miércoles, 16 de junio de 2010

Se mueren las cartas



El espectacular y fascinante avance
de las tecnologías está acabando casi totalmente con la exquisita costumbre de
escribir cartas; de coger sobre, pluma y papel, sentimientos e ideas y hacerlos
llegar como un trozo de vida a otra persona. Quizás con borrones ya imposibles
de corregir, con faltas de corazón y ortografía, un trozo que será macerado
largo tiempo con otros trozos de vida en sacas de correo después de un largo
viaje en trenes, barcos o aviones.

El hecho de doblar o rasgar un sobre
y de sellar una carta también desaparecerán. Pronto será extraño ver un buzón en
la calle o cruzarse con un cartero y, lo más terrible, que se nos olvidará cómo
era escribir a mano. Nuestra caligrafía personal será sustituida por la de una
máquina perfecta, sin faltas, sin pulso, sin alma.


Así empieza el libro CARTAS & caligrafías de LITORAL, (Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento).

Siempre me gustó escribir cartas, para mí y para otros, (mi abuela O. me las dictaba para mi tío A. de Toulousse). Me gustaba empezar escribiendo la fecha, tal como me habían enseñado en mi colegio. ¿Qué es una carta sin una fecha o sin una despedida? Es un velero sin velas, una sopa sin cuchara, una bicicleta sin manillar. He escrito cientos de cartas a lo largo de mi vida, casi todas a mano. He recibido también unas pocas. De eso hace mucho, mucho tiempo. Ahora recibo y envío mails. Y sólo de vez en cuando envío alguna postal. Me doy ese lujo cuando estoy de viaje. Escojo cuidadosamente el bolígrafo con el que voy a enviarme, pues siempre es uno el que se envía cuando escribe a mano, prefiero la tinta negra, ni muy fina ni muy gruesa. Siempre dejo sangría al empezar, tras poner el nombre de a quién va dirigida. Suelo personalizar, jamás envío dos postales iguales, ni la foto, ni el contenido, a veces ni siquiera la letra. Tampoco las escribo en el mismo lugar. Una veces los trazos salen inclinados hacia arriba, otros hacia la derecha, otros salen redondos y la mayoría de las veces afilados, con las mayúsculas grandes. Un poco yo. No le envío postales ni cartas a cualquiera.


Recibir una carta


Recibir una carta cuando se espera la llegada de una mujer

una carta de mujer

de mujer nacida de poema

abrir la carta como quien despega un deseo

leer la carta como se recita un universo

besar la carta como se busca el color de un poema

plegar la carta en la cartera como se prohija una rima

quema el sobre de la carta como se viaja al interior de África

archivar la carta con otras cartas como a la enferma con otras enfermas

acordarse de la carta cuando se duda de la selva

olvidarse de la carta como cuando se nos muere una época

y de otra mujer olvidada nos nace el salvador poema


Gerardo Diego



Cada día abro el buzón al llegar del trabajo, a mediodía, generalmente sólo encuentro publicidad: clínicas dentales, ventas de pisos, tarotistas, grandes almacenes, restaurantes, etc. No suelo mirar la publicidad, ni siquiera llega a subir a casa, junto a los buzones hay un lugar específico para ella. La deposito ahí. Otros días encuentro cartas del banco, del Ayuntamiento, (algún tipo de recaudación), de algún concurso literario al que me he presentado o de alguna ONG en la que participo. Ninguna me saca la sonrisa. Cuando llego a casa dejo todos los sobres en la cocina. Ninguno me ha creado la ilusión o el cosquilleo que sentía cuando recibía una carta o una postal. Pero esas ya no llegan nunca. Ya no se estilan. Nadie tiene tiempo. No van acorde con los tiempos. Y yo pienso, ¿por qué tenemos que perder todas la viejas costumbres? Sin darme cuenta, yo también las voy perdiendo.


Y me gusta escribir a mano. Me quedan las dedicatorias de los libros, (cuando firmo alguno), de los cumpleaños, (cuando se compran tarjetas). No puedo extenderme mucho, pero siempre ocupo el mayor espacio posible. Tengo la letra grande, me excuso, pero no es sólo eso. Es que me gusta coger el bolígrafo, la pluma, el lapicero, me gusta agarralo con tres dedos, tres, y apretar la punta contra el papel y dejarme fluir, dejarme improvisar. Me gusta escribir a mano, sí, y son tan pocas las veces que ahora lo hago, que necesito extenderme, expresarme, derramarme en la caligrafía.


Guardo cada carta recibida, cada postal, cada felicitación de cumpleaños o Navidad como se guardan en el corazón los grandes momentos y a los grandes amigos, y me los encuentro cuando reabro el sobre, cuando despliego el papel, cuando me encuentro su letra, pequeña, mediana o grande, emocionada, o altiva, enojada, o amorosa, cariñosa o superficial, directa y sincera, y evoco el momento en que escribieron esas letras pensando en mí, para mí. Eran y era. Son y soy. Y me emociono. No somos los mismos, pero ahí estamos, perennes, en un trozo de papel, desparramados, entre tachones, entre recuerdos que traen otros recuerdos.



¿Cuándo fue la última vez que alguien os escribió una carta? ¿Cuándo fue la última vez que escribísteis una? ¿A quién se la enviásteis? ¿Por qué? ¿Cuál fue la causa de que justo esa carta la escribíeseis a mano? ¿Y la última postal? ¿Enviada o recibida?
Entre todos comprobaremos, que las fechas que daremos a estas respuestas, serán de hace mucho tiempo.
Una lástima.



Se muere la caligrafía, se mueren las cartas...




I.M.G.


6 comentarios:

  1. Felicidades, Isa. Por tu cumple y por la entrada tan chula...las cartas se mueren...hay que hacer algo!!!!!!!

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  2. Isa a mi me encantaba escribir y recibir cartas. Recuerdo una vez que un chico (un primer amor) me envío una postal desde Madrid, y me dio mucha verguenza que todo el mundo pudiera ver que me escribía un chico. Y luego las cartas de amor, que apenas hablaban de amor...
    Y las de los amigos y amigas en verano.

    Me da pena, cada vez que abro el buzón y sólo encuentro cartas del banco o de telefonía.

    La última postal que recibí me la escribió mi hija desde Berlín, nos escribió a todos, una diferente y a todos nos llegaron en días distintos, a mí la última.

    Me encanta esta entrada, Isa.

    Un abrazo
    L;)

    P.D.: Feliz Cumple ;)

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  3. Gracias Inma, por lo del cumple, por el comentario, y por todas esas cosas que tú sabes, y que además tienes caligrafiadas de mi puño y letra ;-)

    Yo intento mantener viva la costumbre, pero cada vez cuesta más, las cartas agonizan y muere. Un minuto de silencio.

    P.d. La última carta larga, a mano, que escribí, era de 12 folios, por ambas carillas. Nacho Cano se quedó perplejo cuando se la di. Me sonrió y me dio las gracias. Eso mismo hizo Ana Torroja las veces anteriores. Ambos conocen ya mi letra de sobra, jajaj.

    Besitos

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  4. Loli, a mí me encantan las cartas. De hecho tengo varios libros de cartas y de correspondencia. Me encantan los relatos epistolares, como sabes.

    Pero esas cartas a mano, donde ponemos todos los sentimientos, donde somos nosotros y se nos ve porque nos clareamos... esas cartas... son, para mí, de los mejores regalos que puedo entregar o recibir.

    Yo he escrito cientos de cartas, muchas de ellas me las he quedado.

    Gracias por la felicitación, por gustarte mi entrada, por visitarme en mi calle y por regalarme memorias de tus cartas.

    YO también he escrito cartas de amor, pero las de la vida real no fueron muy certeras. Las que envié a concursos, obtuvieron su premio. Doblemente premio, para mí, pues aparte de ser relatos, eran cartas. Sí, me gusta la literatura epistolar.

    Besitos

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  5. Me ha encantado esta entrada, Isa. No podría estar más de acuerdo contigo. Siempre he pensado que las cartas se están perdiendo y es una pena, porque realmente en ellas encuentras lo que sale del corazón, pasando por la mano hasta llegar al papel. Nada de máquinas, nos las soporto. Tinta y muñeca en movimiento. Eso sí es escribir.

    Yo intento no perder esa buena costumbre. ^^

    Un beso tintado, Isita. ~~Silvy~~

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  6. Gracias Silvy. Yo también intento mantenerla. Aunque a la hora de escribir relatos o algo más largo, como una novela corta o en un futuro una larga, es más funcional el ordenador, sobre todo a la hora de revisar, de cortar, pegar, cambiar... pero también procuro escribir a mano. Mis mejores escritos empezaron a mano y mis mejores dedicatorias están todas escritas con bolígrafo o roller, sin duda alguna. Inspiran más las letras manuscritas.

    Besitos y gracias por leerme

    ISa

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