jueves, 22 de julio de 2010

Tierra de Cristal (Baricco)


Tras leer Seda y compartir impresiones con mi amigo y compañero de Puntoyseguido, Pedro, gran admirador de Baricco, me sugirió leer una fábula llena de emoción, amargura, sensibilidad y realidad, escrita por el mismo autor. Todas estas sensaciones se entremezclan en la novela de Alessandro, igual que los personajes a través de la novela. No hay nada al azar en Tierra de Cristal. La historia transcurre en un lugar cualquiera de Europa, Quinnipak, en una época que podemos situar en el siglo XIX, donde además de acontecimientos y personajes ficticios, conviven hechos y personajes reales de la época.

De entre todos los personajes, con sus sueños, metas, vida ordinaria y extraordinaria, extravagancias, sexo y quereres, cabe destacar la bellísima Jun, su esposo Rail, la música que acompañar a cada personaje, el hombre que no tenía nota musical, la locomotora Elisabeth, un niño que lleva a cuestas su destino en forma de chaqueta, una viuda que no llegó a casarse. Optimismo y crueldad. Pasión y desamor. Tristeza y rebeldía. Locura y alegría. Muerte y vida. Pollas y Sesos desparramados. Mierda. Raíles. Barcos. Libros. Cajas. Joyas. Viajes. Mormy. Y al final, América.

El lenguaje es sencillo. A veces complejo. El narrador compite en una carrera de relevos. Son varios en esta carrera. Sólo uno llega al final, con voz femenina. En algunos momentos la trama adquiere complejidad y los personajes parecen sacados de la chistera de algún mago. En otros momentos algún absurdo se nos cuela entre tanta cotidianidad. Algunas líneas merece la pena releerlas, otras saltarlas con pértiga. Descripciones que estallan, otras que aburren, muchas inexistentes, otras que no podrían haberse escrito de una manera tan minimalista y perfecta.

Hay quien lo compara con Amelie, Big Fish o incluso el Quijote. Esto lo leí por ahí, indagando en la red. En el mismo artículo se comentaba que está escrita en un organizado caos y con un estilo más cercano al funcionamiento de la mente humana que al ensayo o la narración.

El Crystal Palace de Hyde Park, (Londres 1851), tiene también su momento de gloria en el libro. Un incendio lo destruyó en 1936. Baricco nos cuenta cómo pudo ser aquel incendio y qué sintió cada personaje con él y cómo influyó en sus vidas y cómo influye ahora, siglo y pico después, en la nuestra.



















Suelo fijarme en algunas frases sueltas que me resultan profundas o me dicen algo, e aquí algunas, no más de tres, ni siquiera son las mejores, pero son las que me apetece apuntar:



1. Como ya se habrá tenido ocasión de
observar, es costumbre del destino disponer extrañas citas.


2. No pienses nunca en mí si no es
riendo.


3. Suceden cosas que son como preguntas.
Pasa un minuto o tal vez años, y después la vida responde.




4. Y al final, América.


La literatura epistolar, o de cartas, es un género que me apasiona igualmente. En esta historia hay muy buenas cartas. Unas escritas por mujeres, otras por hombres, de amor o de amistad, ninguna iguala a los labios de Jun o a las calles de Quinnipak.
Extracto de una carta escrita por Pehnt, agente de seguros, a su viejo amigo Pekisch, en respuesta a una de sus cartas, o más bien al posdata de una de ellas, que decía lo siguiente:
Pekish a Pehnt:
P.d. Se me ha perdido un amigo que se llamaba Pehnt. Era un chico inteligente. ¿No sabreis vos algo al respecto?

Pehnt a Pekish:


Eso sí que no tenías
que habérmelo hecho. No me lo merezco. Yo me llamo Pehnt, y sigo siendo
aquel
que se quedaba tumbado en el suelo para escuchar la voz de los tubos,
como si
puediera llegar de verdad, cuando en realidad no llegaba. Nunca
llegó. Y ahora
yo estoy aquí. Tengo una familia, un trabajo y por la noche
me acuesto temprano.
Los martes voy a escuchar los conciertos que dan en la
Sala Trater y oigo
músicas que en Quinnipak no existen: Mozart, Beethoven,
Chopin. Son normales y,
sin embargo, son hermosas. Tengo algunos amigos con
los que juego a las cartas,
hablo de política fumándome un puro y los
domingos salgo al campo. Amo a mi
mujer, que es una mujer inteligente y
bella. Me gusta llegar a casa y
encontrarla allí, sea lo que sea lo que haya
sucedido en el mundo ese día. Me
gusta dormir a su lado y me gusta
despertarme junto a ella. Tengo un hijo y lo
amo, aunque todo haga suponer
que de mayor será agente de seguros. Espero que
sea un buen agente y que sea
un hombre justo. Por la noche me acuesto y me quedo
dormido. Y tú me has
enseñado que eso quiere decir que estoy en paz conmigo
mismo. No hay nada
más. Ésta es mi vida. Sé que no te gusta, pero no quiero que
me lo escribas.
Porque quiero seguir acostándome, por las noches, y quedándome
dormido.
Cada uno tiene el mundo que se
merece. Yo tal vez haya comprendido que el mío es este de aquí. Lo que tiene
de
extraño es que es normal. Nunca se ha visto nada parecido en Quinnipak.
En
Quinnipak se tiene en los ojos el infinito. Aquí, las pocas veces que
miras a lo
lejos, miras a los ojos de tu hijo. Y es distinto.
No sé cómo hacértelo comprender, pero
aquí vivimos resguardados. Y no es algo despreciable. Es hermoso. Y, además,
¿quién ha dicho que hay que vivir necesariamente a la intemperie, siempre
asomados al cornisón de las cosas, buscando lo imposible, escudriñando todas
las
escapatorias para evadirse de la realidad? ¿Es que de verdad es
necesario ser
excepcionales?
Yo no lo sé. Pero me aferro a esta
vida mí y no me avergÜenzo de nada: ni siquiera de mis botines. Hay una
dignidad
inmensa, en la gente, cuando sobrelleva sus propios miedos, sin
trampas, como
medallas de su propia mediocridad. Y yo soy uno de ellos.
Mirábamos siempre al infinito, en
Quinnipak, los dos juntos. Pero aquí no hay infinito. Así que miramos las
cosas,
y con eso nos basta. De vez en cuando, en los momentos menos
pensados, somos
felices.
Me acostaré esta noche y no me
quedaré dormido. Será culpa tuya, viejo, maldito Pekisch.
Te abrazo, Dios sabe cuánto te
abrazo.

Esta ha sido mi lectua de Tierra de cristal. En este cuando, de mi vez en cuando, mientras lo he leido, en los pasajes y en las frases menos pensadas, he sido feliz.



I.M.G.



10 comentarios:

  1. Isa, qué interesante, con fotos y todo.
    Con tu comentario, dan ganas de leerla. No sé de dónde sacar tiempo ahora. La carta me encantó.

    b7s
    L;)

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  2. Gracias Loli, jeje.

    Te la paso, ok? para cuando tengas tiempo.

    Es interesante cómo escribe este hombre. De no leer nada suyo, he leido Seda y Tierras de cristal de golpe. El próximo será Océano, Mar, tal y como me recomendó Pedro.

    También he terminado Expiación de Ian McEwan. Mañana o el lunes ya, hablaré de él.

    Ahora he empezado los siguientes, (ya sabes que nunca leo un sólo libro, si no varios a la vez):

    1. Agnes Grey de Anne Brontë.
    2. Momentos de vida de Virginia Woolf.
    3. Frankenstein o el nuevo Prometeo de M. Shelley.
    4. Sigo con La práctica del relato de Zapata y me llevo para el finde en Cádiz El gozo de escribir de Natalie Goldberg, que ya lo leí el año pasado, pero que es interesante releerlo cada dos o tres meses para soltar la imaginación al escribir, como ya hicimos el jueves en la reunión. Estuvo genial el ejercicio, eh.

    Besitos y gracias por pasearte por aquí conmigo.

    Isa

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  3. Interesante reseña, querida, si bien SEDA ya me encantó en su momento ( y eso que lo leí a una edad bastante temprana) pude apreciar la sensibilidad de este gran autor.

    Por cierto, ya me dirás qué te va pareciendo AGNES GREY, de Anne Bronte y MOMENTOS DE VIDA, de la señora Wolf. Son dos libros que me interesaría leer.

    Saludos y encantada de pasearme por estos lares, donde la hierba verde y húmeda y el olor a lavanda lo invaden todo.

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  4. Buenos días, Akasha, te cuento que Tierras de Cristal es más complejo en su estructura en la historia que cuenta, que SEDA. No es un libro fácil aunque parezca sencillo. Creo que es de esos que o te encantan o lo dejas a la primera porque no puedes con él. A mí me ha encantado, con la salvedad de alguna descripción demasiado extensa, o algún pasaje algo aburrido, pero en su totalidad pienso que es un buen libro, profundo y de personajes sobre todo, más que de trama.
    Si lo lees espero tus impresiones, que siempre viene bien comentarlas y ver los distintos tipos de vista de los lectores.
    En cuanto a Agnes Grey, pues de momento me gusta la forma de escribir de Anne. Es la única hermana Brontë que se me había resistido. El narrador es una narradora protagonista, la propia Agnes Grey, que decide ayudar a su familia económicamente entrando a trabarjar en una casa de ricos, como institutriz. Los niños son demonios. Ella nunca pensó que sería tan difícil desarrollar esta tarea de labores de enseñanza con unos niños malcriados.
    Si comparo la forma de escribir de Anne con las de sus hermanas, Charlotte y Emily, de momento, la encuentro diferente. Soy gran admiradora de Jane Eyre y Cumbres Borrascosas.

    En cuanto a Virginia Woolf, pues por ahora me está gustando muchísimo el libro que reseño. Es un diario, completado con cartas. Es bastante interesante, no sólo para conocerla a ella y a quienes la rodearon, si no para conocer cómo empezó a escribir, por qué lo hacía, qué pensaba del grupo Bloomsbury o de sus propias obras. Cuando estuve en Londres el año pasado, estuve en el parque por el que solía pasear y en el que se inspiró para escribir algunas anotaciones para sus libros. También estuve en el edificio donde se reunía con el grupo literario Bloomsbury. Algún día hablaré de esto en una entrada principal.


    Un besote y cuando finalice los libros te contaré más detalladamente. Hasta pronto.

    Isa

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  5. Ayer terminé de leer esta novela, y todavía ando pensando sobre ella... ¿Cómo interpretas la sección 4 del Capítulo Seis? ¿Es Jun esa mujer viejísima que lee un libro que termina con la palabra "América"? ¿Es una Jun "real" la escritora de "Tierras de cristal"? ¿Es el capítulo Siete la cruda realidad de la que destila la fantasía de Quinnipak? (¿Por qué marcha Jun con un libro que dice que no ha escrito ella?). Un saludo.

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  6. Hola Tomás, qué interesantes tus preguntas. Ya hace año y pico que me leí este libro fascinante, y en medio he leído una cantidad desorbitada de ellos, por lo que me cuesta poder responder a tus preguntas que son tan precisas. Sin duda, le debo a este libro una relectura y a ti unas respuestas. Por los dos, volveré a leérmelo y cuando lo haga, volveré a charlar contigo sobre ello.

    Muchísimas gracias por devolverme las ganas de leer Tierras de Cristal, no tenía pensado hacerlo tan pronto, me encantan las sorpresas.

    Un beso

    Isa

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  7. Yo me quede pensando cuando termino la novela, que termina con la palabra America
    COmo mencionan por alli, la sección 4 del Capítulo Seis creo que efectivamente es Jun esa mujer viejísima que lee un libro que tambien termina termina con la palabra "América". Imagino entonces que el capitulo 7 es el libro que leia Jun y que es el libro que conservó siempre y que llevaba apretado en los brazos cuando conocio a Rail
    saludos
    Luis

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  8. Hola Luis, muchas gracias por dejar tu comentario. La verdad es que yo también me quedé con la duda de si el libro era el mismo. Desde luego tendría que serlo, ¿no? Este libro evoca muchas imágenes, esa de Jun con el libro apretado en los brazos es una de ellas que me gusta imaginar de cuando en cuando.

    Saludos

    Isa

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  9. Queridos. Jun no es la mujer vieja y ciega. Jun es la que le está leyendo a la mujer ciega. Esto dicho, mi interpretación es que este pasaje así como toda la historia de Quinnipak bien podría ser un mundo surgido de la fantasía de la mujer pobre y oprimida del último capítulo (creo que la clave para entender esto es Marius Jobbard). Saludos!!

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  10. Perdón, Isabel, quise volver a publicar el comentario con mí nombre y se me copió igual, sin nombre. Abrazo. Pablo

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