martes, 10 de mayo de 2011

Cruz de Navajas - Versión extendida (I)

María apuntaba en el apartado para notas de su recetario, el modelo y la serie que el vendedor toledano le comentaba al otro lado del teléfono:


- S de Salamanca, P de Pamplona, Y de Yugoslavia, Dinamarca, España, Roma, Córdoba y O de...

- ¿Orense? -sugirió María.

- Sí, O de Orense.

- De acuerdo, ya lo tengo, le repito: Salamanca, Pamplona, Yugoslavia, Dinamarca, España, Roma, Córdoba, Orense.

- Exacto -respondió satisfecho el vendedor- ahora apunte el código: Córdoba de nuevo, 1, 0, 9 Santander, Lérida, Palencia.

- ¿Palencia o Pamplona?

- Es lo mismo.

- Antes para la P usó Pamplona.

- Pues Pamplona, Palencia, como quiera. ¿Lo tiene ya?

- Sí -dijo María leyendo la anotación completa- Modelo S, SPYDERCO C109SLP, ¿correcto?

- Correcto, ¿para cuándo lo necesita?

- ¿Podría tenerlo el lunes? El martes es el cumpleaños de mi marido. Es su regalo.

- Pasado mañana puede tenerlo en casa.

- ¿Sería posible grabarle un nombre?

- Es un modelo complicado para ser grabado, el acabado no resulta tan visible como en otros modelos. Dígame el nombre de su marido, pero no le prometo nada.

- Mario.


Tras colgar el teléfono, María arrancó la nota del recetario y se dirigió a la habitación de armas de Mario. A él le gustaba llamarla así. Ella la llamaba la "habitación del bebé". Cuando amueblaron el piso acordaron que el día que fueran padres, él se desharía de toda aquella chatarrería y aquella sería la habitación del bebé. El bebé no había llegado y la absurda colección de espadas, dagas, cuchillos y navajas, seguía aumentando. Encendió la luz y observó las vitrinas y las estanterías. Se tocó la tripa y se dio de plazo un año más.


Cada vez que se acercaba su cumpleaños, Mario hacía una excursión a Toledo y volvía encaprichado de un nuevo ejemplar que ampliara su colección. Esta vez, le dijo a María, se trataba de una navaja espectacular y distinta a todas las que poseía. El precio era asequible. Le dejó apuntado el modelo en su cuaderno de armas.


María abrió el cajón del escritorio y encontró allí el cuaderno de tapas duras, con el escudo de armas de los Postigo.: una torre de piedra y en el postigo de su puerta un hombre armado con una alabarda.


El cuaderno estaba dividido en tres partes. En la primera estaban detalladas todas las armas que poseía, modelo, longitud, material y peso. En la segunda parte se enumeraban los distintos modelos que quería obtener a "toda costa". Lo de " a toda costa " estaba remarcado varias veces, con bolígrafo rojo. La tercera enumeraba las tiendas donde encontrar cada modelo, su dirección, su página web, su teléfono y persona de contacto. La mayoría de aquellas direcciones se ubicaban en Toledo. María abrió el cuaderno por la segunda parte y comprobó el nombre del modelo que había elegido: Modelo S, SPYDERCO C109SLP



- Perfecto -dijo en voz alta.



Estaba sola en casa, como siempre a esas horas. Como casi todo el día, pensó de camino a la cocina, mientras arrugaba la nota en la mano. La mareaba, hecha una bola de papel, entre los dedos. Se deshizo de ella lanzándola a la papelera. Erró el tiro. Se agachó, y volvió a intentarlo. Acertó. Sonrió y abrió el recetario por el apartado de repostería. Le apetecía cocinar algo dulce. Miró la hora en el reloj de pared que ella misma había hecho a punto de cruz. Mario compró el mecanismo en una relojería y después de insertarlo en el paño, lo llevaron a enmarcar. El reloj atrasaba cinco minutos. Eran las casi las siete. Mario estaba al llegar. Se puso el delantal , cogió un paquete de harina de la despensa y lo vertió en un bol. Cuando encendió el horno para precalentarlo oyó el ruido de las llaves en la puerta. Seguidamente sonó el timbre. Se había dejado las llaves puestas por dentro y Mario no podía entrar. Se limpió las manos de harina en el pantalón y corrió por el pasillo hasta alcanzar la puerta.

- ¡Olvidé quitar las llaves, espera un momento! -gritó.


Giró las llaves un par de vueltas en el sentido de las agujas del reloj y abrió. Mario la apartó al entrar y colgó sus llaves en el llavero de pared.


- Siempre lo mismo María, no sé por qué insistes en que me lleve las llaves, si nunca puedo entrar a esta casa con ellas.


Atravesó el pasillo sin mirar atrás.


María cerró la puerta, introdujo la llave y volvió a cerrar por dentro y a dejarlas puestas. Era más seguro así. Lo siguió hasta el salón.

- No me has dado un beso -le recriminó María abrazándolo por detrás.
- Sabes que vengo con prisas María -dijo volviéndose hacia ella y besándola en la mejilla.
- Siempre las prisas.
- Voy a darme una ducha y salgo pitando. Hoy no me quedo a cenar.
- Vale -contestó ella- hoy no tengo ganas de discutir.


María se fue a la cocina mientras Mario se duchaba, abrió el frigorífico y sacó unos huevos. Devolvió un par a la nevera. Con estos son suficientes, se dijo. Los vertió en un plato hondo y los batió con un tenedor. Mario le gritaba algo desde el baño.

- ¡No te oigo, Mario! -repondió mientras añadía poco a poco el azúcar sobre los huevos batidos.

Siguió batiendo mientras incorporaba ingredientes: aceite, ralladura de limón, harina y un poco de levadura. Hasta formar una mezcla homogénea.

Mario se asomó desnudo a la cocina, secándose el pelo con una toalla.

- Te decía que mañana podemos desayunar juntos, antes de que te vayas.

Ella asintió sin mirarlo. Sacó unos moldes de la despensa y los puso sobre la encimera.

- ¿Qué cocinas? Ya te he dicho que no ceno esta noche en casa.
- Son magdalenas, para el desayuno -contestó recalcando la palabra desayuno.
- Voy a vestirme, se me hace tarde.


María vertió la mezcla hasta llenar casi la mitad de cada molde, los espolvoreó con azúcar y los introdujo en el horno a 180º.

- Veinte minutos -dijo pesadamente.


Mario se despidió con un guiño y un beso lanzado al aire. María se preguntó sobre qué objeto de la casa habría caído. Le habría gustado rescatarlo. Hacía tiempo que los besos de Mario nunca caían en sus mejillas o en sus labios. Había olvidado a qué sabían. Con suerte, por la mañana, si se dejaban saborear, sabrían a magdalenas.












Continuará...



I.M.G.




Nota: Relato escrito por Isabel Merino, basado en la canción Cruz de Navajas de Mecano, compuesta por José María Cano para el álbum Entre el cielo y el suelo. 1986.



9 comentarios:

  1. mmmmm me encanta.... la cosa es q con lo bien q empieza..... da pena cómo acaba.... GRACIAS
    Javi

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  2. Javiiii, qué alegría verte por aquí. Sin duda, mientras escribía este relato pensaba que te lo dedicaría algún día, a ti y a Ana, claro. Aún no ha terminado, así que aún no aparece la dedicatoria ;-)

    Lo escribí hace un año y pico. Pretendí hacer un relato de cada canción de mecano y empecé por esta, que es la que me lo sugirió mientras la oía. Después, no seguí, pero todo se andará.

    Me alegra que te esté gustando. Espero transcribirla entera a lo largo de esta semana o la otra.

    Todos sabemos cómo acaba la historia, así que la intriga decrece, sin embargo, intentaré mantenerla a pesar del final... ¿lo lograré? Ya me dirás.

    Un besazo para ti y todo Burgos.

    Isa (tu compi mecanera)

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  3. seguro que síiiiiiiiiiiiii ;))))

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  4. Maravilloso, me ha gustado tanto que he ido saboreando cada suspiro de ella y cada respiración de él... ¡¡Qué lástima de magdalenas!!!
    bss... amiga...

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  5. Gracias, MariCari. Me apetecía extender un poco la historia de esta canción, conocer un poco más a estos personajes y entender cómo o por qué se llega a ese final. Espero que el resto del relato también te guste... ya veremos... si lo logro o no.

    Besitos y gracias por tu entusiasmo

    Isa

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  6. Ya estoy aquí, yo toda entusiasmada leyendo y ¡vaya! me veo el continuará... Espero que no tardes mucho, me estoy quedando con el olor de las magdalenas en el horno...

    Besitos impacientes.

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  7. Hola Elysa, puse el continuará porque el relato me salió larguito. Pero no te preocupes, que este no va a ser como la crónica de mis viajes, sobre todo porque lo tengo escrito y sólo hay que transcribirlo. Suerte que está basado en una canción, fantástica por cierto, y que todos sabemos qué ritmo tiene la historia y cuáles son los próximos acontecimientos, otra cosa es como yo lo cuente, jajaja, porque te adelanto que María... trabaja en El Corte Inglés, ¿a que no lo esperabas? Acabo de regalarte un spoiler, jaja.

    Besitos y gracias por estar siempre aquí conmigo.

    Isa

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  8. Yo había dejado mi comentario, de verdad, a este y a otro post sobre recortables, y ahora no veo el post ni mis comentarios.
    Bueno más o menos veía a decir que no nos dejes con la intriga del continuara... ¡eres mala! y encima salivando con el olor a magdalenas...

    Besitos

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  9. sí,Elysa, los transcribiré, gracias, yo tb te respondí. Blogger ha estado de tareas de administración y se le fueron las cosas de las manos y hemos estado un par de días sin poder hacer nada y se borró la última entrada y algún comentario del día del mantenimiento este que hicieron. Espero que en breve esto vuelva a funcionar bien. Graciasssssssssssss

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