martes, 3 de agosto de 2010

Chawton Cottage (II)

Me abro paso entre los tulipanes color fucsia y llego a la puerta de la casa de Jane. Un par de carteles me dan la bienvenida. En uno pone Jane Austen´s House y en el otro me aseguran que la casa está abierta durante un horario determinado. Suficiente para disfrutarla. He llegado temprano, no hay nadie por los alrededores, nadie agolpado en la puerta esperando para entrar. Jane y Cassandra me piden paso. Se lo cedo. Entro detrás de ellas. Me quedo en el hall, pequeño, leyendo carteles y leyendas, observando un paragüero, pensando a qué pudo estar dedicada esa pequeña estancia y si realmente esa era la puerta de entrada a la casa. Tal vez Jane paseó por él tratando de resolver algún pasaje que reescribía de Orgullo y Prejuicio, tal vez se le cayó unas gotas de tinta al suelo, junto con alguna palabra que ya no pudo aparecer en el libro. Tal vez. Se me ocurren demasiados tal vez. Quizá alguno de ellos sea el certero, quizá varios lo fueron. Mi imaginación da para mucho, el instante para demasiado. Cierro los ojos un instante. Sé que cerrándolos, veré mucho más. Mis sentidos se multiplican. Empiezo a sentir. Jane me coge de la mano y me lleva a la primera sala de visita, pero antes leo el cartel de bienvenida donde se explica que Jane Austen vivió en Chawton desde 1809 hasta Mayo de 1817, mes en el que viajó a Winchester para tratar de mejorar su enfermedad. Ya no regresaría. Murió en Julio ese mismo año.


En la siguiente sala conozco a Caroline. Caroline es una mujer de edad incalculable, de sonrisa de nube de azúcar, de parpadeo color océano y carrillos color fresa. Su inglés es tan perfecto y tan dulce que la entiendo como si me hablara en mi idioma. Me sonríe y me da la bienvenida. Esa sala está dedicada no sólo a la venta de la entrada para la visita, si no a la venta de todo tipo de merchandising relacionado con la autora, excepto libros y dvds, pues hay otra zona dedicada a ellos, al final de la visita. Caroline reconoce enseguida mi interés. Nos miramos a los ojos y nos entendemos. La ilusión se me desparrama por mis comisuras. Ella me invita a entrar. Charlaremos a la vuelta, cuando me haya convertido en una más de las Austen, si no de sangre, sí de corazón. Le echo un vistazo al árbol genealógico. Era este mismo:



Trato de rebuscar en mi memoria todos los datos que tengo de Jane y su familia. Son muchos y quiero contrastarlos todos, pero Jane vuelve a tomarme del brazo y atravieso con ella la sala. Caroline nos sonríe. Me lleva hasta su piano, ahora en una esquina, en su época alegró otras partes de la casa. Jane desliza los dedos por las teclas amarillentas, con dulzura. Toca una melodía parecida a la que suena en Orgullo y Prejuicio, en la versión que protagonizó Keira Knightley, cuando la misma toca para Lady Catherine ante la atenta mirada de Darcy. Oigo la melodía mientras Caroline nos indica la puerta y nos invita a seguir con el paseo.




En esta villa vivieron Cassandra Leigh Austen, (la madre de Jane y sus hermanos), Jane y Cassandra Austen y Martha Lloyd, una amiga de ambas. Frecuentemente eran visitadas por sus hermanos varones y su gran descendencia, lo que hacía que Chawton Cottage tuviese siempre un ambiente hogareño.


Me calzo unos zapatos de época para adentrarme en el resto de la casa. Jane me los presta. Quiero dar pasos firmes. Quiero recorrer aquellas pisadas bailarinas, aquellos pasos cortos alumbrados con candil, aquellos pasos rápidos y huidizos, dados a hurtadillas, tras reescribir algún capítulo a una hora en que se debía estar haciendo alguna labor de hogar o recibiendo alguna visita inoportuna. Quiero recorrer cada palmo del suelo de puntillas, con unos zapatos como los suyos:

Me asomo al siguiente pasillo. Un rizo de Jane Austen, de color castaño claro, se encuentra guardado en una caja de cristal, inmune al paso del tiempo. Es un bucle sencillo, en forma de interrogación. Se hace preguntas desde la urna en la que lleva cientos de años descansando. Trato de responderlas. No sé si podré. Tal vez me atreva a contarlo en la próxima reseña. El paseo continúa, o más bien empieza, pero hoy lo dejo aquí. Jane observa el bucle que le perteneció, me apoyo en su hombro y con uno de mis dedos jugueteo con un rizo que me cae sobre la frente. El mío es más rizado, más enrevesado, contiene más preguntas sin respuestas. Jane sonríe. Cassandra abre la siguiente puerta y nos invita entrar. A lo lejos observo la mesilla donde escribió y reescribió todas sus obras...

To be continued...

Así era Jane Austen en Chawton (I)

Con la amenaza de su 38 cumpleaños, había empezado a contemplar la mediana edad:

A propósito , ya que debo dejar de ser joven, encuentro
muchos deleites en ser una especie de señora de compañía porque me ponen en el
sofá cerca del fuego y puedo beber todo el vino que quiero.

A esa edad los temas que le preocupan trascienden de sí misma para pasar a una relación más afectuosa con la siguiente generación. Dos años después, felicitaba a una de sus sobrinas de diez años así:

Siempre he defendido cuanto he podido la importancia de las
tías.

Su sobrina favorita era Fanny Knight, a la que escribió con tacto y preocupación afectuosa sobre sus problemas amorosos. A Anna Austen, que le envió un manuscrito de una novela, le regaló largos comentarios minuciosos sobre las novelas, sus métodos de composición, selección, etc. Advertía a Ana de no aventurarse fuera del campo de conocimiento propio. Así, por ejemplo le escribió:

10/08/1814: Deja que los Portman vayan a
Irlanda, pero como no sabes nada de las costumbres de allí, es mejor que no les
acompañes. Correrás el peligro de ofrecer falsas representaciones.

09/09/1814: Ahora estás reuniendo a tus personajes de
maravilla, colocándolos exactamente e la situación que es la delicia de mi vida;
3 ó 4 familias en una ciudad rural forman la base material de trab
ajo.

En ese año de 1814 Fanny tenía la misma edad que Jane cuando empezó a coquetear con Tom Lefroy y a escribir cartas. Y Anna tenía la misma edad que Jane cuando ésta ya había terminado las primeras versiones de Orgullo y Prejuicio y Sentido y Sensibilidad.

I.M.G.

Bibliografía para Así era Jane Austen en Chawton (I):

Mi querida Cassandra. Traducción Dolors Udina. Publicado en inglés por Collins & Brown Ltd, Londres. 1ª Edición 1997.













14 comentarios:

  1. jajajaa, era tarde, tenía que madrugar, mis sobrinos me dejaron "reventá" y quería seguir contando mi visita a Chawton, sin embargo Jane y su casa no merecían que mis párpados se mecieran al son de la ´música que tocaba su piano, prestos a cerrarse.
    El recorrido por su casa debe ser contado de manera más minuciosa, personal, sentimental, etc, así pues, proseguiré cuando la historia vuelva a llamarme y sea el momento apropiado. (Si puede ser antes de irme de vacaciones este sábado, será, si no, a la vuelta de Praga, cuando tenga aún más cosas que contar)

    Besitos y a ver si puedo verte hoy. ¿Sabías que Jose María Cano está hoy en el Museo Picasso? Va a exponer junto a Picasso y Goya. Los Mecano siempre hacen cosas grandes, porque SON GRANDES.

    Besitos, Inmita

    Isa

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  2. No es en el Museo de Picasso. Errata. Es en la Casa Natal de Picasso. Sorry.

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  3. Isa, me ha encantado leer tu crónica sobre la visita a la casa de Jane Austen, tus descripciones, y todo, todo!!

    Bstos
    L;)

    P.D.: Qué suerte, Praga!! Buen viaje!!

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  4. Ufff el vello de punta amiga. He leído cada párrafo con los ojos como platos. ¡Qué dicha haber podido contemplar un lugar tan plagado de historias y ensoñaciones! ¿En serio pudiste acariciar el piano de Jane con la yema de tus dedos mientras ella interpretaba una bella tonada? Ooooohhhh maravillosos.

    ¿Te calzaste sus queridos zapatos de estar en casa, zapatos los cuales usaría para correr jubilosa a la ventana a la espera de quién sabe quién? ¿Zapatos con los que recorrería su jardín meditabunda?

    ¿Y ese bucle? ¡Quién sabe cuántas veces adorado por algún enamorado de entonces! ¡Cuantas veces quizás acariciado en privada caricia a hurtadillas!

    Ufff cuenta más querida, y que Jane y Cassandra sigan acompañándote en tu bello recorrido.

    Besos

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  5. Loli, al final hemos podido vernos tú, Inma, Andrea y yo. Qué alegría que estés leyendo Jane Eyre. Ya me contarás qué te ha parecido después de conocer al Sr. Rochester en Ancho mar de los sargazos.

    Besitos

    Isa

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  6. Querida Akasha, cuando terminé de escribir la entrada, siempre las escribo del tirón y dándole al botón de publicar sin siquiera releerla, me quedé con la sensación de que el texto no transmitía. Hoy lo he vuelto a leer y me parecía que sí dejaba entrever algo, pero si te digo la verdad, aquel momento que describo fue mucho más emocionante y debería haber sido mucho más descriptivo de como lo he contado. El cansancio se apoderó de mí y las palabras no me fluían como habría querido. Prometo que la próxima entrada referente a mi visita a Chawton será mucho más emocionante, pues como ya avanzo, me encontré con la mesita donde escribió, reescribió y releyó sus escritos. Realmente emocionante.

    Como bien dices el lugar está plagado de ensoñaciones, de historias, de duende, como se diría. Hay algo distinto en el aire, hay una convergencia de puntos que invita a detener el tiempo y abrir todos los sentidos. Y se siente, créeme. Se siente algo fantástico en esa casa. Magia, seguramente, talento, devoción, no sé... es como si Jane de verdad siguiera allí y nos cogiera la mano y nos dijera: esta es mi casa, aquí viví yo, quiero que la sintais como yo hice. Y de eso se trata, de dejarse llevar. Yo lo hice. Y acaricié aquellas teclas frías de su piano y una melodía se me escurrió entre los dedos.
    Lo de los zapatos es curioso, había varios del tipo que he dejado, son como fundas para unos zapatos de andar por casa. Jane y Cassandra tenían varias. NO pude probármelas materialmente, obvio, pero sí me las calcé para danzar por la sala, como si bailara con Tom Lefroy.
    En la próxima entrada te mostraré una fotografía del bucle. Ese bucle, que sugiere las mismas palabras que has usado al imaginarlo.

    Hasta la próxima y gracias por el énfasis de tus respuestas, con placer trato de responder de igual manera. Tu ilusión al leer mis entradas es la ilusión con que las escribo.

    Un beso

    Isa

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Que calzado no le conocia debian de ir bien comodas ..bellisimo articulo amiga..ha sido una delicia viajar por esa epoca con tus palabras

    un abrazo amiga

    Rocio

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  9. Un abrazo, Rocío, cuando vuelva de mi viaje, seguiré contando cómo fue mi visita a Chawton. La he dividido en capítulos porque así la disfruto más, palmo a palmo.

    Besitos y gracias por tu visita.

    Isa

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  10. Vaya, vaya, así que las zapatillas mágicas de Austen, en la casa de Austen, ¡cuánto me alegro por tí!
    ¡Qué suerte amiguita, qué suerte!
    Bstos y cuéntanos más, ¡porfa!
    Ciao desde la bella Roma.

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  11. Sí, Jane tenía zapatillas mágicas, y me las prestó ;-)

    Cuando vuelva de Praga seguiré contando. Mi avión sale en unas horas. Disfruta de la Bella Roma. Cuánto he disfrutado yo en ella en cada ocasión visitada....ayyyy, qué recuerdos...

    Besitos, MariCari

    Isa

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  12. ¡Hola Isa!
    Me ha encantado encontrar este rinconcito.Mi amiga Akasha me lo recomendó, y aquí estoy explorando un poco. Veo que también te gusta el "mundillo decimonónico", y si te parece bien arrastraré una silla para acomodarme en tu delicioso saloncito.
    Yo también siento un profundo afecto por Austen y sus obras, de hecho estoy escribiendo una novela y publicándola por capítulos en mi blog
    http://lasalasdelalibertad.blogspot.com/, y le he dado el nombre de la hermana de Jane a mi protagonista como un pequeño homenaje, y la historia se desarrolla en Hampshire, el lugar de nacimiento de nuestra fabulosa escritora.

    Gracias por compartir tus experiencia con nosotros. No hace mucho pude visitar el que fue el hogar de Charles Dickens, y mi próxima parada será, si Dios quiere, Chawton.

    Saludos reverenciales.

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  13. Querida Eleanor, sin duda, un placer encontrarte sentada en mi saloncito, nada más llegar de mi viaje a la ciudad de los tejados rojos y la cerveza negra. Praga es bella, hermosa, de cuento. Aunque el único escritor del que se da cuenta allí es de Kafka.
    Como te dijo nuestra amiga común yo también soy una fiel seguidora del mundillo decimonónico, sí, y por supuesto mañana, en cuanto me haya situado en Málaga de nuevo, (pues aunque mi avión aterrizó hace dos horas escasas, mi cabeza sigue en Praga y mi cuerpo pasea aún por el puente de Carlos), hago una visita a tu blog. EStoy muy interesada con lo que me has contado. Ha sido un prólogo magnífico.
    Yo he estado varias veces en Londres, pero no he visitado la casa de Dickens. Supongo que lo haré en octubre, que viajo allí de nuevo. Para una seguidora de la escritura y vida inglesa de época, una visita a Londres por año, es inevitable.
    Ya me contarás de tu visita a Chawton. YO viajo a Bath, al festival de Jane Austen, el 17 de septiembre próximo. Ya os contaré. Pero antes, terminaré mi crónica de Chawton. Prometido. Ahora voy a leer la información que me han enviado desde BAth. Ya os contaré también.

    Besitos y encantada de conocerte.

    Isa

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