martes, 25 de enero de 2011

¿Confías en mí?

¿Confías en mí?
¿Cuántas veces hemos hecho o nos han hecho esa pregunta? Tal vez tantas veces como hemos dicho:

Confía en mí.
(Trust me).

Tanto en nuestra vida cotidiana como en el cine, siempre que existe una relación de cualquier tipo: paterno-filial, de amistad, de amor, de compañerismo, etc, etc... en algún momento surge esta pregunta o esta solicitud.

Como cada mañana, antes de empezar mi jornada laboral, entro en mi correo y le echo un vistazo a la revista Culturama, en la que trabaja un amigo mío como fotógrafo. (Es un gran fotógrafo). Esta mañana, me encontré con un artículo de Ignacio González Barbero que se titulaba: Sobre la confianza. Me interesó bastante. Tanto, que apenas un par de horas más tarde estoy hablando de ello en mi blog.
Siempre me ha interesado este tema, esta palabra equilibrista. Equilibrista porque siempre la imagino caminando por una cuerda de anchura ridícula, que cruza de un edificio a otro. Los edificios son altos, rascacielos, si la persona que representa uno de los edificios me importa lo suficiente, el otro soy yo. La confianza se balancea mientras camina sobre la cuerda. Cuando se cae, sé que no hay remedio. Se estrella contra el suelo. En alguna ocasión me ha sorprendido levantándose y caminando como si nada, volviendo a subir a la cuerda y a hacer malabares enseguida, como le gusta, pero para que eso suceda el vínculo ha de ser tan fuerte y tan estrecho que la confianza se vuelve íntima e inmortal. Pero ¿cuántas veces o con cuántas personas sucede eso? Cada uno tendrá su lista. Yo tengo la mía. Es cierto que a veces se salva cuando cae, pero generalmente vuelve herida o en un estado lamentable. Hay que saber y querer curarla. Es un trabajo de dos.

Pero basta de divagar y de construir metáforas manidas. Quiero hablar del artículo de esta mañana en el que leí que la existencia individual está determinada por las relaciones que establecemos con otros seres humanos y que a partir de estas construimos nuestro edificio vital. (Vaya con los edificios...). Y que estos vínculos tienen como base principal la confianza, en mayor o menor grado.

La confianza, según el artículo de Ignacio, es un acto de fe en el otro. Implica apoyo y respeto mutuo, lo cual significa un compromiso. Es algo así como jurar no dañar al otro. La seguridad propia se sostiene en la ajena, en el lazo mismo con el otro. Cuando establecemos relaciones íntimas, con nuestros seres más queridos, surge el amor, que genera un apego necesario para la continuidad del vínculo.

Cuando uno de los dos miembros quiebra esa delgada fina divisoria entre la confianza y la desconfianza, las consecuencias se vuelven extremadamente dolorosas. Al deshacerse los nudos que ataban el uno al otro, el amar mismo se resiente en ambos. No importa si lo que causó la desconfianza fue un acto voluntario o forzado. La traición es ya un hecho dado, sin importar su casusa. El sujeto traicionado pierde la fe en el otro y decae su capacidad de creer en general.

Interesante.
Realmente es una descripción acertada. ¿Cuántas veces hemos dejado de creer en las personas, en todo lo que nos rodea, en el mundo o el Universo sólo porque alguien a quien queríamos más que a nada, increíblemente, nos ha traicionado o ha traicionado nuestra confianza? Nos volvemos desconfiados sólo porque alguien nos dañó. Es ridículo. Pero pasa. Claro que pasa. A ti te ha pasado y a mí también. Luego, el tiempo lo pone todo en su sitio, y poco a poco volvemos a confiar. Aunque sepamos que un día u otro, alguien nuevamente nos fallará o seremos nosotros los que fallemos. La confianza es algo innato, puestos a pensar. Cuesta darla, pedirla, recibirla, mantenerla... pero no cuesta nada perderla. Años de construcción y como en un terremoto, en cuestión de segundos, de milésimas tal vez, todo se cae, se hace añicos. Desaparece.

El artículo, prosigue diciendo que la confianza es consecuencia directa de lo que uno realiza y por tanto, aparentemente, la tenue frontera entre aquella y la desconfianza puede volver a recorrerse a la inversa.
Esto me interesa aún más.
Se puede volver a confiar en alguien que rompió nuestra confianza. ¿Se puede? Se puede. Es lo que decía al principio, se cae de la cuerda entre los dos edificios, se estrella, se levanta y vuelve a subir a la cuerda y esta vez la pasa, pero el esfuerzo ha sido mayor, magullada y herida, ha tenido que subir por las escaleras, (el ascensor no funcionaba), hasta el tejado de ese gran rascacielos, que por si no lo he dicho, en este caso supongamos que el edificio es un altísimo rascacielos, y se ha enfrentado al viento de la azotea y al abismo de mirar hacia abajo y ha vuelto a subir a la cuerda para demostrarnos, que lo de antes, fuera cuando fuese ese antes, sólo fue un traspiés, (tal vez involuntario, como decía, o tal vez forzado), y que con esta nueva confianza volverá a cruzar una y otra vez esa cuerda y no volverá a caer.




Para dar este paso es necesario el perdón del otro, que depende del mayor o menor olvido de los actos cometidos. Así pues, el papel de la memoria es fundamental y a partir de ella el otro se erige como el ser humano en el que confío y sigo confiando.
A mi parecer, no sólo la memoria juega un papel definitivo, lo juega lo que la otra persona signifique para ti y obviamente el hecho del que se trate. Perder la confianza de alguien que apenas te importa, no duele mucho y se puede olvidar pronto. Perder la confianza de alguien a quien quieres, duele tanto que asfixia. Si duele tanto es porque se ha querido en igual medida, de manera absoluta.

Recuperar la confianza se trata de volver a construir, de volver a creer. De volver a dar una nueva oportunidad. De trabajar ambos. Uno volviendo a generar confianza, con sus actos, y el otro cediendo y dando tiempo, si cree que merece la pena salvar la situación o la relación sea del tipo que sea.

Debemos tener en cuenta, en el mundo de consideración que hemos creado, a aquellos que están incluidos en él, ya que cualquier acción que no observe la lealtad y el amor, vulnera la posibilidad y la continuidad del nexo personal de confianza.
Todos somos humanos y todos nos equivocamos, de acuerdo, pero cuidado, a veces, perder la confianza de alguien es irreversible.


¿Confías en mí?



I.M.G.





























10 comentarios:

  1. Había puesto el comentario y no me lo tomó.
    Aquí va de nuevo.

    El confiar en otro es algo muy difícil, implica bajar nuestras barreras y dejar entrar al otro.
    Confieso no haberlo logrado nunca en forma plena. Siempre me queda una pizca de desconfianza.
    Saludos.

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  2. Claro, claro que confío en ti... y si hubiese leído antes tus estupendas reflexiones, quizás y sólo quizás, hoy en el jardín mis reflexiones no habrían sido tan crudas, quizás habría confiado más en los varones de nuestra especie... pero es que no son para mí, nada creíbles sus palabras... cada vez sobre cualquier tema... ya estoy de vuelta y he perdido la confianza... en salvar la naturaleza y en muchas otras cosas más...Bss. de desconfiada, pero no de ti... que conste!!

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  3. Buena reflexión. Yo en particular tiendo a confiar, así me va a veces, pero me niego a dejar de hacerlo. Con lo que estoy totalmente de acuerdo es con lo difícil que es volver a reconstruir esa confianza una vez se ha roto, en alguna ocasión es irreversible.
    En fin, es un tema que da para mucho.

    Un beso de confianza

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  4. Hola Luciana, me alegra que pudieras comentar finalmente. Encantada de verte por aquí, ya sabes que siempre me alegro. Tienes razón en eso de que es difícil bajar nuestras barreras y dejar entrar a alguien, porque nos vuelve vulnerables, pero cuando se confía y se da, se recibe tanto a cambio... las sensaciones son fantásticas. ESo sí, a veces nos hieren. Ahí está el riesgo. Yo creo que estando las cosas como están y la forma de rodar que tiene el mundo en estos días, no hay que bajar las defensas y hay que ser un pelín desconfiados.

    Besitos, Luciana y hasta pronto. Gracias por compartir tu opinión.

    MariCari, mi jardinera favorita, confiar en los varones de nuestra especie es complicado, yo aún no lo he conseguido y la vez que he intentado hacerlo, me he dado un coscorrón tremendo. No hay que generalizar, cierto es, pero cuando hablamos de ellos, es difícil no hacerlo ;-)

    Gracias por tu confianza en mí, está bien segura, dentro de la casa de ladrillo rojo de Chawton Street, ahí ten por seguro que no se perderá. La vigilaremos de cerca las dos y plantaremos tulipanes a sus pies. Besitos confiados para ti.

    Elysa, yo solía tender a confiar, es más, en realidad sigo haciéndolo, pero tal vez en menor medida que antes, tal vez los años y las experiencias te plantan la mosca en la oreja y el zumbido alrededor de la cabeza. Lo que sí es cierto es que reconstruir lo derruido es complicado y nunca queda lo mismo. En ocasiones, y dolorosas casi siempre, es irreversible. Así es.

    Yo también opino que es un tema que da para mucho. Algún día lo abordaremos tomando un té, si te parece. Me encanta el té.

    Besos para ti también y gracias por tu amena visita.


    Hasta pronto, amigas.

    Isa

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  5. Ay, la confianza...yo creo que es imprescindible para vivir. Me resulta muy interesante el análisis que has hecho, y se me ocurren otras vertientes del asunto, a saber:
    .- la confianza en uno mismo (¡cuánto puede cualquiera defraudarse a sí mismo!)
    .- la confianza no simétrica (confiarle al otro tus miedos,tus debilidades, tus secretos y poder recibir de ese otro no los suyos propios, sino el respeto, la comprensión,la "confidencialidad"), Hay ocasiones en que no es posible recorrer el mismo camino desde los dos extremos de la cuerda.

    Ah, me encantan las ilustraciones de tu entrada de hoy.Confía en míiiiiiiii....

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  6. Inma, en ti confío ciegamente, confía en mí, jeje.

    Cierto es, andaba yo pensando en eso hoy a mediodía, en el coche, cuando en una canción sonó la palabra confianza y me acordé de mi entrada en el blog y de repente de la confianza en uno mismo. Como decía Elysa y yo estaba de acuerdo con ella, este tema da para mucho.

    Me interesa lo de la confianza no simétrica, nunca se me había ocurrido denominarla así, tal vez porque a mí me gustan las cosas simétricas, lo reconozco. Soy de simetrías y de triángulos equiláteros, que no tiene nada que ver, o sólo un poco, pero me he acordado. Ambos están en mi lista de cosas que me gustan. Vale, en realidad no hago listas, pero si las hiciera, estarían. Fijo.

    Gracias por tus comentarios, son, como siempre, muyyyy interesantes ;-) Me encanta oírte hablar, y me encanta leerte. ¿Cómo no voy a confiar en ti?

    Un besito y nos vemos mañana, me `pongo a trabajar mis relatos para que no me regañeis, aunque nunca lo haceis. Soy muy disciplinada, jjejeje.

    ISa

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  7. Uy, creo que esa pregunta la he hecho y me la han hecho incontables veces. Yo, desgraciadamente, soy de las personas que cuando se caen de la cuerda ya no se vuelven a levantar. Cuando pierdo la confianza la pierdo para siempre, aunque eso sí, para que eso ocurra tienen que hacerme algo muy gordo.

    Buena disertación sobre esa palabra que nos trae de cabeza, querida.

    Un beso.

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  8. Querida Elanor, qué alegría me da verte, eres de esas personas a las que se tiene cariño y confianza porque sí. Y uso bien el término confianza en este caso, te lo aseguro.

    La verdad es que es bien complicado volver a confiar en alguien que ha traicionado nuestra confianza. Si se trata de algo muy gordo es complicado por no decir imposible el recuperarla. Aunque nunca se sabe, cada caso es un mundo y cada relación es distinta, y no me refiero sólo a la relación de pareja, pues soy de las que no creo que perdonara una infidelidad, que no es esta la palabra sobre la que estamos hablando, no quiero liarlas ni confundir, aunque confianza también tiene que ver con fidelidad y lealtad en alguno de sus ámbitos, ya que la confianza se puede subdividir en varios tipos, no? Ups, me estoy enrollando... sorry.

    Un beso y encantada de caminar contigo por estos parajes.


    Isa

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  9. Isa, leí el artículo y me encantó. Estoy de acuerdo con Elysa y con Inma, da para mucho y hay muchas clases de confianza. Pero qué pena cuando se rompe, el daño que puede causar y lo complicado que es recomponerla.

    Un abrazo
    L;)

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  10. Loli... lo complicado que es recomponerla... pero ¿y lo bonito que es tenerla y mantenerla? Me he dado cuenta de que todos nos vamos hacia la parte del final, cuando la confianza termina o se interrumpe o se marchita. Tal vez porque duele y mientras algo no nos duele, quizá ni nos fijamos. A veces la confianza con los demás es algo que vivimos como normal y no pensamos que pueda romperse, mientras la vivimos apenas nos damos cuenta de lo importante que es mantenerla viva, ¿será eso? qué sé yo... como bien hemos apuntado da para mucho y efectivamente hay muchas clases de confianza.

    Besitos

    Isa

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