miércoles, 28 de noviembre de 2012

Montes de Toledo - Ximens

En la E.G.B., sí, yo también fui educada y creada en la Educación General Básica en mis años infantiles, (y soy de las que piensan que la E.G.B. fue un gran sistema educativo en España), nos enseñaron a edad temprana a distinguir entre el mapa físico y el mapa político de España. Así aprendimos ríos y montañas en unos, y regiones y ciudades en otro. 

Recuerdo unos mapas, que guardaba en sus funditas de plástico, tales como estos. Me gustaba deslizar el lápiz por las costas españolas y de Portugal y dibujar mi país en las contraportadas de mis blocs de dibujo. 

Los ríos y sus afluentes. La capital. Los golfos y los cabos. Los sistemas montañosos. De uno de ellos quiero hablar en esta entrada. De los Montes de Toledo. A saber, nunca pensé en ellos como otra cosa que lo que eran: una formación montañosa de la Península Ibérica que separa la cuenca del Tajo de la del Guadiana. (Tal como se puede leer en la wikipedia). Pero algo ha cambiado, y tienen un nuevo sentido para mí. Ahora son sinónimo de literatura, sinónimo de amigo amante de las letras y la cultura, sinónimo de un blog vecino que visito a menudo, y cuyo amo de la casa me ha hecho querer a esta formación montañosa como si fuera una de las que recorren mi Andalucía del alma.  

Hablo de Ximens, comentarista habitual de Chawton St, y de su blog: http://ximens-montesdetoledo.blogspot.com.es (Cosas que son verdad y no han pasado).

No acostumbro a hacer publicidad de otros blogs, y esta entrada no pretende hacer publicidad del mismo, (sino de su bloggero), aunque deberíais entrar a visitarlo, que seguro que os quedaréis, como hago yo, pero como decía en mi entrada de Eñe de este año, este noviembre sólo he reservado hueco para hablar de Eñe, aunque no haya ido, y Eñe también es sinónimo de Ximens, porque nos lo ha puesto fácil, porque nos ha acompañado a tertulias, porque nos ha presentado a su encantadora mujer, porque nos ha llevado a pasear por Madrid y nos ha contado las luces y sombras de sus barrios más castizos, porque nos ha llevado a un restaurante italiano que parece una biblioteca, y a comer bocata de calamares en un recoveco de la Plaza Mayor, porque nos ha regalado libros, letras, críticas literarias, conversación, historia...

Inma, Ximens, Loli y yo
Gran Vía de Madrid
Eñe 2011
Por tanto, una parte importante de Eñe, que merecía entrada aparte, antes de que finalice el mes. 

Imagino su cara al ver que no aparecía en la entrada anterior. ¿Te has olvidado de mí, Isa? ¡Ah, pardiez! (lo de pardiez no lo habría dicho, pero me venía bien para caracterizar su perplejidad).

Permíteme, amigo Ximens, darte las gracias por todas esas cosas, por tu amistad, y por esos microrelatos que me hacen subir los brazos, ponerlos tras la  nuca, y esbozar una sonrisa a la vez, (no sé si ves el gesto), luego casi silbo y digo, grande, sí que sí, ¡qué grande eres! Si tú no llegas lejos, ¿adónde llegaré yo? 

¿Te arrancaré una sonrisa? Sospecho que sí, pues tienes algo de. (Aquí lo dejo).

Esta entrada viene a cuento de que estuve en Madrid, de que pisé el edificio de Bellas Artes, y no estabas allí, (ni tú, ni Loli, ni Inma, que vendrían conmigo), y te eché de menos, compañero. 

El año que viene, el festival, y Madrid,  serán nuestros.  



I.M.G.

(Acabo de leer tu comentario en mi entrada anterior, jajaja, lo sabía, ¡Ah, pardiez! Espero haberlo arreglado con esta entrada, amigo Ximens. Felices Letras)

martes, 27 de noviembre de 2012

No-crónica del Festival EÑE 2012 - Madrid

Después de asistir durante dos años consecutivos al Festival Eñe de Madrid, y publicar las crónicas en este blog, puntualmente cada noviembre, este año, ha sido diferente. Este año no acudí a Eñe.

Estuve en Madrid, sí, todo el fin de semana del festival, y estuve en Eñe, sí, también, pero especifiquemos, sólo estuve en el hall de entrada. Llegué incluso a pisar el bar-restaurante, (al día siguiente), y como en años anteriores compré un libro en la librería Antonio Machado, a sus puertas. (Para los curiosos, compré: Mr. Gwym, de Alessandro Baricco). Pero no hubo más. Este año, me quedé a las puertas de Eñe. 

Es por ello que este mes de Noviembre no quise relatar nada en el espacio que siempre dedicaba a mi festival madrileño favorito, pero a escasos días de la finalización del mes, he querido dar cuenta de que este blog subsiste, y de que no me he ido a ninguna parte. Bueno, me he ido a alguna, pero no demasiado lejos. Y sí que habrá una entrada del festival Eñe en el mes de noviembre: esta. 

El círculo de Bellas Artes se engalana cada mes de Noviembre con programas como este. Yo viajo desde Málaga con el programa aprendido, lo repaso en el AVE camino de Atocha, me lo sé de memoria nada más pisar el primer escalón de la entrada al edificio. Y allí, me cuelgan mi chapa, y me cuelo, cuaderno y boli en mano, (y cámara de fotos si se tercia),  en cada una de las conferencias, charlas, talleres, maratones, mesas redondas y catas literarias,  tratando de absorber todo lo que ocurre a mi alrededor. Es un maratón en el que escritores, lectores, amantes de la literatura, curiosos, artistas, crédulos, excépticos, anónimos y conocidos, disfrutamos de la literatura, de la escritura, de la lectura, de las buenas conversaciones, de libros, relatos, poesía... de vida, a decir. 

Este año habría conocido a Luis Goytisolo, a Eduardo Mendoza, a Luis Landero, a Juan José Millás a Luis García Montero o a Elvira Lindo, entre otros. Y habría vuelto a saludar a Manuel Vilas, a Vicente Verdú...  Todos con su chapa de ponentes. El público, con su chapa de oyente. ¿De qué color me habría tocado este año? Las colecciono. 
¿Es una coma? ¿O un apóstrofe? ¿O comillas? Se habrán preguntado los que acuden por primera vez al festival, mientras suben las escaleras, y acarician esa chapa que es la entrada al mundo de las letras, a todo un mundo de letras españolas y latinas, durante dos días. En Madrid. 

En Eñe conocí a Pablo, (fotógrafo), mientras disfrutaba de una charla de María Tena, en mi primer festival. El año pasado no pudimos coincidir. Este año, los dos en Madrid, tampoco. Yo acudí al edificio por la mañana, él trabajaba en él por la tarde. Nuestro recuerdo es común: Nos conocimos en Eñe. Donde también conocí a la gran Ana María Matute, a la inolvidable Esther Tusquets, (cuánto me reí con ella), a Espido Freire, Juan Cruz, Patricio Pron, Eloy Tizón, etc etc. ¿Que con qué me quedo? ¿Aparte de con todas las anotaciones que tomé y todas las vivencias que tuve? Con la mirada serena de Ana María Matute, con su bagaje, con su inocencia y amor por la infancia, con la complicidad de los hermanos Tusquets, con el sentido del humor y la amistad de Andrés Neuman, con el cafecito de entre plantas y las exposiciones de Anagrama, con la perplejidad de Vicente Luis Mora cuando lo abordamos para regalarle uno de nuestros libritos, con la amabilidad de todos los que lo recibieron con ilusión y se interesaron por él y nuestro grupo. Con los libros que me descubrieron. Con la pasión de los escritores. Con las manos amables de María Tena. Con Bonilla leyendo sus folios. Con Garriga Vela reconociéndonos entre la muchedumbre... no hay un solo momento que no me venga a la memoria y me haga sonreír y añorar, y eso sólo me pasa en sitios donde he sido feliz y se me trata como en casa. 

Es cierto que no he estado este año en el festival Eñe, como también es cierto que lo añoré cada momento que no estuve en él. El año que viene, el mes de noviembre, vendrá cargado con entradas dedicadas a las crónicas de Eñe. El año que viene no fallaré. No os fallaré. 

Hasta entonces: Larga vida a Eñe. 


I.M.G. 

Dedicado a Inma y Loli, mis compañeras de Eñe.