jueves, 16 de junio de 2011

Cruz de Navajas - (Versión extendida V)

Mario entró a oscuras al dormitorio, se quitó la camiseta, se acercó a la cama y le acarició el hombro desnudo a María.


—¿Estás despierta?


María se dio la vuelta y trató de seguir soñando. En su sueño, Diego la llevaba en moto a recorrer el mundo y ella…


—¡María! ¿Estás despierta? ¿María? -insistió Mario acariciándole el pelo que caía sobre la almohada- Hoy no he tenido que hacer caja y el encargado me ha dicho vete a ver a tu mujercita, Postigo. ¿María? Despierta, amor. ¿Desayunamos juntos? ¿Has hecho magdalenas?


María se volvió hacia él y apartó la cara cuando Mario fue a besarla en los labios. Después de haber probado los de Antonio no quería probar los suyos de nuevo. Ya no. Mario la besó en la mejilla y le pellizcó la nariz. Le divertía despertar a su mujer, por eso no podía dejar de sonreír mientras ella se desperezaba.


—¿Sabes qué hora es, Mario?

—Muy temprano -respondió divertido.

--Podría haber dormido media hora más por lo menos.
—Te gusta desayunar conmigo, ¿no? Además, ya sabes qué día es hoy, ¿no?
—No, ¿qué día es hoy? -preguntó incorporándose.


Mario torció el gesto y se frotó la cara con las manos antes de contestar.


—No esperaba que te olvidaras, sería la primera vez, María. Hoy cumplo TREINTA años. TREINTA AÑOS, María, ¿te das cuenta? Llevo la mitad de mi vida contigo. ¿No es bonito?


María asintió, le acarició la barbilla y le dijo: Felicidades.


Se puso una bata para ocultar su desnudez y salió del dormitorio dejándolo sentado en la cama. Abrió la puerta del mueble bar y sacó el paquete que Diego le había devuelto hacía unas horas. Regresó al dormitorio con él.


—Tu regalo —dijo soltándolo sobre la cama.
—¿Qué es? —preguntó Mario emocionado, moviendo la caja, tratando de averiguar lo que había en su interior.

—Mario, no seas bobo, ¿qué puede ser? Sólo hay una cosa que te vuelve loco en esta vida.
—Tú, cari —dijo mirándola a los ojos y robándole un beso en los labios.


María se retiró y dijo: Ábrelo

Mario rasgó el papel y abrió la caja aterciopelada. Dentro sólo encontró un certificado de autenticidad y otro de garantía.


—¿Qué es esto?


María sintió una punzada en el pecho y se llevó las manos a la boca.


—¿Qué ha podido pasar? No, no, no... -balbuceó- no comprobé el paquete cuando llegó… Han debido enviarlo vacío. Un error. Ha debido ser eso, un error, no hay otra explicación. No... Era la navaja que tú querías la SPYDER no sé qué. No entiendo qué ha podido...
—¿Dónde la encargaste? ¡Dios, tenía tantas ganas de tener esa navaja.!Es preciosa, ¿sabes? -dijo mirando la caja vacía- Es muy moderna, distinta a todas las que tengo. Pensaba llevarla siempre conmigo, hay mucho granuja suelto a la hora que cierra el 33. Cualquier madrugada me llevo un susto.
—No te preocupes, cariño, tendrás tu navaja. Yo me encargo, ¿sí? -dijo besándolo ella esta vez.


Pensó en colgar a Diego de un árbol, en arrancarle uno a uno esos dientes tan blancos y tan perfectos, en borrarle su encantadora sonrisa de príncipe de cuentos con una buena bofeta. Se le ocurrían muchas más cosas. Alguna la pondría en práctica en cuanto se lo encontrara. Ya ajustaría cuentas con él. ¡Menudo ladrón! Él sabía que era el regalo de Mario. ¿Cómo había podido hacerle algo así?

Diego se rió a carcajadas cuando lo llamó. Mario preparaba el desayuno en la cocina, y ella se había encerrado en el baño y hablaba en susurros.


—La quiero hoy mismo, Diego. Es su regalo de cumpleaños, ¿cómo has podido hacerme esto?
—Tenía que verte hoy y sabía que me dirías que no porque es su cumpleaños. Dime una hora y te llevaré la navaja a tu casa.


Su voz sonaba triunfal al otro lado del teléfono. María pensó que era un canalla y le sonrió al teléfono. Diegoo era un embaucador, y le encantaba. Mario fue así alguna vez.


—De acuerdo. Mario sale a las ocho para el 33 y no vuelve hasta por la mañana.
—¿Me estás invitando a pasar la noche en tu casa? -bromeó.
—Sondalezas número 6, 3ºA. El portal está junto a un callejón sin salida. Puedes dejar ahí la moto. Ven a las nueve.


Mario la llamó desde la cocina. Había preparado el desayuno, aunque casi no se tenía en pie. No había magdalenas, así que preparó unas tostadas.

—Cariño, he estado haciendo cuentas y no tendré que echar tantas horas en el 33 a partir de enero. Me han hecho un cálculo sobre cómo va a quedarnos la hipoteca tras la revisión y nos rebajarán casi un veinte por ciento. Podría buscarme incluso otro trabajo, con un horario más normal y dejar el 33. Sé que no te gusta que trabaje por las noches.


—Era algo temporal, Mario, y se ha convertido en algo crónico, como una enfermedad. Y nos está matando —añadió mirando al suelo, sin probar bocado de la tostada.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que no estamos bien, Mario.
—Tonterías, lo que pasa es que tenemos incompatibilidad de horarios, pero eso pronto pasará a la historia, ya verás, cuando deje el 33, viviremos una segunda luna de miel y vendrán los niños, ¿tú no querías tener niños? Con treinta años creo que ya es hora de ser papá.


María asintió bebiendo un sorbo de café. ¿De qué color le gustaría la ropa interior a Diego?


—Voy a pedir un deseo —dijo Mario encendiendo su mechero—es mi cumpleaños, y tengo derecho a pedir al menos un deseo.

--Trae mala suerte pedirle los deseos a un mechero. Buscaré una vela en la despensa, debe haber alguna del año pasado.

--No digas tonterías -dijo manteniendo el mechero encendido- Ya lo he pensado. En realidad venía pensándolo todo el camino. Y cuando llegué al ascensor, me dije, Mario, pide ese deseo y se cumplirá. Ya verás, María, hoy comenzará una nueva vida para nosotros. A partir de hoy, va a cambiar todo. Ten fe. El Euribor es el que manda, y yo creo que va a soplar el viento a nuestro favor. Todo vendrá rodado.



Mario inspiró, cerró los ojos y sopló la vela. María observó cómo se apagaba.






Continuará...












I.M.G.








Nota: 5ª entrega del relato escrito por Isabel Merino basado en la canción Cruz de Navajas de Mecano, escrita por José María Cano para el álbum Entre el cielo y el suelo de 1986.




11 comentarios:

  1. Qué maravillosamente está escrito, Isa, con palabras ligeras, sencillas... manteniendo un ritmo casi cotidiano sin conocer sus vidas, normalizando un desamor hogareño y haciendo que desee la clandestinidad del amor.

    Ah!! qué sentiría la pobre ante la falta de la navaja... umhhhh!!! no hay mal que por bien no venga, je, je... Bss... amiga, muuuuchooooosss.

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  2. Gracias MariCari, lo escribí hace casi dos años y aún le encuentro bastantes faltillas. Soy muy autocrítica, ya lo sabes, pero me encanta que te guste.
    La semana que viene, cuando los 38 se hayan apoderado de mí, escribiré el final. Me da una pena Mario... pobreeeee.

    Besitos

    Isa

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  3. ¿Qué va a pasar con Mario? Cuenta, cuenta... será capaz de cambiar algo...

    Besos

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  4. Ayyy..., lo pillo empezado, pero me ha encantado...qué intriga...

    Me gusta, espero la continuación.

    Un abrazo!!

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  5. Hola Elysa, te ha tocado a ti mi primera entrada al blog con los 38 recién cumplidos, hace una hora escasa, ayyyy, cómo empiezan a correr los años, qué "joíos".
    Siento decirte que no habrá sorpresas, que la historia es fiel a la canción en cuanto a la trama completa... por lo que Mario tendrá que aprovechar ese día de cumpleaños... porque después... cambiará todo... y mucho, como ya sabemos...

    Un besazo y gracias por tu entusiasmo siempre

    Isa, un año mayor

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  6. Buenas noches Laura, muchas gracias por gustarte mi peculiar extensión de la canción de mecano. Si quieres leer los capítulos anteriores, están colgados en el blog, creo que te dará tiempo a leer la historia entera antes de que cuelgue el final. En cuanto a lo que pasará, no hay misterio... sólo hay que oir la canción Cruz de navajas de mecano... pero trataré de que esté a la altura, al menos, aunque con mecano es imposible, ellos son GIGANTES EN TODO.

    Besitos

    Isa

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  7. Espero que no termine tan mal como en la canción....muy bien escrito y con buen ritmo...espero el final, !en ascuas me tienes¡

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  8. Gracias La Abela, pero como vengo diciendo, la historia es fiel a la canción, y hay una cruz de navajas, que aparecerá en el desanlace: Sobre Mario de bruces tres cruces... qué drama...

    Un beso

    Isa

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  9. La continuación , prontooooooooooo, porfa.

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  10. Isa: esta historia se alarga y pasa lo que pasa, que el publico te pide que termine bien para el buenazo de Mario, y tu que nones, que ya está escrita, que quieres ser fiel a la canción. Te propongo dos finales, el de la canción y el de tu público.
    Por cierto, en esta quinta entrega quien es ese Antonio del beso inicial...
    Y por lo de los 38 no te preocupes, solo dura un año.

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  11. Tracy, la continuación se demora, que salgo de viaje estos días, si me da tiempo, la transcribo antes de irme. Si no... la semana que viene: prometido. Gracias por tu entusiasmo.

    Ximens, pillaste el gazapo, en la historia que escribí hace dos años, el personaje de Diego se llamaba Antonio, cuando lo empecé a transcribir en el blog, le cambié el nombre. Sin duda se me escapó inconscientemente. No suelo cambiarles los nombres a los personajes, no sé por qué lo hice en esta ocasión...

    Está genial tu proposición, pero el propósito cuando escribí este relato era conocer a María y a Mario y el por qué ella decide dejarlo morir y mentir a la prensa. Quería conocerlos mejor, saber qué pasó entre ellos. Por eso lo escribí. Cuando lo terminé seguí sin comprender a María, pero hay tanta gente que hace cosas que no comprendo... supongo que si ella existiera y la historia fuera de verdad, obviamente no la comprendería. El final será el que tiene que ser, aunque todos, incluida yo misma, quisiéramos otro.

    Besos y gracias por seguir mi historia

    Isa

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