11:30. 2ª Planta. Sala Fernando de Rojas. Pareja de Baile:
MANUEL LONGARES Y JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS hablan sobre los retos de la narrativa actual.
Jose Mª Pozuelo y Manuel Longares |
Madrid ha amanecido soleado, corre una brisa templada, desayunamos chocolate con churros madrileños en la Carrera de San Jerónimo. A las 11:30 estamos de regreso en el Círculo de Bellas Artes. Comienza la primera conferencia a la que hemos decidido acudir. El crítico Jose María Pozuelo y el escritor,(premio de los libreros de Madrid por su última obra Las Cuatro esquinas), Manuel Longares, charlan sobre la enorme diferencia existente entre la literatura hecha con ambición artística de la construida como fenómeno efímero de mercado.
La literatura precipita de vez en cuando a los escritores, comienza diciendo Manuel. José María lo felicita por su premio. Él contesta que los premios sin dotación son los más apetitosos. La distinción del premio es que te lo concedan. Los escritores o son literarios o no lo son. Ahora, la literatura no es de los factores que más se consideran en un escritor. Si eres literario significa que no vendes mucho, dice.
Su libro Romanticismo fue premio de la crítica en 2002 y llegó a la décima edición, siendo considerada una de las grandes novelas literaria. Sus novelas son novelas de Madrid. Explica que no le gusta viajar, que Madrid es el espacio ideal, neutro y adaptable sobre el que escribir, ya que pasa y ha pasado el 90% de su tiempo en esta ciudad. Habla del Cronotopo madrileño y de La ciudad sentida.
Sólo puedes hablar de la realidad, de lo que ves, lo que experimentas y sientes. Es inevitable que metas algo de tu biografía en tus escritos, son ingredientes, o atmósferas de las que hay que servirse. No se trata del YO biográfico. Mi vida no le interesa a nadie, no se la cuento ni a mis amigos, menos aún voy a contarla en un libro.
Un escritor es una casa que compartimos pero no del todo. El escritor no lo es si no crea un lenguaje. Tenemos que salir de una novela, y de la literatura, con una ganancia de mundo y de construcción de lenguaje, de una atmósfera que necesita ser dicha. Si sólo es una peripecia que no aporta nada, eso no es un escritor. El lector tiene que llevarse una ganancia o beneficio.
A mí me interesan los géneros chicos. Si hablas del Madrid de la posguerra, entonces tienes que hablar de la revista. Hay que recuperar los géneros menores que ambienten la época que se trata de transcribir o contar. Este género necesita mucho trabajo. La literatura llega a lugares adonde nadie llega. Hay que tener una sensibilidad muy acentuada para no perderse en Historia. Hay que oír, escuchar las expresiones, la jerga, el argot . Si se escribe en tercera persona se puede uno valer de lo que dicen los demás e incorporarlos a lo que se está contando. Hay que tener habilidad de insertar y no hacer un anacrónico. El reto no es investigar o traer esas palabras sino cómo las encajas, porque te modifican el discurso. La literatura es el único lugar donde pueden sobrevivir no la lengua, ni siquiera el lenguaje, si no las hablas, los decires, lo que somos y hemos sido. La arqueología es buena si no se ve que es arqueología cuando se escribe con ella.
La charla deriva en su última novela "Las cuatro esquinas", que ha tardado 10 años en escribir. Y prosigue hablando del cuento, del relato, de las medidas que lo diferencian de la novela corta o el microrrelato.
El carnet de identidad del escritor es el lenguaje, insiste, si no se cuida no se es escritor. Tal vez sea un punto de vista radical, prosigue, pero es el mío. La novela de un periodista contando un suceso de la vida cotidiana eso no es literatura. Si su lenguaje no nos hace soñar no es literatura. Esta nos ofrece la posibilidad de traernos un mundo hipotético. El lenguaje con el que te comunicas habitualmente no es literatura.
La escritura tiene mucho de irracional y surgen muchos imprevistos. Uno nunca está seguro de lo que está haciendo, sólo sabe que está alcanzando un nivel.
12:30. 2ª Planta. Sala Fernando de Rojas. Conferencia:
Belén Copegui. Lenguaje y poder.
Belén Copegui |
La sala se llena de gente, se abarrota, Inma y Loli han salido a charlar con Manuel Lopegui sobre su útlimo libro. Han cerrado las puertas. Yo les guardo el sitio. ¿Están ocupados? Me preguntan una y otra vez. Mi abrigo sobre uno de los sillones, sobre el otro, mi pañuelo del cuello. Hace frío, pero no quiero que mis compañeras pierdan su sitio. No llegan.
Un escritor de éxito más que relativo reflexiona sobre el no decir, sobre el tono de voz de quienes no pueden decir, o dicen que no saben o como la marquesa de Merteuil de Las amistades peligrosas, no dicen que saben. Lenguaje y poder, para que no te calles con el silencio mío.
Belén Copegui no se quita el gorro, no sonríe, saca unos folios y los pone sobre la mesa. Comienza a leer. Sale el nombre de Jaime Puertonuevo. Y después, durante un buen rato, folio tras folio, surgen Las amistades peligrosas, y dos de sus personajes. Es un monólogo, o tal vez un género epistolar, en el que el escritor que ha escrito la carta nos habla al público, con voz masculina, aunque Belén sea la que lea. El no decir. No siempre estuve donde quise estar. Oir a los que se nos quieren ocultar. Un tropiezo, una enemistad, pueden hacer que se caiga en el olvido.
La voz de Belén es monótona. Sigo la historia y sólo me entretengo cuando entran tres personas a escena. Caminan lentamente, se alejan del proscenio, se ponen cara a la pared. En un momento determinado, varios folios y minutos más tarde, se giran y avanzan hacia Belén Copegui. Ella les cede la palabra. Por poco tiempo. Parece poesía. Lamento. Prosigue Belén. No he contado los folios, pero debe haber leído más de veinte, ¿quizá treinta? Resultaba interesante. Al principio. Quizá también al final. Lo de en medio se me ha diluido. Prefiero las conferencias, he de confesarlo, las charlas, la espontaneidad. Ha sido una conferencia densa, necesito airearme cuando finaliza.
Loli e Inma entran a la sala una vez que Belén Copegui se retira y encienden las luces. ¿Dónde estábais?, les pregunto. Ha pasado una hora, o más. No nos dejaron entrar. ¿Cómo? Me extraña porque se puede entrar y salir libremente de todas las conferencias en Eñe, sobre todo porque hay algunas que se pisan. Expreso deseo de la autora, me dicen a la vez. Nos quedamos sin habla. El no decir. Lenguaje y poder.
Próxima entrega: ESTHER TUSQUETS.
I.M.G.
Ay, Isa...se te embarullaron los nombres con tanto folio disertado...jajaja...
ResponderEliminarBelén Gopegui se convirtió en Belén Copegui y Manuel Longares en Manuel Lopegui...No me extraña...Estupendo tu resumen de lo más importante que nos contó Longares, sobre todo lo de que el lector debe salir de los libros habiendo ganado algo, con algún beneficio (como mínimo con el placer de la literatura). Más estupenda aún tu reflexión sobre la palabra y el poder. La autoridad se tiene o no se tiene, lo demás es sólo poder, algo postizo o usurpado o impuesto.Perdona el plantón, nosotras no queríamos...
jajajajaj, tienes razón Inma, he mezclado apellidos, jajajaj. Lo siento, intentaré arreglarlo luego. Qué despiste. Gracias. Os eché de menos. Esta conferencia, aunque interesante lo que contaba, fue la que menos me gustó. Se me hizo muy larga.
ResponderEliminarBesitos
Isa, mira que intentamos entrar por activa y pasiva, pero fue imposible, como tú dices, el no decir, el poder del lenguaje?
ResponderEliminarMe gustó mucho hablar con Manuel Longares, me dijo que conocía a Antonio Soler y a Garriga Vela. Y aunque aún no he tenido tiempo de leer su libro, Las cuatro esquinas, lo he hojeado y tiene un lenguaje muy cuidado, que atrapa.
Gracias por tu crónica, por recordarme esos buenos momentos, espero que podamos repetir el año que viene.
besines
L;)
No, no hace falta que lo digas, se nota bastante que no fue muy allá la de Belén Gopegui, no refleja ni de cerca el entusiamo que transmites de la anterior y de otras entradas.
ResponderEliminarBesitos
Loli, no hay dos sin tres, así que allí estaremos, y quién sabe, igual este año hay suerte con el concurso Eñe, no?
ResponderEliminarEly, estuvo interesante, pero fue muy monótono, demasiados folios, un tono tristón y melancólico todo el tiempo. Se me hizo larga, la verdad, pero estaba impecablemente escrito, eso sí, se nota la profesionalidad de Belén.
Besitos
Y comenzaste por los riquísimos churros de Madrid ¡Ah! como los echo de menos...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que si el lenguaje del escritor no nos hace soñar no es literatura, pero al mismo tiempo el escritor tiene que intentar acercarse a un público amplio, para lo que debe adecuar su lenguaje. Bss
Y yo haciendo la compra de la semana. Es lo que tiene el vivir en Madrid, que puedes no ir a muchos actos culturales.
ResponderEliminarComencé por los ricos churros de Madrid, lo que no conté es que terminé con los bocatas de calamares de la Plaza Mayor :-)
ResponderEliminarEl lenguaje es rico y flexible, sigamos jugando con él :-)
Gracias por pasear conmigo La Abela
Ximens, el año que viene, te haces el intensivo tú también, eh.