cathédrale St-Louis o la Église St-Nicolas, nuestra impresión mejoró considerablemente, y a día de hoy puedo decir que Blois es un muermo los domingos, o un muermo por la noche, pero es fascinante recorrer sus calles y sus jardines y admirar su belleza. Blois te transporta a otro tiempo y lo increíble es que paseando por sus calles peatonales, de verdad te olvidas del tiempo real. Cuando conoces el verdadero Blois, aquel que se convirtió en feudo de los poderosos condes de Blois, vasallos del rey de Francia y condes de Tours, Chartres y Champagne, quisieras quedarte, al menos, un día más, como poco. 

No llegamos a tiempo para la visita del Castillo de Blois, pero si nos esperábamos unas horas, podríamos acudir a ver el espectáculo musical y de luces que nos convertiría en testigos de la historia del mismo. Empezaba tarde, y ya habíamos recorrido todo el centro, habíamos descubierto plazas que no venían en los planos, habíamos recorrido todo el circuito del puerco espín, (existen varios circuitos que son señalados con chapas metálicas en el suelo y el dibujo del animal que representa esa ruta), visto todos los escaparates y habíamos inmortalizado en fotografías digitales todo a nuestro paso. Sólo nos quedaba cenar, antes de que empezara el espectáculo.

Por más que lo intentamos, esa noche nos quedamos sin cena. No había un sólo restaurante abierto, o al menos un sólo restautante asequible. Ni siquiera un McDonalds, que puestos a tener hambre, siempre soluciona la papeleta. Buscando un lugar donde nos dieran algo de comer, llegamos al hotel, donde por cortesía de la casa te daban gratis té, café y magdalenas, que ya habíamos degustado por la tarde. Preguntamos por algún restaurante cercano y nos quejamos de que todo estaba cerrado. La chica de la recepción sonrió y nos dijo: Bienvenidas a Blois. No tuvimos ánimo, después de un día tan ajetreado, de volver al centro para la visita nocturna del castillo así que nos acostamos pronto,  para paliar el hambre, y para estar frescas al día siguiente, pues nos esperaban los majestuosos castillos del Loira, los que empiezan por CH.

Creo que me dormí nombrando cada uno de ellos, la ruta la teníamos en mente, el coche de alquiler lo recogeríamos por la mañana, ya sólo quedaba soñar y esperar amanecer. A las 7 sonaría el despertador. 

Chambord. Cheverny. Chenonceau. 



I.M.G.




8 comentarios:

  1. Los andaluces llaman fresco al frío y aire al viento.

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  2. Muy guay Isa, tanto laa crónica como las fotos. Ya estoy deseando conocer esos sitios y pegarlos en mi album.

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  3. Dejando a un lado lo de ayunar, todo lo que cuentas me encantaaaaaa, me gustan los lugares un poco solitarios, vacíos, etc...yo quiero ir!!!!!

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  4. jjajaj, tienes razón Andrea.

    Gracias Pedro. A mí me gusta viajar en tus álbumes.

    Tienen su encanto, Inma, mucho más que los atestados de turistas. Lo del hambre, es que yo lo llevo mal.

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  5. Hola Isa,
    Yo no sé si será en toda Francia igual, pero en el Noroeste, concretamente en Boulogne sur mer, los domingos son iguales. Yo estuve allí 10 meses y los domingos se limitaban a un paseo por el puerto. Era horrible, como dices, cerraban hasta los bares. Y yo le preguntaba a mis amigos franceses: "¿Pero dónde os escondéis los domingos?" y ellos me decían: "el domingo es para estar con la familia". Así que nada, todo el mundo escondido en casa con su familia... y los que no teníamos familia allí pues quedábamos para pasear.
    ¡Qué envidia me das con este viaje!
    Un abrazo!

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  6. Qué belleza de viaje por le France, je je... vive le france!!! que diría una francesa y cualquiera a juzgar por tus fotos...Muy bien contado como siempre... escritora y fotógrafa ahora... Bss

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  7. Esta se me ha hecho corta, Isa, a ver la siguiente con los castillos. Me quedo a la espera.

    Besitos

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  8. Gracias por vuestros comentarios, amigas. Hoy me pongo con la siguiente entrada, que ya va siendo hora. Tengo un poco dejado el blog, por temas personales, pero pronto estaré de nuevo dando la lata. Mientras tanto, hoy os dejaré la crónica de los castillos CH.

    Besitos

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