____________________________________________________________________El niño al que se le murió el
amigo
Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla.
Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:
_El amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para
jugar.
El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos
y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí
estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que
ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella
muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.
_Entra, niño, que llega el frío _dijo la madre.
Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en
busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj
que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en
el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche
casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos.
Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y
pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no
sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La
madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto
ha crecido».
Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.
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