domingo, 23 de octubre de 2011

Viaje a Italia (Agosto 2011) 6ª y última Parte : La Toscana

A escasos días de marcharme a Edimburgo, quiero dejar unas impresiones sobre la Toscana, de mi último viaje a Italia de este verano. Debería dedicarle al menos 3 entradas a esta parte, una para Siena, otra para mi viaje en coche por la Toscana y los pueblos y villas que visité, y otra a Florencia y Pisa, sin embargo, lejos de lo que acostumbro a hacer, voy a dar breves pinceladas de lo que supuso para mí esta parte mi viaje. La Toscana no se puede contar, hay que vivirla, sin duda.

1. SIENA. 

Plaza Salimbeni
Llegamos a Siena de noche. Así que la primera impresión que tuve de la ciudad fue nocturna. Creo que a día de hoy no me ha impactado tanto una ciudad nada más pisarla. Entrar en Siena fue como retroceder en el tiempo y entrar directamente en la época medieval. Recuerdo que frente a esta plaza, oyendo a dos músicos tocar el acordeón, las lágrimas luchaban por no salir, mi boca exclamaba un oh y sólo podía pensar que en esos momentos no podía haber un lugar más hermoso que aquel y que yo estaba allí mismo, pisándolo, viviéndolo. Me sentí afortunada. Siena es un sueño. Un sueño medieval. 
Catedral de Siena
El centro de Siena es básicamente peatonal, y en las fechas en las que estuve, en agosto, todo estaba listo para El Palio, (fiesta folklórica, espectacular y en la que destaca la audacia de los jockeys. Para los sieneses es símbolo de la libertad, la potencia y la grandeza republicana de Siena),  en la Piazza  de Il Campo y barrios de alrededor. Yo me declaro afín a "la hermandad de la Oca". Lo más recomendable es perderse por sus laberínticas calles, sin tirar de plano. Siena es una de las ciudades más seguras del mundo, así que perderse en ella resulta incluso acogedor. Yo pasé tres días en Siena, alojada en Villa Liberty, un hotel con encanto, en una habitación abuhardillada, con pocos inquilinos y mucho silencio, con unas vistas espectaculares al centro y un personal encantador. Tuve la suerte de pillar una especie de Noche en blanco en la ciudad, por lo que pude visitar algunos edificios emblemáticos, con visita guiada en italiano, y copa de vino Chianti, por la noche, después de cenar en cualquiera de los magníficos restaurantes que rodean la Piazza del Campo, y saborear un exquisito helado de tres bolas: frutas del bosque, chocolate negro, piña colada. Sin duda, la perla de Siena es su catedral blanca. Mi primo Manue ya me habló de ella hacía años, de su majestuosidad, de su grandeza, de cómo te golpea en el pecho y te deja sin palabras. Si espectacular es por fuera, sólo hay que entrar dentro para seguir disfrutando de esta maravilla construida hace más de 7 siglos. El pavimento de la catedral se subdivide en 56 recuadros con escenas sagradas, pintadas por 40 artistas que trabajaron en ellas durante casi 200 años. Los recuadros más importantes sólo se exponen al público del 15 de agosto al 15 de septiembre de cada año. Merece la pena visitarla en estas fechas, a pesar de la afluencia masiva de turistas. 
Vista de la Piazza del Campo
La Piazza del Campo es la plaza grande de Siena, y se halla en el lugar donde se unen las tres colinas sobre las que se extiende la ciudad, que ahí forman una planicie. Posee el mismo aspecto que se le confirió en los siglos XII y XIII. Está rodeada de antiguos palacios. 
Tuve la suerte no sólo de perderme por las calles laberínticas medievales de esta hermosa ciudad, sino de poder visitar sus lugares más emblemáticos y los más turísticos, (Palacios, centro cívico y palacio público,  La torre del Mangia, la iglesia de San Fco, la de Santo Domingo  y la Casa de Santa Catalina, el palacio Chigi-Saracini, etc), así como su gastronomía. 

2. TOSCANA: 

Campo de girasoles (Toscana)
Recorrer la Toscana en coche era otro de mis sueños viajeros desde que el cine lo implantó en mi subconsciente. Las películas Clásicas o las más recientes y de corte romántico: Only you, Cartas a Julieta o Bajo el Sol de la Toscana, entre otras, han tenido mucho que ver con ello. Lo ideal, pensamos, sería recorrerla en un Fiat Seicento, a ser posible rojo y descapotable. Cuando llegamos a la agencia Hertz, nos dieron un Lancia Ypsilon de 5 puertas, en gris plata. No era lo mismo, nos conformamos, pero cuando terminamos nuestro viaje en coche por la Toscana, puedo aseguraros que no cambiaríamos este coche por ningún otro para hacerlo. Fue un gran compañero de viaje. El mejor. Salimos de Siena temprano, y hora y media más tarde, seguíamos danzando con el coche, alrededor de la misma. No es cierto ese dicho que todos los caminos llevan a Roma, debería ser todos los caminos llegan o salen de Siena. Costó trabajo encauzar el coche hacia otro lugar, aunque llevásemos mapas. Mi copiloto era excelente, pero Siena se resistía a soltarnos. Al fin nos colamos por un camino secundario, a las afueras de la autovía que lleva hasta Florencia, y comenzamos a recorrer villas rodeadas de una de mis flores favoritas: Girasoles. A lo lejos, los campos verdes, los campos de uvas, los cipreses. Como en cualquiera de estas películas, avanzábamos por los caminos, cantando a voz en grito, los cd´s que previamente habíamos grabado para la ocasión. El sol de agosto hacía el resto para que el viaje fuera una secuencia de postales maravillosas y únicas. Destacaré los principales pueblos, aparte de las villas y alguna que otra bodega, que visitamos por el camino: 

2.1. San Gimignano: (La Manhattan de La Toscana)

San Gimignano
Esta pequeña ciudad situada a 30kms de Siena, es una de las más características de la Toscana, por su severo aspecto medieval, acentuado por las numerosas y altas torres y por su cerco de murallas intacto. Fue importante sobre todo en los siglos XII y XIII. Su producto típico es la Vernaccia, el mejor vino blanco tuscanés. A San Gimignano, totalmente peatonal, se debe acceder por la puerta de San Juan, recorrer la vía homónima y subir hasta el centro del pueblo. Pasado el arco de los Becci, se sale a la amplia y triangular plaza de la Cisterna, rodeada, entre otros por el Palacio Tortoli y las dos Torres de los Ardinghelli. Hay que llegar a la plaza de la Catedral, y admirar las altas torres que la flanquean. A San Gimignano hay que llegar temprano porque aparcar es una odisea. Existen 3 parkings y si eres de los últimos en llegar, te desvían al más lejano. Al centro no se puede entrar con el coche. San Gimignano es un lugar increíble. Soy de la opinión de que quien no visita San Gimignano cuando viene a la Toscana, no ha visto La Toscana de verdad. En él se encuentra además la heladería con más premios de Italia, en la misma plaza de la Cisterna. Es un lugar al que volvería sin duda. En el que pasaría tal vez todo un verano. En el que sé, se podría escribir lo que uno deseara. San Gimignano es el escenario de un cuento de hadas de los de antes. 

2.2 Poggibonsi y Catellina in Chianti

Castellina in Chianti
Etiqueta Gallo Neri de Chianti Classico
Recorrimos el camino a la inversa y volvimos a la Autovía, para proseguir nuestro camino hacia la parte de la Toscana en las que se encuentran los mejores viñedos de Italia, que crecen en las suaves colinas y valles de Chianti. Dejamos atrás Poggibonsi, una villa grande pero sin brillo, y los robledales dieron paso a amplias praderas. La carretera de la campiña nos llevó hasta  abadías apartadas y castillos elevados. La conducción era pausada, dejábamos que los coches nos adelantaran por las carreteras de doble sentido, (provinciales pero bien conservadas),  que subían hacia Castellina in Chianti a través de enormes arboledas y bosques. Castellina es un pueblo alegre, profundamente implicado en la industria vitivinícola y está lleno de bares, la mayoría de ellos muestra en su puerta la Etiqueta del vino Gallo Neri de Chianti Classico, un sello de garantía, sin lugar a dudas, para los amantes del vino de esta zona de la Toscana. La iglesia neorromana de San Salvatore en la Piazza Roma, da la bienvenida al lugar. Y además del museo archeológico del Chiante Senese, se puede disfrutar de un fascinante paseo medieval cubierto, en la Via delle Volte. (El coche también hay que dejarlo a las afueras, ya que los pueblos del valle toscano, suelen ser peatonales en todo el centro). 

2.3. Monteriggioni.

Toscana
Monteriggioni
Nuestro camino por la Toscana pretendía pasar por varios lugares, como Panzano, Villa Vignamaggio, (donde se rodó Mucho ruido y pocas nueces de Kenneth Branagn, y donde se dice que nació y pasaba los veranos Lisa Gherardini, la Mona Lisa de Vinci), Montefioralle, Radda o San Gusmé y Villa a Sesta, que era el primer lugar al que quisimos dirigirnos y que dejamos para el final, sin llegar a pisarlo. El camino hacia cada uno de esos lugares era espectacular. No está muy transitado y se puede parar en la carretera a contemplar campos de girasoles, viñedos, etc. Al final del camino llegamos, como llevadas de la mano de un ser divino de otros tiempos, a Monteriggioni, a 15 kms de Siena. Se asienta sobre una pequeña colina natural y es una ciudad medieval completamente amurallada, construida en el siglo XIII. El lugar está conservado tal cual se construyó por primera vez, apenas alguna obra realizada en el siglo XVI. Monteriggioni se considera uno de los mejores ejemplos conservados de su clase de toda Italia. Sus murallas tienen 14 torres de ase cuadrada. La plaza principal, Piazza Roma posee una iglesia románica y coronando la plaza, un pozo. A su alrededor, bares, bodegas, y bancos de madera en el que se sientan los mayores del pueblo, a observa a los turistas, que devoran las dos calles en un paseo que no dura más de quince minutos. Luego ocupan las mesas de la plaza, beben vino, o una limonada y se alejan creyéndose contemporáneos de algún personaje de leyenda. Dicen que los visitantes que llegan de noche quedan impresionados por la manera en que la ciudad parece flotar sobre el valle. 

3. FLORENCIA
Catedral de Florencia
Ponte Vecchio
David
No es la primera vez que viajo a Florencia, de hecho, volví a hospedarme en el hotel Macchiavelli, como la primera vez que pisé esta ciudad cuyos orígenes junto al Arno, se remontan a la época etrusca. Esta segunda vez volvía a creer presa del enamoramiento frente a la catedral de la misma. ¿Quién es capaz de visitar Florencia y no enamorarse de esta maravilla? Dejo muchos amores en Florencia cuando parto de nuevo a casa, entre ellos, el Ponte Vecchio y el David de Miguel Ángel, el hombre que encarna la perfección masculina, a mi entender. El Duomo de Florencia es espectacular por fuera, si bien, por dentro, no me lo parece tanto, sobre todo después de haber conocido el interior de la catedral de Siena. Las colas para acceder a la misma suelen permanecer horas rodeando la catedral, pero merece la pena entrar, y colarse también en las catacumbas, y subir a la Torre del campanario, a pesar de subir asfixiada, a pesar de que antes de llegar a la mitad quisieras volverte, a pesar de la altura, y de esa torre de Babel en la que todos jadean al quedarse sin aliento, peldaño tras peldaño. Merece la pena. El Baptisterio. El museo catedralicio. La cúpula. Comprar la entrada combinada es lo mejor, y luego relajarse, y disfrutar de la espera contemplando esa maravillosa fachada y las puertas del Paraíso que están frente a ella. El centro de Florencia es peatonal, pero cuidado, no todo. En esta segunda visita recorrí lugares que ya conocía, con un nuevo empeño, con otra edad, con unos ojos que querían verlo todo como si fuese la primera vez o con el conocimiento de disfrutarlo una segunda. Saludé al Arno como a un viejo amigo. Florencia es una ciudad en la que siempre hay españoles, en toda época del año, no se puede decir que su turismo sea estacional. Visita obligada merecen La Academia, para disfrutar de la maravillosa "desnudez" de Miguel Ángel, en su David, el Ponte Vecchio, Santa Croce, (donde se encuentran enterrados Miguel Ángel o Galileo Galilei), San Lorenzo y las Capillas mediceas, la Plaza de la Señoría, donde encontramos aparte de la fuente de Nepturno con sus tritones, una réplica del David y del rapto de las Sabinas, unos restaurantes con encanto a buenos precios, y si se escoge una fecha como aquella en que yo la visité, otra noche en blanco donde una orquesta liderada por uno de los mejores directores de Italia, amenizaba la noche florentina. El Palacio Vecchio y la Galería de los Uffizi merecen una visita. El Palacio Pitti, los jardines de Boboli, la plaza de Miguel ángel y San Miniato al Monte y sus maravillosas vistas de la ciudad, los frescos de Fra Angelico en San Marcos. Santa María Novella, junto a la estación de tren... Tomarse un capuchino. Echar una moneda al jabalí del mercado. La Luna Llena de Agosto iluminando al Arno. Los recuerdos que van y vienen y que no se dejan atrapar. Florencia. Una ciudad única, la ciudad de Buenarrotti. 

4. Pisa.

Torre de Pisa
Tampoco es la primera vez que visito Pisa. Esta vez los recuerdos se estrellan contra mí, me agarran del brazo y caminan conmigo. No hago nada por espantarlos, me apetece vivirlos de nuevo y compartirlos con mi presente, ¿Acaso no forman parte de mí y viven aquí dentro, donde algo late constantemente y lastima o levita de alegría según le da? Llegué a la estación de trenes esta vez, pequeña, sucia, pero donde se pueden dejar las maletas. En el autobús rojo, atravesamos una ciudad ñoña, fea, hasta llegar a la plaza de los Milagros. Atraviesas la muralla y ahí está. Entiendes el por qué de su nombre. La torre de Pisa sin la Catedral, sin el Baptisterio, sin el cementerio, no sería lo que es, a pesar de su delgadez, de su altura, de su desorbitada inclinación, de los turistas haciendo figuritas a sus pies. Enfrente, una hilera de puestos de merchandisings turísticos, bares, restaurantes, puestos de hot dogs. Recuerdo todo lo que me contó la guía, en inglés, la vez anterior, hace muchos años, y cómo comparé el interior de la catedral con alguna parte de la mezquita de Córdoba. ¿Sacrilegio? No, tiene su historia, sólo hay que conocerla. Recuerdo a mis amigas, ¿cuándo no? Por un instante no sé si estoy aquí y ahora, o aquí y entonces. Me vuelvo y allí están los ojos celestes de mi amiga, me sonríe, le sonrío, disfrutamos de la catedral, aquí y ahora. Me cuesta separar un momento de otro. Oigo las voces de entonces, las risas, y sonrío y me pregunto si mi sonrisa ha tenido eco en otro lado del mundo, donde están ellas, y a su vez, han sonreído sin saber por qué. He vuelto a no subir a la torre de Pisa, con  contemplarla me es suficiente. Inmensa. Impresionante. Inclinada. Todo I, como yo. Y al fin regresamos a por las maletas y cogemos un nuevo tren, con destino, esta vez al aeropuerto. 
El aeropuerto de Pisa es pequeño, caótico, ruidoso, poco recomendable, pero sus vuelos low cost son asequibles, y finalmente, puntuales. 
Se termina la aventura italiana. Agosto prosigue en la feria de Málaga, pero no quiero feria este año, por primera vez no quiero, sólo sentarme en mi sofá y pensar en Italia. Ver las fotos y recordar. Viví un sueño. Lo que os he contado y os he mostrado en estas seis entradas es sólo una pequeña muestra, nada en comparación al todo. 
Un viaje inolvidable. 
Recuerdos de Italia

Ya estoy lista para el siguiente: la ciudad de Robert Louis Stevenson, el escritor escocés que nos regaló La isla del tesoro. Edimburgo... allá voy. 

I.M.G. 



Fotografías de Isabel Merino González (Viaje a Italia - Agosto 2011)

11 comentarios:

  1. ¡¡Madre mía qué cantidad de recuerdos te has traído!! Ahora tienes que explicarme cómo los pasas si no facturas???? eh??? Je, je... Ya viajas en clase vip!!!! je, je... Precioso viaje, y pensar que hace solo dos veranos andaba yo por el puente viejo mirando las joyas que nunca he de tener ni falta que me hacen, ja ,ja... los spaguettis ya es otra cosa, ciao!!! Bss

    ResponderEliminar
  2. ¡Jo, Isa! Esta entrada ha sido de ir con la lengua fuera, eso me ha parecido a mí, acostumbrada a tus largos post tan llenos de descripciones. Una buena y productiva entrada tanto como tu viaje por lo que he leído.

    Besitos

    ResponderEliminar
  3. Te puedo asegurar MariCari, que no facturo. Todo eso venía en mi maleta junto con toda mi ropa, que al ser de verano, abulta menos. Eso sí, estuve preocupada por si me la echaban para atrás y me hacían pagar una cantidad sustancial por tener que facturarla a última hora, pero como el vuelo era por la noche y tenían prisa por embarcarnos, no hubo problema. Lo de viajar en clase VIP lo dejaré para cuando me paguen un sueldo en condiciones algún día, jajajja.

    Besitos

    Isa

    ResponderEliminar
  4. Sí, Ely, no he podido detenerme tanto como quisiera, ni contar anécdotas o pararme en detalles, si no, me veía disfrutando del verano italiano hasta Navidad, y teniendo en medio el viaje a Edimburgo, ya no me parecía serio, así que para no alargar la cosa ni dejarlo a medias, como me suele pasar, decidí meter el turbo y contar lo que todo turista que ha estado en esos sitios conoce, pero a través de mis ojos.

    Un beso, y espero que la próxima, esté llena de detalles.

    Isa

    ResponderEliminar
  5. Pues a mí me ha gustado tu cronica acelerada, pero precisa y concreta.

    Ahora esperamos una de Edimburgo con detalles y anécdotas.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Pedro. Habrá una de Edimburgo, seguro. Si me llevo el Netbook, soy capaz de escribirla mientras la vivo :-)

    Otro abrazo grande para ti

    Isa

    ResponderEliminar
  7. Pánico me da como te tomes un año sabático. Purita envidia.

    ResponderEliminar
  8. Igual con el año sabático no necesitaba tanto escaparme de la rutina, jeje. Quién sabe. Igual me recorría el mundo. Tendré que probar :-)

    Besitos

    Isa

    ResponderEliminar
  9. Isa, viajar contigo es siempre una aventura, ya sea como compañera de viaje o a través de tus excelentes crónicas.

    Besitos
    L;)

    ResponderEliminar
  10. Gracias Loli, en unas semanas tendremos nuestro propio viaje y nuestras crónicas juntas, ¿Quién se apunta a Eñe?

    Besitos

    isa

    ResponderEliminar
  11. Me ha encantado leer tu crónica del viaje a la Toscana, yo también visite Siena y me impacto como dices tú.

    ResponderEliminar