Diego invitó a comer a María al día siguiente. Por la mañana fue a verla al trabajo y allí se lo propuso y ella dijo que sí. Le dijo que tendría que ser algo rápido, que no contaba con mucho tiempo al mediodía, pero que la escapada merecía la pena si era por estar con ella. María le contestó que no se perdería esa comida rápida por nada del mundo, y después de decirlo se sonrojó, y se tapó con las manos, la sonrisa de enamorada que la delataba.
- ¿Y cuándo irás a por el regalo de Mario? -le preguntó Carmen cuando María le contó que comería con Diego.
- ¡El regalo de Mario! ¡Me olvidé por completo!
Diego pasó a recogerla en moto a las dos en punto. María lo observó de lejos. Diego miraba hacia cualquier parte, distraído, mientras la esperaba. A María le gustaba su mirada inquietante y misteriosa, incapaz de detenerse en un punto fijo. Se pellizcó las mejillas para darle color y se arregló el flequillo. Se acercó contoneándose, aunque le pareció ridículo andar así, le pareció que a él le gustaba. La recibió con una silbido y luego aplaudió y dijo que estaba realmente preciosa.
- No digas tonterías, llevo el mismo uniforme de esta mañana, el de todos los días.
- Dentro no puedo silbar -dijo.
- Tengo que ir a recoger un paquete a correos. Es importante.
- Sube.
María se puso el casco que Diego le ofreció, se subió a la moto y se apretó contra él. Sintió cada músculo de su cuerpo pegado al suyo.
- No corras mucho, por favor.
- Agárrate.
María se agarró a su cintura cuando Diego arrancó la moto. Apoyó la cabeza en su espalda, olió su perfume en el cuello de la camisa, y luego se retiró. Llevaba demasiado tiempo sin hacer el amor. Ni siquiera el pasado fin de semana. No quería parecer desesperada, después de todo tenía marido. ¿Tenía marido? Diego dio un frenazo y ella volvió a pegarse contra él y ya no se separó hasta que llegaron a correos.
Firmó la recogida y le entregaron el paquete procedente de Toledo. La caja era de un tamaño mayor al que esperaba. ¿Se habrían equivocado con el pedido?
- Tengo que abrirlo -dijo.
- Espera, te vas a dejar las uñas, toma esto -dijo Diego sacando una navaja de uno de los bolsillos de su chamarreta.
- Conozco este modelo. Mario tiene una igual. ¿Te gustan las navajas?
- Me gusta ir armado, por si las moscas. Nunca se sabe con quién te puedes encontrar.
Diego ayudó a María a desembalar el paquete. Se habían sentado en la mesa de un restaurante de comida rápida. El camarero les sirvió un par de cervezas. Diego le dio un trago a la suya.
- ¿Qué es? -preguntó cuando María sacó la estuche que había dentro del embalaje.
- Una navaja.
- ¿En serio? ¿Me la dejas ver? ¿Qué modelo es?
- Han olvidado grabar el nombre. Pedí que lo grabaran y lo han olvidado. De todas formas -dijo dándole la navaja a Diego- no me dieron seguridad, pero a Mario le gusta que lleven su nombre grabado. Es muy suyo con las cosas de su propiedad.
- ¿Te hizo grabar a ti?
María lo miró desconcertada.
- No entiendo -balbuceó.
- Has dicho que es muy suyo con las cosas de su propiedad. ¿Llevas grabado su nombre en alguna parte de tu cuerpo?
- No -contestó arrebatándole la navaja y depositándola en el estuche.
- Así que no eres tan suya como él cree. Eso me gusta. Me favorece.
María se sonrojó y Diego le cogió una mano y se la besó por el reverso. A ella le encantó el gesto. No retiró la mano. Quiso darle la otra también, pero se contuvo. Diego la miró a los ojos y se mordió el labio. Ella mantuvo su mirada.
Volvieron a quedar. Fue inevitable. Diego se llevó el paquete con la navaja de Mario y prometió devolvérsela por la noche. Así se aseguraba la cita. Ella protestó debilmente, pero dejó que se la llevara. Recuperó la navaja a cambio de un beso, en el portal. Hacía años que no besaba a nadie que no fuese Mario. Le gustó. Le gustó mucho. Se dejó besar de nuevo.
Los besos no hacen daño a nadie.
Continuará...
I.M.G.
Cuarta entrega del relato escrito por Isabel Merino González, basado en la canción Cruz de Navajas de Mecano escrita por José María Cano. Publicada en el álbum Entre el cielo y el suelo. 1986.
Isa, me encanta espero inquietante la quinta entrega. Un beso. Mercedes C.M.
ResponderEliminarGracias, Merche, uy, me ha salido llamarte Merche del tirón. ¿Será que alguna vez te llamé así? ¿Con 6 años, con 10, con 14, con 17? mmmm,lo pensaré ;-)
ResponderEliminarEStoy demorándome en el final porque sigue sin cuadrarme mucho ese que escribí, igual lo reescribo de nuevo, a ver si tiene arreglo, aunque obviamente seguiré el argumento de la canción, claro.
Por cierto, ya están los libros en la caseta del Ayuntamiento de Málaga de la Feria del libro, se llama Certamen declaraciones de amor 2011 y ahí está mi relato que quedó finalista. Si pasas este finde por allí, pídetelo. Es gratis.
Besitos y gracias por entrar a mi vida de nuevo. Aunque de corazón, nunca saliste.
Isa
PEro cómo van ha hacer daño los besos??' Anda que es lo mismo que decir que hace daño un bombón D&G!! Qué no sabes qué es un bombón D&G... pues chuta para el Jardín que te está esperando uno calentito, calentito, je, je...
ResponderEliminarTu relato está finalista y está en un libro???? Y no puedes subirlo aquí a tu blog ¿porque no lo hemos leído, verdad???
bueno ya me cuentas este tema!!!
Por lo pronto... me chifló hoy el relato... esa mordida de labios, esa moto, ese casco, ese beso en el portal... uyyyy!! voy a comerme otro bombón que me está bajando la tensión!!! je ,ej...
Bss... amiga... buen finde!!
jaja, pues sí, MariCari, hay besos que hacen daño, yo he conocido alguno ;-P
ResponderEliminarDesde que vi ayer esa foto de bombones y ese título de que a nadie le amarga un dulce estoy deseando irme para tu jardín, pero en el trabajo me es imposible, pero ahora estoy en casa, así que para allá voy, a ver qué bombón me como, uno de chocolate muy negro, que son los que más me gustan, jeje.
Sí, mi relato 11 y 25 ha sido finalista en el certamen de cartas de amor de este añlo del Ayuntamiento de Málaga. El año pasado quedé segunda con mi relato Y dices que no te quiero, y he sido segunda en un par de premios más. Creo que lo puse en la entrada dedicada a punto y seguido. Aún no tengo un primer premio, pero todo se andará, estamos en ello, jeje. Algún día, ya verás :-) (Espero)
Gracias por tus palabras para con mi Cruz de Navajas particular, es complicado extender una canción de tan alta categoría como esta, pero no quería quedarme en el intento.
Buen finde para ti también, guapísima
Isa
posdata: búscame en facebook o dame el tuyo o tu email y te paso mi relato 11 y 25.
¡Uy, uy! como se está poniendo el tema. un beso no hace daño, ¡ja!
ResponderEliminarLa cosa promete...
Besitos, Isa.
Juraría haberte respondido, Ely, blogger está fatal últimamente. Te decía que yo sí creo que hay besos que hacen daño, pero todo es susceptible de discusión, obviamente. Cuando uno besa y siente y el otro besa y no siente, o viceversa, un beso puede hacer daño. Cuando se da el último o no se tiene el primero, también. y así podemos enumerar unos cuantos.
ResponderEliminarEspero terminar esta historia pronto, de momento tengo un par de entradas pendientes por delante, pues ha empezado la feria del libro, y hoy mi compi de grupo y yo recibimos nuestro premio. mañana lo contaré.
Besitos
Isa
Bueno, que el día de la fiesta Pololera no me dejó blogger entrar en tu sitio...aquí estoy para quedarme ¿vale?
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