lunes, 27 de junio de 2011

Londres (24 - 27 Junio 2011) 1ª Parte

El avión salió el viernes 24 de Junio a media tarde. Un sol rojo se ocultó en el horizonte, en algún punto entre Francia e Inglaterra. Al oeste, sobre el océano. A great ball of fire.


En el aeropuerto de Stansted era otoño. La temperatura rondaba los 10 grados. Hay varias formas de llegar a Londres, escogimos la más cómoda: el Stansted Expréss. Este tren que une el aeropuerto de bajo coste con la capital en apenas 40 minutos, ha sido renovado. Ahora es más amplio, de colores más cálidos y discretos, de una comodidad superior y por los altavoces no suena sólo el idioma inglés, ahora también se oyen las indicaciones en francés, español e italiano. Mi ciudad favorita y su infraestructura están inmersos en un lavado de cara para el 2012.


Llegar a Liverpool St. a esas horas de la noche, (una hora menos que en España), en que el metro de fin de semana es un hervidero de gente de todas las razas, tamaños, creencias y edades puede ocasionarte algún retraso a la hora de llegar a tu destino. Recargar la tarjeta Oyster en un cajero es de lo más cómodo y sencillo, atrás quedaron los billetes de un día, o de dos o de tres, cuando descubres la Oyster no quieres saber de otro tipo de billete. La mía tiene un par de años, y no se pierde uno sólo de mis viajes a la capital del Reino Unido. Hammersmith es una de las pocas zonas que no he visitado con anterioridad y el único incidente del viaje ocurrió cuando nos subimos al metro para hacer transbordo y dirigirnos hacia allí. La línea se acabó en Aldgate. Era la 1 de la madrugada. Salir a la calle a esas horas, en el barrio de Whitechapel, cargada con la maleta, vestida de verano cuando arrecian 10 grados y la lluvia te salpica los ojos y te moja el pelo, es descarado. Tratar de encontrar el metro de Aldgate East en esas condiciones es complicado. La mejor decisión en esos momentos es llamar a un taxi. Y eso hicimos. Su conductor, un inglés de edad parecida a la nuestra y cuyo inquietud en la vida debía ser la de ser guía turístico, nos preguntó adónde nos dirigíamos y aceptó llevarnos.



¿Os habéis subido alguna vez a un taxi londinense? No era mi primera vez y a la vez sí que lo era. La primera vez que me subí a un taxi fue en Alton, cuando me dirigía a la casa de Jane Austen en Chawton. Era una especie de monovolumen como cualquiera de los de aquí y de color blanco, la única salvedad era el volante al otro lado. La segunda vez que me subí en un taxi en Inglaterra, fue en Bath, de la estación de tren al hotel, muy cerquita de donde Jane Austen vivió, en Sydney Place. El taxi era un Peugeot como tantos otros que conocemos, pero, obviamente, con su volantito en el otro lado. Esta vez, en Londres, por primera vez, nos subimos a un taxi de los que yo llamo "ingleses de verdad", de esos que parecen un bombín con ruedas. Es amplísimo por dentro. El conductor, llamémoslo James, nos puso la calefacción, nos dijo que el trayecto era un "long-long-way" y cuántas libras nos iba a costar. Aceptamos gustosas recorrer la noche londinense en el taxi de ese chico tan amable. Preguntó si era nuestra primera visita a Londres, cuando yo iba a contestar que era mi SEXTA, mi amiga me dijo que no le quitara la ilusión, así que le dije que sí, que era la primera vez. El muchacho se explayó entonces en presentarme SU ciudad: Whitechapel, The Strand, Trafalgar Sq, Westminster, Waterloo Bridge, (donde hablamos de la película de Vivien Leigh y Robert Taylor), Charing Cross donde dijo: books, books, books, books, (y yo me mordí la lengua para no contarle que me he recorrido todas sus librerías y me he comprado bastantes libros allí), Buckingham Palace, (no le conté que adoro pasear por St. James Park, que he visto en las inmediaciones a Camilla o al Príncipe Andrés), Victoria, King´s Road, el hotel donde se alojan las estrellas, Gloucester Road, Royal Albert Hall, etc, etc, etc, hasta llegar a nuestra zona, donde antes de bajarnos nos mostró en su navegador táctil dónde encontraríamos la parada de metro Ravenscourt y nos dijo que tuviésemos cuidado, no nos fiáramos de nadie, que no nos moviésemos en taxi porque era muy caro, si no en metro o en bus. (Extraña manera de pensar en un taxista).


Lo vimos alejarse y yo me quedé con las ganas de saber su nombre verdadero. Habíamos compartido una larga conversación que abarcó música, libros, artistas, conciertos, y Londres, Londres, Londres. Un tipo para no olvidarse de él. Y una recomendación: al menos, una vez, cuando vayais a Londres, coged un taxi, pero de los negros, de los que no tienen siquiera propaganda, aaaaah, qué delicia recorrer la ciudad en uno de ellos.


En el hotel, nos recibió un hindú llamado RK, que nos aseguró que en su hotel, el sueño está garantizado y que si no logras dormir o duermes mal, tienen asistencia de 24h y puedes llamarlo en mitad de la noche para quejarte si quieres y si al final de tu estancia dices que no has dormido bien, te devuelven el dinero. No sólo lo dijo de palabra, cuando llegamos a nuestra habitación, una propaganda del hotel lo ponía bien claro: asistencia 24h, aseguramos el sueño. Garantizado. Desde luego, desde que apagamos la luz hasta que sonó el despertador, dormimos profundamente, eso sí, la única queja es que en Junio en Londres amanece temprano y el sol se colaba entre las cortinas y parecía que quería que nos levantásemos con él, pero nos dábamos la vuelta y seguíamos durmiendo un rato más, sólo un rato más, con otra almohada tapándonos los ojos.


El desayuno era continental, y desayuné lo mismo los tres días: todo exquisito, el trato, y el desayuno. El segundo día nos ofrecieron porridge, algo así como gachas, pero no las probé, estaba segura de que no iban a gustarme. La chica insistió en que las probáramos. Pareció desilusionada cuando tuvo que llevarse el plato lleno.


Este no ha sido un viaje de ver calles, iglesias, museos, exposiciones, ni nada de eso, ha sido un fin de semana de ocio, de anécdotas, de paseos, de risas, musicales, mercadillos y conciertos, por lo que describir aquí Londres no tiene sentido, y no tiene sentido sobre todo por tratarse de mí y de Londres y de la magnífica relación que tengo con él, es tanto lo que me llena y atrae esta ciudad que necesitaria varios blogs para hablar de cada uno de sus rincones y de las anécdotas que he vivido allí a lo largo de las visitas que he ido haciendo a esta fantástica ciudad.


A veces creo que la conozco mejor que mi Málaga natal. Nuestra relación sigue en esa fase mágica del enamoramiento. Y no me quiero despertar. Y no lo haré.

Si vais a visitar Londres por primera vez, haceros de una guía y haced caso de las recomendaciones, a partir de la segunda vez, dejad que la ciudad os lleve de la mano, es así como se conoce Londres. Yo siempre me dejo llevar.


Empezar el día en Leicester Square es todo un clásico para mí. Viajamos en metro desde Ravenscourt. En la salida de Charing Crossss descubrimos que han cerrado nuestra tienda favorita para comprar entradas baratas de musicales y que pronto abrirán un casino allí. Un minuto de silencio. Nos aventuramos a recorrernos dos o tres establecimientos que solemos recorrer otras veces, aunque no estuviera el chico tan majo que trabajaba en el establecimiento ya histórico. La idea era ver Ghost, pero era tarea ardua y difícil ya que el musical de Ghost se estrenó en Londres justo el día de antes, el viernes 24. Conseguir entradas para un sábado de estreno es prácticamente imposible. Pero... ¿quién le teme a la imposibilidad? ¿quién se deja vencer por ella? Yo no. Preguntamos en varios sitios y en todos encontramos la misma respuesta: SOLD OUT. Empezamos a contemplar otras posibilidades:


1. Wicked (Fue mi primer musical, y mi musical favorito y fetiche, (creo que tengo todo el merchandising habido y por haber), que espero volver a ver algún día en New York City). Qué pasada haber podido ver a Kerry Ellis y Oliver Tompsett en escena, juntos... y la B.S.O. con Idina Menzel y Christine Chenoweth... es una de mis bandas sonoras favoritas, tal vez la que más, con perdón de Grease.


2. Hairspray (También lo vi en su día y me encantó, pero ya no lo estaban dando, si no, tal vez habríamos repetido).


3. Grease (Otro musical que me encantó cuando lo vi y de cuyo protagonista me enamoré). La película es insuperable, pero el musical es digno de ver. Se disfruta muchísimo, pero este tampoco lo están dando ya.


4. Legally Blonde (Este musical lo vi el año pasado en el SAVOY, y es muy divertido. Curiosamente el que era protagonista del mismo es ahora protagonista de Ghost)


5. MAMMA MÍA (Soy fan absoluta de Abba y he visto este musical 2 veces en español, contemplamos la posibilidad de verlo y tenía todos los puntos).


6. Jersey Boys (Bueno, los vimos el año pasado en el especial de 80 aniversario del Teatro Apollo Victoria y son unos chicos que cantan genial).


7. Priscilla Reina del desierto (También los vimos en el especial del Apollo)


.... y así, contemplamos el resto de posibilidades: Billy Elliot, El Rey León, Thriller live, Oliver (con nuestra querida Kerry Ellis, (ella e Idina Menzel son las mejores Elphabas que podría haber en Wicked), Los Miserables, El fantasma de la Ópera, El mago de Oz....etc etc etc


El caso es que a pesar de tanta oferta y de no importarnos repetir, queríamos ir al estreno de Ghost y... ¿quién dijo imposible? Lo conseguimos finalmente, ¿acaso había duda? Una inglesa que ceceaba, (nunca antes había oído a un inglés ceceando), nos vendió unas entradas para esa misma tarde en Balcony, en el Upper Circle, con una visibilidad bastante buena. Y así emprendimos nuestro paseo matinal, felices y con las entradas, (de unas 42 libras c/u), guardadas en el bolso.


Pasamos por National Portrait (donde en la colección permanente podeis ver el único retrato de Jane Austen hecho por su hermana Cassandra), seguimos por Trafalgar Sq, el Strand, Charing Cross Station y salimos hacia Embankment hacia el Victoria Park, por la parte de detrás del Savoy y caminamos hacia The Temple, con parada en el monumento dedicado a Cleopatra. Atravesamos The Thames por el Puente de Waterloo, donde las nubes y el viento se nos echaban encima y me asomé en el mismo punto donde lo hace Robert Taylor en la película The Waterloo Bridge, y rememoré las mejores escenas de Vivien Leigh en la película. Fantástica. Extraordinaria. Mi Viv... Tras cruzar el puente fuimos por Queen´s Walk hasta el puente de Westminster, todo ese camino era como una feria, con carroussel incluido, una playa artificial, casetas de bañistas de colores, artistas callejeros, etc.


Al fin llegamos a mi monumento favorito: El Big Ben. Lo saludé cortésmente, primero, a la inglesa, y luego como se saluda a un viejo amigo, y le dije: ya te dije que volvería. Lo hago siempre. Siempre me despido con un Volveré. Y siempre vuelvo. Y él me guiña con un redoble de campanas y yo le guiño y le lanzo un beso. Somos uña y carne el viejo Ben y yo. Amantes.


Un sábado a mediodía, tanto si conoces Londres como no, hay que ir a un mercadillo. Tenemos Portobello Road, tenemos Covent Garden y su Jubilee Market. Y tenemos Candem Town y sus Candem Market. ¿Qué elegir cuando los conoces todos? Obviamente: CANDEM. Es una auténtica y absoluta pasada. Cuando sales del metro pareces estar en otro mundo, en uno más alternativo, más de cuero, de pelos de colores, de botas insufribles, de tacones de espanto, de tatuajes demoniacos, de artilugios, camisetas, bolsos, fantasía, rebeldía, y todo lo que esperas o ansias encontrar en un mercadillo de verdad. Además, el río hace su presencia en la zona, como un Little Venice, y sin duda si vas a Candem hay que recorrerlo entero, se puede tardar más de 4 horas si lo ves a conciencia, si sólo paseas, puedes echar dos, porque es imposible pasear sin pararte en algún cuadro, algún vestido, alguna extravagancia, algún olor, o color.... y hay que llegar hasta los antiguos establos e incluso asomarte al Proud Candem, donde hay exposiciones. Yo pillé una de Paul Newman una vez. Fantástica. Allí se puede comer al aire libre. Como el día había mejorado sobremanera y ahora tornaba prácticamente primaveal, pues una creperie y un comer al aire libre mientras observas a los artistas y a los transeúntes no me lo quitó nadie. Eso sí, ya iba cargada de bolsas. No comprar en Candem debe ser pecado.


La siguiente parada iba a ser la exposición de fotos de Audrey Hepburn en King´s Road, por lo que cogimos un metro hacia Sloane Square. Siempre me trae buenos recuerdos esa parada y esa zona. Vivien Leigh debía pasar por allí a menudo, ya que Eaton Square, una de las casas donde vivió y que no vendió nunca, ni siquiera cuando se divorció de Lawrence Olivier, está apenas a 200 metros de allí. Caminamos por King´s Road, haciendo parada en un Starbucks para tomar un Caramel Macchiatto, y llegamos a la galería Proud, ON TIME. La exposición de fotografías abarcaba varios años de la carrera de Audrey Hepburn, y la mayoría eran de los rodajes de películas como Sabrina, Desayuno con Diamantes, Vacaciones en Roma, etc. Preciosas. Mereció la pena ir. Era gratuita, pero habría pagado por verla. Justo enfrente de la galería cogimos un Double - Decker, (autobús rojo de dos plantas), el 22, con destino a Picadilly Circus. Un paseo en bus, en la parte de arriba, en primera fila, con vistas panorámicas, no me lo pierdo nunca, es como un recorrido turístico, si cogeis el 15 os asegurais desde luego, el mejor de los paseos y las mejores vistas de los monumentos más emblemáticos de Londres.


Una vez en Picadilly, y tras un breve paseo por la zona, nos dirigmos al teatro. En Londres, las sesiones de teatro son a las tres de la tarde o a las siete. No hay más. Eran las siete. Nos fuimos al teatro Picadilly, donde vimos Grease el año pasado, a ver el estreno de Ghost.







Continuará...










I.M.G.




































jueves, 23 de junio de 2011

NOCHE DE SAN JUAN Y DE "JÚAS"



Cuando era niña a la noche de San Juan la llamábamos la noche de los "Júas".


Los niños de entonces pasábamos al menos una semana recopilando tablas, maderas, y cualquier cosa inflamable y las organizábamos en una esquina de un descampado o en una esquina de una calle poco transitada. Cada grupo de niños tenía su "pila" y cada grupo respetaba la "pila" del otro y no le mangaba nada nunca, era como una especie de pacto de San Juan. Una vez hecha la Pila que serviría para la fogata, empezaba la tarea de subir al "JÚA" a ella.


El "Júa" era un muñeco hecho por nosotros o por alguna madre que se ofrecía a darle forma o a coserle las ropas. Los niños de entonces recopilábamos camisetas viejas, pantalones, gorras, y hasta zapatos y luego cuando el muñeco estaba listo, le poníamos un nombre y lo dejábamos en la pileta y pasábamos a verlo varias veces al día y lo comparábamos con el muñeco de los demás e íbamos añadiéndole cosas para mejorarlo, pero el día 23, ese día, (este día), ya no se podía tocar más, estuviera como estuviera, porque así sería quemado a las doce.




No éramos sólo los niños los que nos pasábamos la semana ilusionados con los "júas", los padres y los mayores, también tenían sus propias tareas: organizar las verbenas. Málaga entera se vestía de farolillos, como en Feria, cada barrio, cada calle, cada comunidad de vecinos organizaba una. Los farolillos se colgaban sobre el 19 ó 20 y ya estaba permitida la música y hasta las barras en la calle donde los propios vecinos servían las bebidas y las vecinas cocinaban, los tickets eran baratos y pasábamos el día de fiesta, en mi caso la fiesta era en los pasajes de mi calle. Ahora me asomo y da pena verlos... tan vacíos... tan sosos... sin niños.



La gran fiesta o la verbena de verdad era el día 23, osease hoy. Amanecíamos con música y con la ilusión de disfrutar de un montón de juegos. En los pasajes organizaban juegos, competiciones, etc, (carreras de sacos, carreras de bicis, partidos de fútbol, de baseball, competiciones de mate, de lazo....), y hasta entregaban trofeos. Por la noche llegaba la fiesta de disfraces. Todos los niños nos disfrazábamos, pero tenían que ser disfraces inventados, o reciclados, los más originales ganaban un premio, (recuerdo haberme disfrazado entre otras cosas de hawaiana, de "júa", de negra de Lo que el viento se llevó... ). Después bailábamos y los padres nos dejaban beber refrescos con gas. Qué chupi. A partir de las 22:30 ibas a ver los Júas de todo el barrio y a las 23:45 todo el mundo se iba a sus fogatas y los mayores las prendían y los niños veíamos cómo ardían enmedio de la calle y como nuestro Júa era consumido por el fuego. (Bueno, esto lo veíamos el día siguiente, ya 24, porque se tiraban ardiendo toda la noche, hasta que el fuego se consumía o los bomberos los terminaban de apagar. Los bomberos estaban de guardia esa noche en las calles). A eso de las doce y pico ibas a ver cómo se iban consumiendo los Júas vecinos y te acoplabas a las verbenas de las otras calles, algunos incluso montaban "tablaos". Era una noche tan espectacular como los fuegos artificiales que se veían en el cielo. El Ayuntamiento escogía cada año un barrio donde dejaba su propio Júa, y siempre era impresionante y todos queríamos verlo arder.




Así era el 23 de junio antes... al menos en mi barrio malagueño.



¿Cómo se celebra ahora esta fiesta de comienzo del verano? Pues las costumbres han cambiado o al menos ya no son tan divertidas, y no es porque dejé de ser una niña porque los niños de hoy ya no disfrutan de "sanjuanes" como aquellos.




Hoy día, en Málaga, ya no ves farolillos por las calles, ni verbenas, ni tablaos, ni "júas" por los barrios, ni niños disfrazados. Hoy la gente se va a la playa. La fiesta de San Juan es una "moraga" gigante, en la que participamos todos.


Los que tienen tiempo libre pasan el día en la playa y empalman con el día siguiente, los que trabajamos, buscamos un hueco a la noche, nos acercamos a la playa, cumplimos el ritual, y nos volvemos a casa porque madrugamos al día siguiente. En mi caso me voy a un chiringuito a comer pescaíto. Ahí te suelen regalar cuando pides la cuenta, una brevas de San Juan. Trae suerte probarlas, y si trae suerte, pues se prueban, claro. A las doce la gente enciende fogatas en la arena, (algunos, que traen parte de la tradición del ayer consigo, se traen sus tablas, y hasta su propio Júa), y ve cómo arden la madera, los vasos de plástico que lanzan, los papelillos, etc. Justo cuando el fuego inunda las playas, todo el mundo se va a la orilla, héme aquí con los pantalones "remangaos", que servir, sirve de poco, porque te pones de agua hasta ahí mismo. Hay que pedir turno para mojar los pies en el agua, a la vez que has de evitar al que viene corriendo desde lejos para lanzarse al agua y bañarse al completo.




El ritual del agua es el siguiente:




Mojarte los pies con 7 olas.

Mojarte la cara para estar guapa o joven todo el año, incluir el cuello, que es lo primero que se estrope, claro.

Lanzar un papelito, (que previamente habremos escrito, con los deseos que se le piden a la mágica noche de San Juan), lo más lejos posible y ver cómo se hunde o se lo lleva el mar. Lo tenemos chungo si vuelve a la orilla y lo coge algún "espabilao" y se pone a leerlo.

También es bueno llenar una botellita de agua del mar y llevártela a casa y guardarla todo un año, (pero yo no lo recomiendo, que el agua estancada huele y además en ella crecen bichitos indeseables).




Siguiente ritual, el del fuego:


Ya que te has bañado en 7 olas, el cuerpo o los "pinrreles", y te has dado por toda la cara y el cuello, ahora toca llevar el otro papelito, (que previamente has escrito con cosas indeseables que quieres olvidar o que salgan de tu vida o que no entren nunca y que jamás quieres que te ocurra), a una hoguera y lanzarlo al fuego y observar cómo se quema y es reducido a cenizas, (chungo es si no lo hace, pero no tendremos tan mala suerte, ¿no? aunque me acuerdo de una vez que... en fin, para qué acordarse de esas cosas).


Aún no hemos terminado, no os creais, ahora toca SALTAR LA HOGUERA. Sí, sí, sí, esto es lo más importante y también la mayor causa de visita de la noche a urgencias y al ala de quemados del hospital. Como las hogueras pueden ser grandes o pequeñas, porque nadie especificó el tamaño cuando se habla de rituales, pues podeis hacer lo que hago yo, llevar un mecherito y un clínex, algún folio o servilleta de papel, hacer un huequito en la arena, y saltar sobre él.


Bueno, después de tooooooooodo esto, ya podeis aseguraros la felicidad de todo un año y el cumplimiento de vuestros deseos, si creéis en ello y lo haceis todo correctamente.


Después de todo, ¿no pensáis que era más divertido cuando el único ritual que había en San Juan era vivir una verbena en el barrio y quemar un Júa con tus amigos? Llamadme nostálgica "again", pero en este caso, y por mucho que me divierta en San Juan, soy de las que piensan que el pasado fue mejor, al menos en este día.




Nos vemos en las 7 olas, en las hogueras o en el chiringuito comiendo pescaito ;-)


Contadme vuestros rituales, si haceis alguno, y si son distintos, me parecen todos muy curiosos.




FELIZ SAN JUAN A TODOS LOS JUANES Y JUANAS y que la SUERTE os acompañe.






I.M.G.



martes, 21 de junio de 2011

18 de Junio

18 de Junio: Día 169º del año gregoriano. 196 días para finalizar el año.


Siempre que cumplo años me acuerdo de cuando era niña, o tal vez me acuerdo a diario, cumpla o no años. Mientras vivo, recuerdo. No sé si soy nostálgica o mientras lucho con lo cotidiano revivo mi vida desde aquel 18 de junio de luna llena, blanca y redonda, como una canción de esperanza.


Miro para adelante, y suspiro, y me envalentono y confío y sé que todo llegará y que no será pronto ni tarde.

Miro para atrás, y suspiro, por todo lo que ha pasado, lo bueno y lo malo.

Miro mi presente, y sonrío, y digo gracias por todo lo que tengo y por ser feliz.


Siempre que cumplo años me acuerdo de cuando era adolescente, de cuando era jovencita, de cuando era joven. ¿Qué es ser joven? ¿Cuál es el límite que marca el paso de una etapa a la siguiente? Mi edad dice que soy adulta, pero ¿acaso lo soy?


Siempre que cumplo años me acuerdo de todas las celebraciones, de los globos de colores, del paquete gigante de palomitas, de las risas, de las merendolas, de la enumeración de los regalos, de los deseos pedidos a las velas, de las tarjetas, de las dedicatorias, de la canción desafinada, de la piñata,

del tiempo que quedaba,

y del que pasó.


Me acuerdo de los que estaban,

de los que quisieron o quisieran estar,

y de los que no.


Siempre que cumplo años, no creo que esa nueva edad me defina, y sin embargo me acomodo a ella. Soy feliz cuando cumplo, sin renegar de ninguno, sea par o impar, con curvas o rectilíneas, con sabores o insípidos.


Cojo aire y soplo, (como el lobo de ese cuento que tanto le gusta a mi sobrino), observo las velas humeantes y pienso: <<... soplaré, y soooooplaré... y SOPLAAAARÉEEEE...>>, y cuando soplo sé que los deseos se los lleva el viento y que no depende de él hacerlos realidad. Hay que luchar, pelear, insistir, caminar, confiar, soñar... y con algo de suerte, los deseos van cambiando según van cumpliéndose, y aparecen los nuevos, con fuerza, con talante, con cuerpo como el buen vino y al año siguiente se ha de soplar más y más fuerte, para que se eleven y encuentren su camino.


Siempre que cumplo años recuerdo aquel phoskito,

aquel almuerzo roto por el llanto de mi hermano,

aquella ilusión mirando una caja de zapatos con tres perritos dentro,

aquella primera tarjeta de Snoopy,

aquel primer viaje,

aquellos besos en las mejillas,

aqu......


Siempre que cumplo años me acuerdo de ti,

y te echo de menos.


Dejo aquí un par de poesías de Mario Benedetti. Él también se planteaba cosas cuando cumplía años. No sé si las mismas, pero sin duda, sus pensamientos pueden ser los nuestros en algún momento, sea o no 18 de junio de un año indefinido, ese día de ese año, esté donde esté, seguiré cumpliendo años. Hoy son 38. (Demasiadas curvas en el 3 y en el 8, ¿acaso la felicidad no está llena de ellas?).





CUANDO ÉRAMOS NIÑOS



Cuando éramos niños

los viejos tenían como treinta

un charco era un océano

la muerte lisa y llana

no existía


luego cuando muchachos

los viejos eran gente de cuarenta

un estanque era un océano

la muerte solamente

una palabra


ya cuando nos casamos

los ancianos estaban en los cincuenta

un lago era un océano

la muerte era la muerte

de los otros


ahora veteranos

ya le dimos alcance a la verdad

el océano es por fin el océano

pero la muerte empieza a ser

la nuestra




HAPPY BIRTHDAY


¿Cómo será el mundo cuando no pueda yo mirarlo

ni escucharlo ni tocarlo ni olerlo ni gustarlo?

¿cómo serán los demás sin este servidor?

¿o existirán tal como yo existo

sin los demás que se me fueron?


sin embargo

¿por qué algunos de éstos son una foto en sepia

y otros una nube en los ojos

y otros la mano de mi brazo?

¿cómo seremos todos sin nosotros?


¿qué color qué ruidos qué piel suave qué sabor qué aroma

tendrá el ben(mal)dito mundo?

¿qué sentido tendrá llegar a ser protagonista del silencio?

¿vanguardia del olvido?


¿qué será del amor y del sol de las once

y el crepúsculo triste sin causa valedera?

¿o acaso estas preguntas son las mismas
cada vez que alguien llega a los sesenta?


ya sabemos cómo es sin las respuestas

mas ¿cómo será el mundo sin preguntas?










I.M.G.


jueves, 16 de junio de 2011

Cruz de Navajas - (Versión extendida V)

Mario entró a oscuras al dormitorio, se quitó la camiseta, se acercó a la cama y le acarició el hombro desnudo a María.


—¿Estás despierta?


María se dio la vuelta y trató de seguir soñando. En su sueño, Diego la llevaba en moto a recorrer el mundo y ella…


—¡María! ¿Estás despierta? ¿María? -insistió Mario acariciándole el pelo que caía sobre la almohada- Hoy no he tenido que hacer caja y el encargado me ha dicho vete a ver a tu mujercita, Postigo. ¿María? Despierta, amor. ¿Desayunamos juntos? ¿Has hecho magdalenas?


María se volvió hacia él y apartó la cara cuando Mario fue a besarla en los labios. Después de haber probado los de Antonio no quería probar los suyos de nuevo. Ya no. Mario la besó en la mejilla y le pellizcó la nariz. Le divertía despertar a su mujer, por eso no podía dejar de sonreír mientras ella se desperezaba.


—¿Sabes qué hora es, Mario?

—Muy temprano -respondió divertido.

--Podría haber dormido media hora más por lo menos.
—Te gusta desayunar conmigo, ¿no? Además, ya sabes qué día es hoy, ¿no?
—No, ¿qué día es hoy? -preguntó incorporándose.


Mario torció el gesto y se frotó la cara con las manos antes de contestar.


—No esperaba que te olvidaras, sería la primera vez, María. Hoy cumplo TREINTA años. TREINTA AÑOS, María, ¿te das cuenta? Llevo la mitad de mi vida contigo. ¿No es bonito?


María asintió, le acarició la barbilla y le dijo: Felicidades.


Se puso una bata para ocultar su desnudez y salió del dormitorio dejándolo sentado en la cama. Abrió la puerta del mueble bar y sacó el paquete que Diego le había devuelto hacía unas horas. Regresó al dormitorio con él.


—Tu regalo —dijo soltándolo sobre la cama.
—¿Qué es? —preguntó Mario emocionado, moviendo la caja, tratando de averiguar lo que había en su interior.

—Mario, no seas bobo, ¿qué puede ser? Sólo hay una cosa que te vuelve loco en esta vida.
—Tú, cari —dijo mirándola a los ojos y robándole un beso en los labios.


María se retiró y dijo: Ábrelo

Mario rasgó el papel y abrió la caja aterciopelada. Dentro sólo encontró un certificado de autenticidad y otro de garantía.


—¿Qué es esto?


María sintió una punzada en el pecho y se llevó las manos a la boca.


—¿Qué ha podido pasar? No, no, no... -balbuceó- no comprobé el paquete cuando llegó… Han debido enviarlo vacío. Un error. Ha debido ser eso, un error, no hay otra explicación. No... Era la navaja que tú querías la SPYDER no sé qué. No entiendo qué ha podido...
—¿Dónde la encargaste? ¡Dios, tenía tantas ganas de tener esa navaja.!Es preciosa, ¿sabes? -dijo mirando la caja vacía- Es muy moderna, distinta a todas las que tengo. Pensaba llevarla siempre conmigo, hay mucho granuja suelto a la hora que cierra el 33. Cualquier madrugada me llevo un susto.
—No te preocupes, cariño, tendrás tu navaja. Yo me encargo, ¿sí? -dijo besándolo ella esta vez.


Pensó en colgar a Diego de un árbol, en arrancarle uno a uno esos dientes tan blancos y tan perfectos, en borrarle su encantadora sonrisa de príncipe de cuentos con una buena bofeta. Se le ocurrían muchas más cosas. Alguna la pondría en práctica en cuanto se lo encontrara. Ya ajustaría cuentas con él. ¡Menudo ladrón! Él sabía que era el regalo de Mario. ¿Cómo había podido hacerle algo así?

Diego se rió a carcajadas cuando lo llamó. Mario preparaba el desayuno en la cocina, y ella se había encerrado en el baño y hablaba en susurros.


—La quiero hoy mismo, Diego. Es su regalo de cumpleaños, ¿cómo has podido hacerme esto?
—Tenía que verte hoy y sabía que me dirías que no porque es su cumpleaños. Dime una hora y te llevaré la navaja a tu casa.


Su voz sonaba triunfal al otro lado del teléfono. María pensó que era un canalla y le sonrió al teléfono. Diegoo era un embaucador, y le encantaba. Mario fue así alguna vez.


—De acuerdo. Mario sale a las ocho para el 33 y no vuelve hasta por la mañana.
—¿Me estás invitando a pasar la noche en tu casa? -bromeó.
—Sondalezas número 6, 3ºA. El portal está junto a un callejón sin salida. Puedes dejar ahí la moto. Ven a las nueve.


Mario la llamó desde la cocina. Había preparado el desayuno, aunque casi no se tenía en pie. No había magdalenas, así que preparó unas tostadas.

—Cariño, he estado haciendo cuentas y no tendré que echar tantas horas en el 33 a partir de enero. Me han hecho un cálculo sobre cómo va a quedarnos la hipoteca tras la revisión y nos rebajarán casi un veinte por ciento. Podría buscarme incluso otro trabajo, con un horario más normal y dejar el 33. Sé que no te gusta que trabaje por las noches.


—Era algo temporal, Mario, y se ha convertido en algo crónico, como una enfermedad. Y nos está matando —añadió mirando al suelo, sin probar bocado de la tostada.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que no estamos bien, Mario.
—Tonterías, lo que pasa es que tenemos incompatibilidad de horarios, pero eso pronto pasará a la historia, ya verás, cuando deje el 33, viviremos una segunda luna de miel y vendrán los niños, ¿tú no querías tener niños? Con treinta años creo que ya es hora de ser papá.


María asintió bebiendo un sorbo de café. ¿De qué color le gustaría la ropa interior a Diego?


—Voy a pedir un deseo —dijo Mario encendiendo su mechero—es mi cumpleaños, y tengo derecho a pedir al menos un deseo.

--Trae mala suerte pedirle los deseos a un mechero. Buscaré una vela en la despensa, debe haber alguna del año pasado.

--No digas tonterías -dijo manteniendo el mechero encendido- Ya lo he pensado. En realidad venía pensándolo todo el camino. Y cuando llegué al ascensor, me dije, Mario, pide ese deseo y se cumplirá. Ya verás, María, hoy comenzará una nueva vida para nosotros. A partir de hoy, va a cambiar todo. Ten fe. El Euribor es el que manda, y yo creo que va a soplar el viento a nuestro favor. Todo vendrá rodado.



Mario inspiró, cerró los ojos y sopló la vela. María observó cómo se apagaba.






Continuará...












I.M.G.








Nota: 5ª entrega del relato escrito por Isabel Merino basado en la canción Cruz de Navajas de Mecano, escrita por José María Cano para el álbum Entre el cielo y el suelo de 1986.




domingo, 12 de junio de 2011

Cruz de Navajas - preludio (Hablemos del terral)












Debido a problemas técnicos, la transcripción de la entrada V de la versión extendida de Cruz de Navajas, se ha ido al carajo. No quiere ello decir que os deje sin esa, tal vez, última entrega, si no que se pospone un día debido a huelga de párpados abiertos. ¿Recordais los dibujos animados de Pixie y Dixie? (Sí, "lo' mardito roedore"), pues ahora mismo estoy como el gato gitano Jinxs, a punto de ponerme unas pinzas de la ropa sujetando mis pestañas a mis cejas para mantenerme despierta. Ha sido un día de junio, post-terral, agotador.









¿Que no conoceis a Mr. Terral? Esa suerte teneis. Es un caballero de hidalga figura que visita cada verano, y por sorpresa, a los habitantes de Málaga capital y se queda con ellos la friolera de tres días seguidos.




Lo de friolera viene a ser un antónimo de esos que se dicen en condiciones y certero, pues el terral es todo lo contrario, una masa de aire caliente que se hace con la ciudad y sus habitantes. Nosotros, los malagueños, nos quejamos, resoplamos, nos miramos unos a otros y decimos: hala, ya está aquí el terral. Y cerramos las ventanas, y permanecemos encerrados en los coches, (siempre con aire acondicionado), en las casas, en los trabajos, en los centros comerciales, en el cine, a ser posible tumbados en el suelo, (vuelta y vuelta)... pero en la calle, qué va, en la calle se quedan los que nos visitan y no lo conocen y no han sido avisados de las reglas que hay que cumplir. Una de ellas es evitar la playa. ¿Qué es lo lógico en un día de aire caliente irrespirable? Pensar en ir a la playa, cómo no. Es el oasis enmedio del desierto, pero, obviamente hay un pero, cuando llegas a la playa, ¿qué ocurre? pues que tampoco se puede estar, ya hemos dicho que nosotros, nos quejamos, resoplamos y nos resignamos a pasar tres días de encierro. En la playa lo que te encuentras es un vendabal de arena revuelta que se te mete por los ojos, por las orejas, por el cuello de la camiseta, y te pica y te duele, y si es asomarse al mar, pues eso, asomarse, pero con los ojos encogidos para que no entre la arena, lo de bañarse es complicado porque el agua suele estar revuelta, la bandera roja ondeando, y la temperatura es de una diferencia abismal con el ambiente y sólo meter un dedo del pie en el agua consigue que prácticamente se te congele.




















Uy, pero no era que el sueño me había arrebatado la clara visión para escribir a estas horas? Por supuesto, pero ¿quién dice que no puedo escribir sin mirar la pantalla del ordenador o el teclado? En fin, que os dejo, un preludio de la última parte de Cruz de Navajas mientras lucho con un calor, que afortunadamente, hoy no se ha transformado en terral.



Nota: por problemas técnicos en versión profunda y arraigada, esta entrada se publicará tal cual, la otra mitad se fue al carajo y la última parte se perdió en el limbo virtual de blogger y sus vicisitudes. Les pido disculpas.



I.M.G.








domingo, 5 de junio de 2011

Feria del libro de Málaga 2011



El viernes 3 de junio dio comienzo la feria del libro de Málaga 2011.


Sábado 4 de junio de 2011. 12:30 de la mañana:


Me bajo del circular 1 a la altura de los Jardínes de Puerta Oscura y saludo a la Alcazaba con un guiño. Comienzo a recorrer la Feria del libro por el final. No hay demasiada gente, el sol sí ha venido, rotundo, pegadizo, acosador.


Avanzo desde la última caseta hacia la primira, y en el progreso, a lo lejos distingo a Guillermo Busutil. Una mujer con la sonrisa dibujada en la cara mientras él le explica cuál es el hilo conductor de los relatos que componen su último libro, lo oye atenta, casi sin parpadear, balbucea algunas palabras ininteligibles y Busutil sonríe y sigue hablando. Yo consulto un libro de sobre un bolígrafo de gel verde. He oído hablar de él, pero aún no sé de qué trata, ni quién es el autor. Paso por delante de Busutil y la señora y prosigo mi camino. Un par de escritoras de literatura infantil esperan que alguien se acerque a hojear o comprar sus libros. Detiene mi paso acelerado una chica con un separador de libros en la mano. Soy coleccionista, no puedo renunciar al regalo. Se lo agradezco y la chica me pregunta:

- ¿Lee usted poco, normal, mucho, más que mucho o diría que más aún?

No tengo que pensar la respuesta, pero parece que lo hago, incluso parece que la medito, aunque esté clara.

-Mucho. Más aún -digo.

En la mirada de la chica veo la imagen de dos manos frotándose. En ese instante me habla del Círculo de Lectores. Reniego la propuesta, siempre lo he hecho. Soy amante de las librerías. No tengo nada en contra de la venta de libros por catálogos, pero no es lo mío. A mí me gusta hojear los libros, también ojearlos, y leer el principio, alguna parte de la mitad, un poquito del prólogo, la contraportada, ver el tipo de letra, el interlineado, la cara que ha puesto el escritor en el posado y que ahora es su imagen en la solapa, y todas esas mijitas y milindreces en las que me gusta detenerme antes de comprarme un libro. Yo lo llamo disfrutar. Otros lo llaman pérdida de tiempo. Esta chica obviamente era de las que piensan esto último. Yo de las que piensan que si me conociera un poquito no harían falta palabras. Soy feliz en las librerías y en las bibliotecas. El olor de los libros es mi Chanel número 5.


Prosigo mi caminar hasta la caseta número 2, la del Ayuntamiento de Málaga. Ahí están regalando ejemplates del XI Certamen de Declaraciones de Amor del Ayuntamiento de Málaga. La entrega del premios es al día siguiente, pero ya están dando ejemplares. Mi compañero y amigo de puntoyseguido, Miguel Núñez ha resultado ganador y yo, una de las finalistas. Cojo un par de libros y me enorgullezco de ver nuestros nombres ahí, casi juntos. Sonrío y empiezo el recorrido de nuevo, ahora desde el principio, con dos libros bajo el brazo, y mi nombre y el de Miguel, y nuestros relatos, están en ellos. Me entran ganas de gritarlo. El libro ha quedado fantástico, aunque no me hayan respetado los espacios en blanco que separaban los flashbacks, en mi relato 11y25.


Me paro en casa caseta y espero que los libros me llamen, recorro los cantos y me doy cuenta de que no busco títulos, sino autores, ellos son ahora mi sello de garantía. Y al fin comienzan a llegar las compras, y hablando conmigo misma me pongo un tope y me digo que he de cumplirlo. No puedo montar una feria del libro en mi casa. No puedo llevármelos todos.


Vuelvo a pasar por la caseta del Círculo de Lectores, tras dejar atrás la de la Universidad de verano. He cogido propaganda, aunque sé de antemano que no podré asistir a ninguno por mis horarios, pero la ilusión siempre está. Me para otro chico del Círculo que intenta convencerme de nuevo. Su última táctica es decirme que los libros son más baratos. Insisto en que me gusta ir a las librerías. Y me dice descaradamente: Se ve que no te ha afectado la crisis. Enhorabuena, hija.

Le digo gracias y prosigo mi camino con el eco de sus palabras a mi espalda y pienso que qué sabrá ese fresco.


Llego a la caseta de Busutil con dos bolsas cargadas ya de libros y separadores. Mientras me firma el libro charlamos. Me habla del hilo conductor de sus relatos y le pregunto si siempre lo hace así y me confiesa que no, que a veces es una antología de relatos que se le han quedado sueltos, otras sí que lo tiene, como el caso del último, del que me está firmando. Le pregunto si es de los que corrijen mucho, de los que reescriben, y me confiesa que sí, que absolutamente, que escribe del tirón y luego quita, corta y recorta hasta encontrar el relato oculto y que verá finalmente la luz. Le digo que hace como Miguel Ángel, que vio a su David dentro de una gran roca. Y él se ríe y me dice que así es, que el otro lo comentaba con alguien, con esas mismas palabras. El viernes 10 estará en Paréntesis, dando una charla. No sé si podré ir, o si me dará tiempo leerme el libro para entonces. Le digo que lo intentaré y él termina su dedicatoria. Larga. Como me gustan. Personalizada. Como yo hago. Nos despedimos. Adiós, Isabel, me dice. Yo levanto la mano y sonrío. Pago el libro y me llevo otros dos.


Dos de la tarde. Cojo el circular de camino a casa. Llevo 3 bolsas con libros. Son muy diferentes entre sí, todos son especiales por algún motivo. Los hojeo durante el camino. Estoy deseando leerlos. Todos:


1. Peter Pan (J.M. Barrie).


El niño que no quería crecer. Cuento de hadas, aventuras, crónica de piratas, leenda popular, sueños infantiles nunca del todo olvidados. Parece que voy a encontrarme dentro de él. Peter, te vienes a casa, le digo.

El principio es fantástico:. Todos los niños crecen, excepto uno. No tardan en saber que van a crecer y Wendy lo supo de la siguiente manera... GUAU!!! Fantástico!!!


2. Esta historia (A. Baricco)


La gente vive años y años pero en realidad únicamente durante un tiempo vive de verdad y es cuando consigue hacer aquello para lo que nació. El hombre que no conoce o no cumple su destino es que lo está esperando o recordando.

Tibia era la noche de mayo en París... Así comienza. Baricco es un sello de garantía. No defrauda. Si no hubiera sido por Ana Torroja y después por Pedro Rojano, Baricco aún sería un desconocido para mí, a ambos: GRACIAS.


3. Tanta gente sola (Juan Bonilla)


Me gusta la sonrisa tímida de Bonilla, y también cuando sonríe con la mirada, cuando saca un montón de folios y los lee mientras otros lo dicen todo de carrerilla sin necesitar apoyarse en su oratoria escrita. Me gusta oírlo recitar, hablar de sus amigos, prologar a Garriga Vela, saludarlo en mitad de Gran Vía y contarle cómo ha sido el desayuno en el hotel de las Letras unas horas antes. Y me gusta cómo escribe, sobre todo me gusta como escribe. Si no fuera por Loli, no habría descubierto, ni conocido a Bonilla, a Loli pues, gracias.


Los protagonistas de esta historia van construyendo el tejio de una soledad que no puede compartirse.

Un gran día para tus biógrafos. Ese es el título que da comienzo al primer capítulo del libro.


4. Los años (Virginia Woolf)


Soy una gran admiradora de Woolf. Es una de mis imprescindibles. Una de las grandes. Las horas, según la definieron en el The Times Literary Supplement, es una fantasía brillante sobre los problemas de todos los tiempos: la edad y la juventud, los cambios y las permanencias, las verdades y las ilusiones.

Empieza así: 1880. Era una primavera vacilante. El tiempo, siempre cambiante, mandaba nubes azules y purpúreas que se deslizaban sobre la tierra.

Y después habla de Londres. Siempre Londres. Mi Londres querido. Algún día contaré mis andanzas por Bloomsbury, tras los pasos de Virginia Woolf.


5. Vidas prometidas (Guillermo Busutil)


Un libro de cuentos. Los cuentos de Busutil, nos descubren, sorprenden, enredan y convencen.

en la vida de cada uno hay un par de zapatos, el anuncio de un sueño, una receta de cocina, un día de lluvia, una mujer que nunca se olvida, la odisea de una lucha y un trabajo que nos marca. Cada una de estas cosas es la historia de una promesa que se cumple, que se escapa o que te obsesiona. Trece historias en las que vivir el pasado, el presente y el futuro, para huir de esta realidad defectuosa.


6. El pulmón de Málaga (Sierra de Mijas)


No es un libro que compré. Es un libro que regalan cuando gastas una cierta cantidad de dinero en libros. No tengo opinión de él, aún, no conozco al autor y no se trata de un libro literario sino algo así como un ensayo. Hablaré de él cuando tenga más referencias o lo haya leído, mientras tanto me limito a nombrarlo.


7. XI certamen de Declaraciones de amor 2011 "Dime que quieres"


Como comenté, cogí un par de ejemplares de este libro en que salimos mi compañero Miguel Núñez, ganador del primer premio, y yo, que he sido finalista. De este libro hablaré en mi próxima entrada: La entrega de premios del domingo 5 de junio, tal día como hoy, hace escasas horas. En él, haré un recorrido por el certamen, y por los relatos y premiados que aparecen en este libro.


Feliz Feria del libro a los que también la estais disfrutando en vuestras ciudades. Y si pasais por Málaga no olvideis pasar por la casera número 2 y llevaros un ejemplar del librito de Declaraciones de amor 2011.



I.M.G.

jueves, 2 de junio de 2011

Cruz de Navajas - Versión extendida (IV)

Diego invitó a comer a María al día siguiente. Por la mañana fue a verla al trabajo y allí se lo propuso y ella dijo que sí. Le dijo que tendría que ser algo rápido, que no contaba con mucho tiempo al mediodía, pero que la escapada merecía la pena si era por estar con ella. María le contestó que no se perdería esa comida rápida por nada del mundo, y después de decirlo se sonrojó, y se tapó con las manos, la sonrisa de enamorada que la delataba.


- ¿Y cuándo irás a por el regalo de Mario? -le preguntó Carmen cuando María le contó que comería con Diego.

- ¡El regalo de Mario! ¡Me olvidé por completo!


Diego pasó a recogerla en moto a las dos en punto. María lo observó de lejos. Diego miraba hacia cualquier parte, distraído, mientras la esperaba. A María le gustaba su mirada inquietante y misteriosa, incapaz de detenerse en un punto fijo. Se pellizcó las mejillas para darle color y se arregló el flequillo. Se acercó contoneándose, aunque le pareció ridículo andar así, le pareció que a él le gustaba. La recibió con una silbido y luego aplaudió y dijo que estaba realmente preciosa.


- No digas tonterías, llevo el mismo uniforme de esta mañana, el de todos los días.

- Dentro no puedo silbar -dijo.

- Tengo que ir a recoger un paquete a correos. Es importante.

- Sube.


María se puso el casco que Diego le ofreció, se subió a la moto y se apretó contra él. Sintió cada músculo de su cuerpo pegado al suyo.


- No corras mucho, por favor.

- Agárrate.


María se agarró a su cintura cuando Diego arrancó la moto. Apoyó la cabeza en su espalda, olió su perfume en el cuello de la camisa, y luego se retiró. Llevaba demasiado tiempo sin hacer el amor. Ni siquiera el pasado fin de semana. No quería parecer desesperada, después de todo tenía marido. ¿Tenía marido? Diego dio un frenazo y ella volvió a pegarse contra él y ya no se separó hasta que llegaron a correos.


Firmó la recogida y le entregaron el paquete procedente de Toledo. La caja era de un tamaño mayor al que esperaba. ¿Se habrían equivocado con el pedido?


- Tengo que abrirlo -dijo.

- Espera, te vas a dejar las uñas, toma esto -dijo Diego sacando una navaja de uno de los bolsillos de su chamarreta.

- Conozco este modelo. Mario tiene una igual. ¿Te gustan las navajas?

- Me gusta ir armado, por si las moscas. Nunca se sabe con quién te puedes encontrar.


Diego ayudó a María a desembalar el paquete. Se habían sentado en la mesa de un restaurante de comida rápida. El camarero les sirvió un par de cervezas. Diego le dio un trago a la suya.


- ¿Qué es? -preguntó cuando María sacó la estuche que había dentro del embalaje.

- Una navaja.

- ¿En serio? ¿Me la dejas ver? ¿Qué modelo es?

- Han olvidado grabar el nombre. Pedí que lo grabaran y lo han olvidado. De todas formas -dijo dándole la navaja a Diego- no me dieron seguridad, pero a Mario le gusta que lleven su nombre grabado. Es muy suyo con las cosas de su propiedad.

- ¿Te hizo grabar a ti?


María lo miró desconcertada.


- No entiendo -balbuceó.

- Has dicho que es muy suyo con las cosas de su propiedad. ¿Llevas grabado su nombre en alguna parte de tu cuerpo?

- No -contestó arrebatándole la navaja y depositándola en el estuche.

- Así que no eres tan suya como él cree. Eso me gusta. Me favorece.


María se sonrojó y Diego le cogió una mano y se la besó por el reverso. A ella le encantó el gesto. No retiró la mano. Quiso darle la otra también, pero se contuvo. Diego la miró a los ojos y se mordió el labio. Ella mantuvo su mirada.


Volvieron a quedar. Fue inevitable. Diego se llevó el paquete con la navaja de Mario y prometió devolvérsela por la noche. Así se aseguraba la cita. Ella protestó debilmente, pero dejó que se la llevara. Recuperó la navaja a cambio de un beso, en el portal. Hacía años que no besaba a nadie que no fuese Mario. Le gustó. Le gustó mucho. Se dejó besar de nuevo.


Los besos no hacen daño a nadie.


Continuará...



I.M.G.


Cuarta entrega del relato escrito por Isabel Merino González, basado en la canción Cruz de Navajas de Mecano escrita por José María Cano. Publicada en el álbum Entre el cielo y el suelo. 1986.