Mis orejas son un semáfaro en ámbar. Parpadean. Mis mejillas, rojas. El tono de mi piel verde, como el de un lagarto. Ahora se ha vuelto blanco. También mis mejillas. Las orejas siguen en ámbar.
Un nuevo despiste. Un nuevo equívoco. Una nueva "fatiguita".
¿No os ha pasado nunca eso de enviarle un mensaje a quien no correspondía? A mí me pasa con frecuencia, a veces creo que es estacional, pues en primavera me ocurre más. Será que ando más despistada, contando margaritas, versos o alas de mariposas. No sé.
Si estoy nerviosa, malo, el mensaje nunca va a su destinatario. Si pienso en alguien, aunque el mensaje no sea para esa persona, a esa persona le llega.
Si tengo que tener cuidado de no reenviar algo a alguien en concreto o a una multitud, sin duda alguna ese reenvío llega a todo el que no debe llegar.
Así soy yo. A veces. No siempre. Sobre todo en primavera.
Tengo varios sms devueltos en la bandeja de entrada de mi móvil: Creo que te has equivocado.
He tenido que crear una plantilla para responderles: Lo siento. Gracias. Marqué corriendo. Besos.
La mayoría de las veces son cosas sin importancia, recados simples, mensajes que todos escribimos a diario a nuestros amigos, conocidos o familiares, pero otras veces, esas que hay que tener más cuidado, la cosa en caso de error, se puede complicar. Y sí, claro, a mí también me ha pasado. Hoy me ha pasado. Y no es primavera. Y ni siquiera tengo los dedos engarrotados por el frío, que sería la excusa perfecta del invierno. También me pasó una vez, hace años, en uno de mis anteriores trabajos, con el "winpopup", ¿alguien recuerda esa especie de chat que conectaba a los usuarios de los ordenadores de una misma empresa? Sí, también tuve problemas con el winpopup.
Imaginaos un chico alto, moreno, guapo, simpático, gaditano, con una camisa azul y unos vaqueros, cruzando la oficina de lado a lado, sonriéndome al pasar, invitándome con un gesto a entrar en ese chat privado, en hora de trabajo. Por supuesto me conecté. Su mesa se encontraba detrás de la mía, pero unos diez metros nos separaban. Comenzamos a chatear. Que si qué tal llevas la mañana, que si cual, que si "Pascual", y por otro lado, a la vez, le iba comentando a mi compañera también por el winpopup lo que iba hablando con él. Las dos montábamos una historia paralela sobre lo que hablábamos él y yo. Finalmente ocurrió lo que tenía que ocurrir: Se cruzaron los mensajes. Aún cambio de color al recordarlo. Roja. Blanca. Roja otra vez. Las orejas hirviendo, los carrillos también. Un leve temblar en los labios. Mi compañera riéndose y diciendo: no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Un mensaje de él: Tranquila, no pasa nada.
El final de la historia es cosa nuestras. Aún somos amigos, por si existe esa curiosidad, aunque cada cual vive su vida. Eso sí, nos saludamos por las redes sociales y siempre que recordamos aquel capítulo, nos reímos. Y sí, el semáforo de mis mejillas está en rojo. Siempre.
También he sido destinataria de errores de otros. Una vez tuve que contestar a una compañera que le escribia a otra, recién llegada yo a otra empresa: No, no me gusta ese chico. Tranquila. No es mi tipo.
Hoy me ha sucedido y de nuevo en el trabajo. Prometo que estaba haciendo pagarés tan tranquila. Nada de ocio, al menos en el momento de lo sucedido. Recibo un correo de la chica de centralita en el que se nos pregunta por las vacaciones navideñas. Tema bastante tenso en el lugar en el que me muevo laboralmente hablando. Se me ocurre responder al instante. Soy impulsiva para todo. Para todo. Si no hay que llamar: yo llamo. Si no debería mandar un sms o un mail: yo lo hago. Y luego: arrepentimiento o comedera de tarro.
Sí. Esa soy yo. A veces. Sobre todo en primavera.
Total, que respondí, llevada por ímpetu que a veces poseo.
Y respondí: Qué más quisiéramos... saber si tenemos O.O
Hasta ahí normal. Normal si sólo le hubiera respondido a la chica de centralita, claro. Le di a Responder a todos. Las cosas no están como para bromear sobre este tema ni sobre ningún otro, en mi empresa. Responder a todos quiero decir A TODOS: jefes, jefazos, gran jefe, mi propia jefa de departamento, compañeros de cada uno de los y pico departamentos que aquí co-existen, encargados, jefes de obras, gente de Sevilla and so on. Y es más, mis correos me devuelven otro diciendo quién los ha leido.
En fin... que tuve que enviar otro, una respuesta, no de las que guardo en el móvil en las plantillas. Aquí lo terminé de estropear:
Es bromaaaaaa!!! Felices Fiestas a todos y Feliz Puente!!! Un beso.
Con este mensaje en realidad estaba diciendo: joder, me he equivocado, ¿cómo arreglo esto?
Las luces de mi cara siguen intermitentes. Mis orejas aún hierven. Los dedos me tiemblan. Tengo la sonrisa tonta. Y espero la llamada de alguien que reprima por este correo o me envíe directamente a personal. Por supuesto el jefe de personal también ha recibido mi correo, claro.
Al final, por una o por otra, siempre me juego algo.
Perdonadme si mi despiste llega a vuestra bandeja de entrada, sea la que sea.
Son las tres, cierro el chiringuito. Mi mal rato y yo nos vamos de puente.
FELIZ PUENTE A TODOS!!!!
I.M.G.
¡Madre mía! Como me suena lo que cuentas. Siempre me consuelo pensando que cuando sea grande dejaré de ser tan impulsiva, pero no... sigo igual. Pues a aguantar las luces de cara intermitentes.
ResponderEliminar¡FELIZ PUENTE!
Jajajajajaja, Isa decir la verdad a veces no es malo y sobre todo si es lo que todos piensan!!
ResponderEliminarBesines y feliz Puente!!
jajajaj, bueno, ya voy volviendo a "mi ser". Cosas que pasan y supongo que pasan porque tenían que pasar, ¿no? El mal no ha sido mayor. Aunque confieso que el jueves, cuando vuelva del puente, seguiré nerviosa por quienes no han abierto su correo aún.
ResponderEliminarSí, Elysa, soy bastante impulsiva por regla general, eso me ha traído muchos disgustos y a la vez muchas alegrías, así que de momento trato de reprimirme lo justo y sí, Loli, yo también pienso que decir la verdad no es malo, al contrario, sólo que hay que saber cuándo, dónde y cómo decirla, jajaja.
Besitos a las dos.
Isa