Esta actuación pertenece al concierto que dio Mecano en Barcelona en 1991. (Cruz de Navajas)
____________________________________________
Diego llegó pasada la media noche. María lo esperaba en el balcón, con medio cuerpo asomado, como si quisiera lanzarse al vacío. Tal vez pensó eso mientras se balanceaba nerviosamente, el medio cuerpo apoyado en la barandilla. Lanzarse al vacío.
El ruido de la moto la sobresaltó. Se empinó un poco más. Diego se quitó el casco sin bajarse de la moto. Se peinó con los dedos el pelo revuelto. Hacia atrás. Sin preocuparse del remolino que le dejó un mechón suelto sobre la frente. Sonrió a la calle vacía antes de acercarse al portal. Dentro, en la casa, sonó el portero electrónico. María gritó un ¡ya voy! desde el balcón, que se debió oir en la calle. Se tapó la boca con las dos manos y esbozó una sonrisa. Cuando se quitó las manos de la cara, aún sonreía. Caminó despacio hasta la entrada. En su camino del balcón a la entradita sólo se había detenido en la puerta del dormitorio. Observó la cama vacía. Deshecha. Mario se había ido hacía rato. ¡Ay, Mario! No era este el cumpleaños que había planeado, pero las cosas no son siempre como uno las imagina cuando la realidad las alcanza.
- ¡Sube! -dijo a la vez que apretaba el botón del telefonillo.
Lo recibió con un beso y él le regaló una flor que traía escondida en la espalda. Una rosa roja. (Tópico de todo romance recién iniciado). Ella buscó una dedicatoria, pero no la había. Esperaba una frase del tipo Antes de conocerte mi vida era como una noche sin luna.
- ¿Qué? -preguntó Diego- ¿No te gusta?
- Sí, me encantan las rosas. Buscaba... la dedicatoria.
- No soy bueno escribiendo, pero puedo recitarte algo -dijo cerrando la puerta tras de sí- Es por culpa de una hembra que me estoy volviendo loco...
Nunca había hecho el amor con alguien que no fuera Mario. Fue extraño y excitante. No conocía aquella manera salvaje de gozar en la cama. Se excitó recordándolo. Diego empezó otra vez. Ella se volvió a dejar. Se quedaron dormidos de madrugada. Cuando sonó el despertador María extendió el brazo hacia el lado de Mario, donde cada mañana tocaba su parte de la cama vacía. Diego seguía allí.
- ¡Tienes que marcharte! ¡Mario está al llegar! ¡Mira la hora que es! ¡Vístete, Diego, por favor! -María gritaba una frase tras otra mientras Diego estiraba los brazos y le sonreía.
- Tranquila, amor -contestó acariciándole la mejilla.
María se apartó bruscamente, se levantó de la cama y retiró las sábanas.
- ¡Por favor! -suplicó- Mario es capaz de matarte si te encuentra aquí.
- ¿Sería capaz?
- ¡Sí! ¡No!... ¡No lo sé, Diego!
- No voy a compartirte ni con él ni con nadie, María.
- Es mi marido.
- Tendrás que elegir.
- Está al llegar, Diego. Por favor -suplicó de nuevo.
- Tendrás que bajar conmigo. La navaja está en el maletero de la moto. Olvidé subirla.
María había olvidado el regalo de Mario por completo. Asintió. Se vistió deprisa. Diego lo hizo sin premura. Ella lo observó. Cuando al fin estuvo vestido se acercó a él y lo abrazó.
- Te elijo a ti, pero déjame hacerlo a mi manera.
- Te haré feliz, María. Nos iremos de aquí.
- A la costa. ¿Me llevarás a la costa? Siempre quise vivir junto al mar. Dejar Madrid.
- Iremos a Málaga, tengo familia allí.
- Málaga. Me gusta. Suena bien. Málaga.
- Málaga.
Salieron a la calle haciéndose arrumacos. La moto de Diego estaba estacionada junto a la única farola que iluminaba la calle sin salida. La luz guiñaba, a punto de apagarse. Diego aprovechó las sombras para besar a María de nuevo. Abrió el maletero de la moto, donde guardaba el casco, y sacó la navaja, escondida en un lateral del mismo.
- Tiene usted buen gusto, Srta. De veras es una navaja preciosa -le dijo jugueteando con ella en la mano.
- No la escogí yo. Mario las colecciona. Es un entusiasta de las navajas.
Una sombra se coló a lo lejos, al principio de la calle. La pareja volvía a besarse y la sombra se hacía hombre al primer claro de luz. Mario buscaba sus llaves en el bolsillo del pantalón. El tintineo de los cascabales de su llavero resonó en la calle vacía, pero la pareja sólo oía sus propios quejidos de amor, no se resignaba a separarse. Mario resopló, al final de la calle, junto a su portal, otra pareja comiéndose a besos, ya era la tercera o la cuarta que se encontraba en el camino desde el 33 a su casa.
- ¡Eh, pareja, para el calentón a casita, que no son horas! -les dijo con las llaves en la mano, antes de entrar al portal.
Diego se separó de María para gritarle al extraño que se metiera en sus asuntos. La luz del farol guiñó de nuevo e iluminó el callejón. Mario distinguió la cara de María antes de que ella tratara de esconderla con sus manos.
Fue muy rápido.
María apenas lo recuerda, pero sí la rapidez de los acontecimientos. Sí, los gritos. Sí, la sangre. Sí, aquella mirada que bien podría haber sido de odio, o de rabia, o de incredulidad, o de desilusión, o de amor, o de despedida, no estaba segura, cada vez que lo recordaba era diferente.
La navaja, (modelo SPYDERCO C109SLP, fabricada en Toledo), le partió el corazón en dos.
Eso dijo el forense.
- ¡Corre Diego! ¡Vete! -gritó cuando Mario cayó muerto al suelo.
Le cerró los ojos y pidió auxilio. Acunó el cuerpo inerte antes de que se lo llevaran.
En la prensa, una breve nota, que colgaron en el tablón del 33: Dos drogadictos en plena ansiedad, roban y matan a Mario Postigo, mientras su esposa es testigo desde el portal.
FIN.
I.M.G.
Relato dedicado en su totalidad, (6 partes), a: Javi (Burgos), Jaime PSF, Javier Adrados, Sonia Vellón, y especialmente a los miembros de Mecano (Ana Torroja, Nacho Cano y Jose María Cano)
Nota: Última parte del relato escrito por Isabel Merino en 2009, basado en la canción Cruz de Navajas de Mecano, escrita por Jose María Cano, y que forma parte del LP "Entre el cielo y el suelo". 1986.
Que quieres Isa que te diga. A mí siempre me pareció una canción muy triste y un final en el que ganan los malos.
ResponderEliminarPero bueno, a pesar de todos los intentos y presiones la autora de este relato no ha querido cambiar el final, lo cual demuestra que es conservadora y arriesga poco.
Un beso y que el próximo relato por entrega sea más apretujado.
Por cierto, no me ha gustado nada que la navaja asesina sea de Toledo y que sin embargo vena en Málaga un lugar ideal para continuar su amor..
Me ha encantado, cómo todo lo que escribes... y aún sabiendo la historia y viéndolo venir... aún así... me ha ido enredando y enganchado capítulo sí y el siguiente también... ah! qué facilidad de escritura tienes amiga... ¡Enhorabuena! Me gustaaaaa muchooooooo! je, je... Bss..
ResponderEliminarPD... he publicado tu enredo de relato de humor con veneneno... lo he titulado Blancanieves... ¿Quieres manzanas? te está esperando en el Jardín y además... se ha chivado de que es por tu culpa, ja, ja... Bsines!!
Ximens, desde que te enganchaste a la historia de Cruz de Navajas, sabía que no te gustaría el final. Traté de avisarte con mis comentarios. La canción es triste, estamos de acuerdo, pero fue de los mayores éxitos de Mecano. Tiene grandísimas canciones que son realmente trágicas, pero que permanecen en la memoria y se quedan con nosotros muchísimos años.
ResponderEliminarNo he querido cambiar el final porque la historia no era mía y porque no era una versión libre, sino una versión extendida. Es cierto que no suelo arriesgar, aunque no sé si soy conservadora, me gusta más la palabra clásica, aunque no creo que se pueda aplicar al relato. Como ya dije, lo escribí hace tiempo.
No tengo por costumbre publicar relatos en el blog, pero sí escribir post por entregas, y no porque me guste si no porque escribo largo y escribir las cosas del tirón aquí, puede resultar muy pesado. Viene siendo una seña de identidad esto de hacer las cosas en entregas, y así, los que siguen la historia, vuelven y me visitan, por lo que también podría tratarse de estrategia, jeje, aunque a cuento de qué... no sé, me gustan las visitas :-)
ESpero poder resarcirte con los relatos de nuestro libro que saldrá publicado en septiembre
Un besazo y muchas gracias por tu interés y comentarios. Siempre son bienvenidos.
Posdata: Málaga tenía que salir. Y Toledo es la ciudad de los cuchillos, ¿dónde encontrar una navaja mejor? Ella no es la asesina, lo es el que la porta ;-)
Besos
Isa
Gracias, MariCari, me consta que te ha gustado, porque no sólo leo tus líneas, sino también tus entretelas, querida, :-)
ResponderEliminarMe voy corriendo para tu jardín a leer sobre Blancanieves y el veneno.
Un beso
Isa
Isa, estaba ansiosa esperando leer el final. Me ha encantado aunque el final sea como el de la canción, como debe ser. Bueno ahora a por otro relato por partes que engancha mucho. Un beso. MCM.
ResponderEliminarMercedes, me alegra tanto que te haya gustado!!! Esto de escribir por partes te crea una sensación de no saber si engancha al lector, o si deja en ascuas, o si dice buuuuf, ahora a esperar. Supongo que habrá opiniones para todo. Para mí sería más fácil escribirlo del tirón, pero supongo que aburriría al personal con entradas tan largas, mis relatos por lo general no suelen tener menos de 7 u 8 folios y la media está en unos 10, así que imagínate...
ResponderEliminarYa sabes que aunque no publique los relatos aquí, tú puedes tenerlos siempre que quieras. Gracias por tus comentarios y que sepas que estoy deseando que nos "rejuntemos" las "Siuroteras" o "Siurotenses", de nuevo. NOs ponemos a ello a la voz de ya, eh.
Un besito
Isa
Posdata: Mira que estoy contenta con nuestro reencuentro, eh. Sólo ver tus iniciales me pone contenta. Gracias :-)
Buena conclusión respetando la historia de la canción, no podía ser de otra manera.
ResponderEliminarbesitos
Gracias, Elysa. Como ya comenté no era una versión de Cruz de Navajas, si no una versión extendida. Tenía que terminar como la canción, porque he respetado el guión en todas las entradas sobre la misma.
ResponderEliminarBesitos
Isa